CAPÍTULO 4

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Los ojos del pelinegro se abrieron y lo primero que divisó en una de las esquinas de su cuarto, fue a Yeontan; un pequeño cachorro de peluche que descansaba apoyado sobre una de sus cajoneras altas. Un silencio pulcro inundaba la habitación, acompañado del suave movimiento de las agujas del reloj que se encontraba justo a un lado de su cabeza.

Era una buena mañana.

—¡Ahí no!

Sí, era.

Su ceño se frunció ante el grito que logró aturdirlo. Quitó un mechón de pelo de su rostro y quitó las sabanas de encima, ya de mal humor; había reconocido aquella voz al instante e indudablemente se dijo a sí mismo que se trataba de él. Porque claro, había oído tantas veces aquella voz que imposiblemente podría olvidarla alguna vez, y se recriminó mentalmente por esto.

Se colocó su pantalón de chándal y una camiseta blanca, para dirigirse descalzo hacia su cocina. Como cada mañana, SeokJin se encontraba allí, a diferencia que ésta vez no lo esperaba de pie en la entrada de ésta, sino estirando su cuello hacía una de la ventanas con expresión confundida. Carraspeó. El rubio volteó en su dirección, sonriendo al instante.

—No me mires así, ven a ver esto —tan pronto como dijo aquellas palabras, jaló de su brazo y señaló la escena.

Jeon bufó, en ciertas ocasiones maldiciendo la clase de confianza que tenía con sus empleados-amigos y miró posteriormente por la ventana. Su entrecejo se arrugó viendo a NamJoon ir de un lado para otro con un jarrón, mientras TaeHyung le seguía desde atrás con su... Con su cámara.

—¿Por qué está usando mi cámara?

—¡Oh! —las mejillas de SeokJin se sonrojaron—. Estaba limpiando, ya sabes, el cuarto y él entró. Fue bastante cuidadoso en realidad y la tomó antes de que me diera cuenta... Parece ser bueno —se apresuró en agregar lo último, viendo el perfil del menor.

—Por supuesto que es bueno.

El rostro del mayor de deformó en una expresión total de confusión, preguntándose a qué se debía realmente esa afirmación, registrando que ésta se encontraba sin una pizca de duda o sarcasmo.

—I mean, I think so.

Entonces estalló en carcajadas. Que alguien lo pateara si realmente no conocía al menor; JungKook era un tipo inteligente, más siendo así, a éste le costaba en demasía ocultar en ciertas ocasiones sus emociones y SeokJin sabía que éste cuando se encontraba nervioso... hablaba cualquier idioma menos el nativo. El pelinegro le miró de mala manera luego de eso, empujándolo y posteriormente ordenándole que prepare su desayuno de cada día.

Caminó hasta el jardín trasero de la casa, simplemente asomándose por el umbral de la puerta de vidrio y viendo a NamJoon suspirar cansado con la espalda encorvada; sin darse cuenta, una de sus comisuras se alzó cuando vio la mirada del castaño posarse sobre él y apretó sus labios para evitar reírse.

TaeHyung estaba tirado en el césped, a unos metros de NamJoon con la cámara en mano y sus ojos fijos en el cielo azul. Se encontró a si mismo en un trance, pensando sobre los acontecimientos de los últimos días; estar en ésta casa le traía tranquilidad y al mismo tiempo desesperación. La actitud retraída del señor Jeon lo irritaba en demasía, pero hablar con JiMin por las noches siempre le traía calma. Lo extraña, por más extraño que sonase para él mismo, extrañaba estar en su hogar.

Más que nada por el hecho de poder actuar a su manera, sin represiones o malas miradas que juzgasen su actitud arrogante y desubicada, sabiendo que había sido así desde que tenía memoria, más culpando la crianza que sus padres le entregaron en sus escasos momentos efímeros de presencia.

Miró a un costado cuando JungKook se paró junto a él, mirándolo desde arriba con su misma expresión de cada día y las manos en el bolsillo; sonrió con burla, tendiéndole la cámara.

—Acabo de tener un dèjá vu, señor Jeon —se sentó en el césped con sus piernas cruzadas, fingiendo inocencia—. Pero ésta vez no estoy en su cama, ni en su habitación.

—Eres irritable —TaeHyung se carcajeó —, ¿por qué estás usando mi cámara?

—¡Porque...! —el castaño estiró sus extremidades, enganchándose sin vergüenza de los brazos de JungKook quién tensó su cuerpo para que el
menor pudiera ponerse de pie—. ¡Porque eres un imbécil! ¡Creí que tendría un poco de libertad para ir por ella después!

Enfrente, NamJoon alzó sus cejas sorprendido, entreabriendo su boca cuando oyó a Jin desde la cocina reír a carcajadas. El ceño de JungKook se frunció y ahora sus brazos se cruzaron sobre su pecho, TaeHyung pasó por alto su evidente desconcierto ante la manera en que lo llamó, pero decidió pasar aquello por alto antes de apuntarlo con un dedo acusadoramente.

—¿Realmente te atreviste a llamarme así? No tienes respeto, mocoso insolente...

—¡Tú! —TaeHyung bufó—, que me vienes con la excusa de proteger la salud alimentándome con pasto. Cuando, si realmente te preocupara, sabrías que mantenerme encerrado aquí daña mi salud mental. ¡Necesito respirar!

Los ojos del menor se entrecerraron con indignación cuando el pelinegro lo señaló, girándose a ver a NamJoon con gracia—. ¿Estás escuchando lo que dice?

NamJoon desechó su postura encorvada para pararse recto, metiendo las manos en el bolsillo de sus pantalones negros.

—No seas así, Jungkook-ah.

Una sonrisa se dibujó en los labios de TaeHyung, una amplía de forma geométrica que sin embargo no mostró felicidad o diversión, sino poca empatía y molestia.

—Esperas respeto de mi parte cuando tus empleados se dirigen a ti de esa forma? Es patético.

JungKook no respondió, más su rostro perdió toda expresión y sus brazos cayeron a sus costados antes de suspirar irritado. Era increíble la necesidad que se había implantado en él de pronto; TaeHyung era una persona realmente persistente, a JungKook no le cabía duda aquello, incluso con su mal trato era imposible no desistir antes los caprichos del castaño. Lo había visto antes, pero jamás creyó que sería así con él.

—Vístete, iremos por tu cámara.




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Super feliz me pone ver que se está activando esta cuenta :3

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Million Dollar Man •• KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora