El imperio

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¿Sabes lo qué se siente cómo qué alguien tomará tu corazón y lo estrujara? Yo no lo sabía, hasta hoy.

No era solo el hecho de que definitivamente iba a morir, era algo más. Dolía mucho, el agua en mi alrededor no es lo único que me impide respirar. Siento el agua en mi garganta cuando no puedo contener la respiración, como invade mi cuerpo poco a poco y lo último que puedo sentir es algo jalando mi brazo. Todo se vuelve oscuro.

Algo oprime mi pecho de manera diferente a la que sentía antes, cuando abro los ojos todo está obscuro. No puedo ver nada más que dos par de ojos rojos y eso me hace estremecer, esos rojos están en la esquina, esperando. Trago saliva, allí se van a quedar esperando porque no pienso acercarme, pero ellos si que se acercan a mí. Algo agarra mis brazos y caigo hacía atrás, puedo sentir esa cosa encima de mi, no puedo moverme y ahora esos ojos están encima mía, no puedo moverme, pero si que puedo gritar y eso es lo que hago y esa cosa se aleja de mi.

Abro los ojos por segunda vez, puedo ver un poco el cielo azul, pero el cabello amarillo es lo qué más acapara mi visión.

¿Me está...? Cuando me levanto de golpe, lastimo al hombre que estaba medio encima mío.

-Mierda -dice.

Mientras suelto el agua por la boca, siento su palma golpear mi espalda no tan fuerte.

-¿Estás bien? -pregunta.

Se aleja de mi cuándo afirmo con mi cabeza. Trato de calmar mi respiración, poco a poco lo logro. Siento mi cuerpo adolorido, me duele todo, ¿y cómo no? Caer de una cascada no es nada bonito como yo pensaba.

-No sabía que no sabías nadar -dice, me quedé viendolo durante varios segundos.

¿En serio?

-¿Qué? Creciste en un bosque suponía que si sabías.

-No, solo cazaba en el río, no creo que nadie de esa aldea supiera -digo, siento mi boca caliente, así que la toco.

-Tenia que hacerlo, no te molestes por eso -dice ya irritado, cómo si ya le hubiera reclamado.

-Está bien, no importa -digo-. Por lo menos está vez estaba inconsciente.

Me levanto con cuidado y toda la ropa me escurre. Algo golpea mi cara y duele.

-¡Que te pasa! -exclamo, está vez irritada.

-No grites -me regaña-. ¿Quieres qué esos imbéciles nos descubran de nuevo?

Claro, esos hombres. Estábamos sentados mientras Boruto alimentaba al caballo, un hombre me había tomado por detrás mientras otros salían por detrás de él. Y todo eso fue demasiado rápido para mí, como la daga que Boruto le había tirado al hombre que me sujetaba le había dado directo en la cara, salpicando su sangre en mi.

¿Quién carajos era él? Fue lo que me pregunté y justo ahora volví a cuestionarme lo mismo. Había golpeado a los dos hombres con un brutal salvajismo que me daba náuseas de solo recordarlo, claro fue diferente cuando aparecieron más, tuvimos que huir y su mejor idea fue tirarnos de la maldita cascada. Me dieron muchas ganas de llorar al recordar al caballo.

- Apresúrate -dice-. Colócate el maldito  cuero encima.

Antes de que pueda preguntar porque, bajo la vista. Si no fuera por las vendas en mis pechos...estos de hubieran visto. La maldita parte de arriba que es blanca se pego como un gusano a mi piel, bueno por lo menos la parte baja no se había pegado igual.

—¿Qué edad tienes? —pregunta.

—¿No lo sabes? Porque parece que sabes muchas cosas.

—No pude reunir mucha información —dice más para él que para mí—. ¿Dieciséis?

La Hija De La Bestia (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora