Estaba mareado incluso dormido. En plena inconsciencia el dolor de cabeza me azotaba y el frío me hacía tiritar. Me dolía todo el cuerpo, especialmente la garganta, irritada, como la sentía cuando lloraba. ¿Había estado llorando? No lo recordaba.
- Tiene mucha fiebre, quizás debería llevarlo al hospital. - oí la voz suave y preocupada de mamá, un poco lejana, como en otra realidad.
- No le pasará nada por un poco de fiebre. Será gripe o algo por el estilo, no te preocupes. Yo cuidaré de él. - esa voz ya era más difícil de situar. ¿Sería Gordon?
- No sé si debería, ¿Y si empeora?
- Puedo llevarlo yo al hospital si llegara a pasar, pero... no lo creo.
- Hum...
- ¿No confías en mi? - su tonó imponente varió a uno lastimero.
- ¡Oh, claro que si, cielo! Sólo estoy preocupada... ¿Seguro que podrás cuidar de él tú sólo?
- Claro.
- De acuerdo, entonces te lo dejo a tu cargo. Si llegara a empeorar, llámame al móvil. Está apuntado al lado del teléfono, junto a los números de emergencia. Bill es tan olvidadizo que de pequeño tenía que apuntárselos con rotulador en el brazo.
- ¿Enferma a menudo?
- No, quizás es que yo soy demasiado sobreprotectora. Bueno, me voy a trabajar cariño. Si pasa algo, llámame.
- Adiós... mamá. - ¿mamá? En el momento en el que oí el portazo de la puerta de la calle al cerrarse, abrí los ojos que había mantenido entrecerrados hasta ese momento.
No era Gordon, ¿Quién...?
- ¡Ah! - metí un bote sobre la cama, deshaciéndome del exceso de sábanas que tenía encima. La toalla mojada que había sobre mi frente cayó al suelo y todo empezó a darme vueltas y vueltas hasta que volví a desplomarme sobre la cama, mareado y con un dolor de cabeza horrible. Tenía la nariz entaponada por los mocos, que asco.
Tenía que salir de allí, buscar a mi madre y... no, no, mejor a Georg. Lo mataría con un bate de béisbol, sí. Tenía que llamar a Georg y...
La puerta se abrió cuando agarré el móvil, dispuesto a marcar. Él se detuvo en el umbral, mirándome con una ceja alzada.
- ¿Ya te has despertado?
- No... soy sonámbulo, ¿no te jode? ¡Ni te me acerques! - grité, con voz aguda y congestionada, blandiendo un móvil como arma homicida.
Se empezó a reír en mi cara.
- ¿Qué coño haces? Anda, suelta el móvil a ver si te lo vas a comer. - cerró la puerta lentamente tras él, sonriente. Mi primera reacción fue coger la almohada y tirársela a la cabeza. - Cuidado, no vayas a dejarme tonto. - cogí el cuaderno de biología que había sobre la mesa y se lo lancé. Lo cogió al vuelo y lo tiró al suelo, pisoteándolo. Mis apuntes a la mierda. Lo próximo fue arrancar el teclado del ordenador y tirárselo a la cara. - ¿Pero que haces? - lo esquivó, cogiéndolo con cuidado, junto a la pantalla, eso le impidió moverse lo suficientemente rápido como para esquivar el escritorio. Aproveché que tal vez le había roto una costilla para abrir la ventana y precipitarme por ella para saltar al jardín. Demasiada altura, me rompería una pierna... o las dos.
Marqué a velocidad supersónica el número de Georg, pensándome mejor si saltar o no al verlo correr hacía a mí con expresión asesina. ¿Matarme o quedarme a merced de mi malvado hermano gemelo que, por lo pronto, ya se había llevado consigo mi santísima virginidad trasera? Matarme, si, matarme.
- ¡Cabronazo! - Me cogió al vuelo cuando ya me veía volando libre como un pájaro próximo a estamparme contra el suelo.
- ¡No! ¡Nooooo! - pataleé, intentando que me dejara caer, pero sus brazos me agarraban como un koala por la espalda y tiraban de mí hacía atrás.
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Muñeco by sarae
Fiksi PenggemarMuñeco primera temporada. ¿Cómo hubiera pensado si quiera que el Muñeco perfecto podria ser mi propio hermano gemelo? Pero, ¿Acaso me importa que lo sea? Un Muñeco cercano y perfecto que allí estaba, esperándome. ¿Quién lo abría imaginado? Al menos...