Capítulo 12:

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— La agresividad es un instinto circunstancial del ser humano y, la violencia, ya sea psicológica o física, resulta ser a veces la forma más fácil y rápida de conseguir lo que nos proponemos… – al entrar en clase y ver como todo el mundo se giraba para mirarme con unas expresiones en la cara que variaban desde la incomodidad hasta las sonrisas más sinceras y orgullosas, pensé que sería difícil concentrarme ese día en escuchar y tomar apuntes. Habían sucedido demasiadas cosas como para centrar toda mi atención en clase y me sentía mal, raro, pero no incómodo por como me miraba todo el mundo porque, sinceramente, tenía otras cosas por las que preocuparme. Me senté en mi asiento en silencio, disculpándome antes frente a la profesora por llegar tarde y saqué el cuaderno, empezando a tomar apuntes, distrayéndome de vez en cuando.

Un papelito doblado llegó hasta mi mesa. Lo abrí…

¡Esos huevos que le hechas, Kaulitz! Nosotros te apoyamos, campeón.

Fruncí el ceño, extrañado y desvíe la mirada varias mesas atrás, donde varias chicas y chicos, entre ellos, para mi sorpresa, Frank, me alzaban el pulgar y sonreían en gesto de apoyo. Volví a mirar al frente. La gente está fatal, pero bueno… no iba a negar esa bonita muestra de apoyo por mis compañeros y, a decir verdad, no me extrañaba que Frank estuviera entre ellos. Nos conocíamos desde primaria y éramos algo así como una especie de rivales. Competíamos por todo, era difícil que consiguiéramos mantener una conversación decente por más de cinco minutos, pero bueno… había una especie de “amistad”, si así podía llamarse. Pensaba que no podría centrarme en la hora de sociología después de haberme despedido de Tom, pero me equivoqué. Mi mente lo tragaba todo y mi mano se movía sola en el cuaderno, incluso se me acumularon unas cuantas preguntas en la cabeza. Sabía porque estaba tan concentrado. El tema era la violencia juvenil y todo lo referente a ello, daba vueltas alrededor de Tom. En cierto momento, no pude aguantarme y lo hice. Alcé la mano.

– ¿Si, Bill? ¿Alguna pregunta? – asentí con la cabeza a la profesora, buscando las palabras adecuadas para platearle mi pregunta.

– Todo lo que quiere decir es que el “rebelde sin causa” no existe, que la rebeldía y la violencia se dan a partir de ciertas causas psicológicas que suelen empezar en la familia o en las primeras relaciones amistosas y que en la mayoría de los causas, la violencia juvenil se suele frenar pasada la pubertad al madurar. Eso quiere decir que la mayoría de los que estamos aquí ya no tenemos necesidad de agredir a nadie ni nada, al menos no constantemente. Todos tenemos arranques de mal genio a veces.

– Ajá. Es un buen resumen, Kaulitz. – asentí con la cabeza.

– Pero… ¿Y la menoría que no frena su “Sed de violencia”? ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué no consiguen frenarla como el resto al madurar, pasada la adolescencia?

– Es una muy buena pregunta, aunque es un tema que no toca dar este año, pero, bueno, el saber no ocupa lugar ¿No? – asentí con la cabeza, esperando una respuesta, nervioso sin saber porque. – Se podría decir que esa menoría son casos “especiales”. Esos jóvenes no serían simples rebeldes, irían mucho más allá. Si al madurar, la violencia no se erradica, quiere decir que irá a peor. La mente madura, la rebeldía pasa a ser bromas pesadas y crueles y luego, delincuencia juvenil propiamente dicha. Algunos casos acaban ahí, otros no y si van más allá… la cosa pasa de ser un juego de niños a un juego realmente peligroso. – la profesora empezó a andar lentamente por entre las mesas, poniéndome más nervioso aún. – Las causas a este comportamiento suelen ser bastante pequeñas para los chicos que no pasan de bromas pesadas, como el querer llamar la atención de los padres y, normalmente, con un simple castigo y un cambio en la comunicación familiar, el problema acaba. Sería el perfil propio de una persona que pertenece a la mayoría. El perfil de una que pertenece a la menoría es otra cosa. Cualquier persona sin conocimiento alguno en el mundo de la psicología diría que un poco de disciplina, basta. Personas así son ignorantes, nosotros mismos lo somos. – la profesora alzó las dos manos al mismo nivel. – La diferencia entre la mayoría y la menoría es que, la mayoría recibe cierto grado de afecto, que le hace ver que no está sólo en el mundo. La menoría no tiene tanta suerte.

Muñeco by saraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora