Ley de Murphy: ¿Bendición o Castigo?

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¿Quién no ha oído hablar de la ley de Murphy? Esa que dice una de las cosas más sabias del mundo. ''Si algo puede salir mal, saldrá mal...''

Y es que es obvio, nadie tiene el poder de hacer que todo salga de la manera en la que uno desea, aunque en ocasiones, no se sabe si el que algo salga mal es netamente malo. Si se lo preguntan a ellos, esa salida fue espantosa en muchos aspectos, de verdad que sí, pero... Si tenían que describirla mejor, fue una serie de desaciertos completamente bien recibidos.

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Abrió los ojos tranquilamente, sintiéndose descansado y con energía. Y eso que la alarma aun no sonaba. Estiro las piernas y brazos y se incorporó en su cama para dar inicio a su día, después de un largo bostezo y de pasar un par de minutos revisando su teléfono se dispuso a bajar las escaleras y desayunar, por el ruido, muy probablemente sus padres estarían en el comedor.

Tomo asiento a un lado de su padre, y sin decir nada el uno al otro se dieron los buenos días, asintiendo con la cabeza mientras su madre corría a despeinarle (más) el cabello, llenándolo de cariños y besos, como solía hacerlo.

Les comunico que tenía planes de salir, haciendo énfasis en que solo era un encargo escolar, esto debido a la extraña sonrisa que su madre le dedico al saber que saldría con Hitomi. Aunque eso no la detuvo de ponerse a hornear algo para que le fuera entregado a la familia de la chica al saber que sería Shousuke quien la visitaría en esa ocasión.

Subió las escaleras de nueva cuenta y decidió darse un largo baño, el clima frio siempre lo animaba a no salir a ningún lado, pero en esta ocasión curiosamente se sentía animado.

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Despego literalmente el rostro de las sabanas, algo que le encantaba y hacía de manera excelente era dormir, usualmente solía despertar tarde en fin de semana, de no ser por la bendita obra de teatro ella seguiría durmiendo plácidamente, pero al mal paso darle prisa.

Golpeo ligeramente sus mejillas, para desperezarse y bajo de su cama con la intención de usar el baño, para después alistarse y desayunar algo. Tuvo cuidado de no hacer ruido para no despertar a su hermano, tomo su ropa y se encamino a la regadera.

Ella siempre estaba animada, pero ese día estaba especialmente feliz, esto lo adjudicaba a que tendría la oportunidad de ir al centro de la ciudad y podría sacar algunas tomas con la cámara, esperaba encontrar algo que le llamara la atención.

Además, tendría la oportunidad de compartir un poco más con Shousuke. Que no es que le hiciera ilusión estar con él precisamente, claro que no... Pero cualquier oportunidad de saber un poco más del callado muchacho y molestarlo pues bienvenido fuera.

Observo que su reloj marcaba las 09:45 am. Mejor apurarse y estar lista antes de que el mencionado llegase, si bien pudo persuadirlo de arribar a primera hora de la mañana, algo le decía que como mínimo estaría treinta minutos antes de lo acordado. Como un maldito reloj suizo.

Sin darse cuenta, ya estaba sonriendo pensando en él.

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Se dispuso a salir con anticipación, mejor llegar antes que hacer esperar a las personas, no sin darse un último vistazo en el espejo. No era especialmente cuidadoso con su aspecto físico, pero si se aseguraba de estar presentable.

Ese día se decidió por utilizar unos jeans desgastados, acompañados de unas botas color café claro, su chaqueta verde musgo y su bufanda y guantes para el frio del mismo color, acomodo su cabello y tomo su billetera, intento salir sin llamar la atención, pero su madre lo detuvo, entregándole un pequeño canasto con las clásicas galletas con la receta que la abuela Komi le había enseñado a su madre hace un tiempo.

De Cero a Cien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora