Capítulo 9:

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No puede ser, no puede ser.

Pero, ¿Qué mierda es esto? ¿Qué mierda andan diciendo en la universidad de mí para que todo el mundo analice cada uno de mis movimientos? Ala, llega Bill, dejad de hacer lo que tengáis entre manos, dejad de magrearos, dejad de estudiar para el examen de economía, dejad de jugar al baloncesto, dejad de hablar y poneros a murmurar y a mirar descaradamente a Bill, que viene por ahí, recién levantado con cara de sueño y ¡Flipa! ¡Va con el pelo liso! Vaya cambio de look. ¡Pero mirad, mirad, no os cortéis, que Bill está acostumbrado, como es un mono de feria! ¡Nótese la ironía! ¿Queréis una foto mía o qué? ¡Viva el país de la no vergüenza! ¡Seguid murmurando, venga, no paréis, haced como si no me diera cuenta, porque como Bill no tiene ojos en la cara! ¡Serán descarados! No se cortan ni para señalar. ¡Dejad de mirarme, ni que fuera una estrella de rock internacional! Sólo les falta ponerse a gritar, ¡Pero mirad, si es el tío que se acuesta con su hermano gemelo! Joder, joder, joder… espero que no me miren por eso.

Cuando entré en el aula, se hizo un silencio descarado que me pareció hasta estridente. Me senté en mi silla, frente a mi mesa y, ¡Bum! Explosión de murmullos. Todo el mundo me miraba con tanto descaro que se me erizó la piel. Pero ¿Qué coño pasaba?

– ¿Le pregunto? – oí murmurar a un coro de chicas, sonrientes. Las conocía. Bueno, conocía a todo el mundo, al menos de lejos.

– Va, venga, pregúntale. Saca de dudas a la uni.

– ¿Vosotras pensáis que será verdad? – otro coro de tíos se les pegó a las chicas, curioseando, con sonrisa fanfarrona en la cara.

– No lo sé pero ¿No lo has oído? Se dice que se les ha visto besándose por ahí, es muy fuerte.

– No me extrañaría que fuera verdad, era de esperar.

– Y lo de Derk, ¿Necesitas más pruebas? ¡Le metió una paliza! – ¿Qué? ¿¡Qué!? Oh, no. Esto no puede estar pasándome a mí, no.

– ¿Bill? – alcé la mirada muy, muy lentamente. De repente, estaba rodeado por un coro de chicas y los demás, me miraban fijamente en silencio. Tragué saliva y alcé las cejas. – ¿Puedo preguntarte algo?

– ¿Si? – murmuré, con voz ronca. Las chicas empezaron a soltar risitas estúpidas.

– ¿Es verdad que tu novio le metió una paliza a Derk para defenderte?

– ¿Novio? – me levanté de un salto de la silla, con las manos aferradas fuertemente a la mesa y los ojos como platos. No sé que cara pondría pero la clase entera empezó a soltar estridentes carcajadas.

– ¡Venga ya, Bill! ¡Sabemos lo tuyo con el tío ese! ¡Admítelo de una vez!

– ¡Era tan obvio!

– ¡Que os de por culo, capullos!

– ¡Si, hazlo tú, que para algo tienes experiencia! – pasé de los molestos gilipollas y me encaré a la chica que callada y con una sonrisita en la cara, esperaba una respuesta.

– ¡Yo no tengo novio, ni siquiera novia! ¿De dónde sacáis eso?

– Ah, entonces ¿No es verdad que tu novio le metió una paliza a Derk hace dos semanas? Míralo, no ha vuelto a clase desde entonces. – miré de reojo el asiento de Sparky, recordando su nombre de súbito. Se llamaba Dereck, pero lo llamaban Derk por su fama de matón. Así que se referían a eso. – ¿No es verdad entonces?

– Repito, no tengo novio.

– ¡Pero si te vieron subirte a su coche a la salida!

– ¡No sé a quien os referís! ¿Vale?

Muñeco by saraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora