CAPÍTULO 7

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—Las clases terminaron, cerebrito.

Su voz salió áspera y demandante, igual que siempre. Su peso recayó completo sobre el umbral plateado de la puerta e incluso en la cercana lejanía, el contrario —de cabellos rojos, ojos almendrados y mejillas sonrosadas— pudo olfatear el perfecto aroma que emanaba. No conocía al chico pelirrojo al que se había dirigido, pero tampoco es que estuviera interesado en hacerlo.

Porque TaeHyung siempre había sido así y, por el momento, su único objetivo era molestar a su mayor un rato antes de pedir a su chófer que venga por él al instituto. Sonrió con sorna cuando el desconocido alzó una de sus cejas, y notó la expresión de irritabilidad que le regaló luego.

—¿No deberías decirte eso a ti?

La sonrisa del castaño no tardó en borrarse y, devolviéndole la mirada llena de hastío, se cruzó de brazos inflando su pecho con suficiencia.

—Este basurero básicamente está a mi nombre... puedo irme cuando se me antoje.

El rostro del contrario pareció iluminarse de conocimiento y prontamente su expresión se vio reemplazada por una sonrisa que destiló emoción en cada uno de sus centímetros.

—¡Oh! ¡Eres hijo del señor Kim!

Por supuesto que lo era y por supuesto que todos debían de saber quién era él, especialmente todos esos pobres ricachones que estudiaban en su maldito instituto. Sin embargo, aún siendo así, la emoción expresada logró sorprenderle por el hecho de que esperaba otra; tal como intimidación, repelús o terror crónico, son unas de las cosas que la gente a su alrededor expresaba cuando estaba cerca o simplemente se sentía la fragancia a dinero y ropa bien planchada. Pero no había ningún rastro de aquello en el mayor.

—Ven aquí y mira esto.

Le hizo un ademán desinteresado, como si no se hubiesen visto por primera vez hace unos minutos apenas, cosa que TaeHyung también pasó por alto en el momento en que la curiosidad le jugó en contra tal cual debilidad. Caminó hasta el lugar y se paró lo suficientemente cerca, sin dejar que la presencia del contrario invadiera su espacio personal y, colocando sus manos detrás de la espalda, estiró su cuello para enfocar su vista hasta el monitor. De pronto, los músculos de su mandíbula parecieron dejar de funcionar, pues su boca se había entreabierto instantáneamente ante la imagen que presenciaban sus ojos.

—¡Esa es la oficina del director! —el pelirrojo asintió con sonrisa picara a su afirmación y luego cerró la pantalla de golpe cuando, las personas que estaban viendo, comenzaron algo que ellos no necesariamente querían ver—. ¡Demonios! ¿Cómo es que tienes acceso a las cámaras del lugar?

El pelirrojo rió tontamente, provocando que sus ojos se convirtieran en dos simples finas líneas con gracia y de paso, causando una pequeña —de hecho bastante diminuta— sonrisa en TaeHyung; el castaño simplemente le miraba asombrado, pues ni siquiera él tenía posibilidad de ver el contenido que resguardaban las grabaciones de las cámaras del instituto.

—Soy Park JiMin, el mejor hacker de éste maldito lugar y todo Corea.

[...]

—Así que rastreé tu localización y aquí estoy. Al parecer Wang, ya sabes, mi chófer, conoce la residencia del señor Jeon y por eso llegué tan rápido...

TaeHyung simplemente no podía evitar darle rienda suelta a sus pensamientos, yendo de unos rebasados de asco y otros, cubiertos de desconcierto ante semejante acto de ofensa; luego de ser descubierto en la cocina, los mayores no parecieron demasiados afectados ante el suceso de TaeHyung observándolos y menos, cuando éste se limitó a pedir un vaso de agua y posteriormente, comenzar una discusión sobre dejar ingresar a un pelirrojo que había cortado con una fuerte tensión cuando había hecho sonar el teléfono desde la recepción.

—Por cierto, de haber sabido que era así de ardiente no me hubiera preocupado tanto por algún posible rapto o... violación.

El menor volvió a tierra cuando lo oyó decir lo ultimo con tono pícaro y, sin poder evitarlo, golpeó su brazo sin controlar la fuerza.

—JiMin, no seas idiota.

El aludido se mostró desconcertado ante tan corta oración que su mejor amigo le dirigió; generalmente, cuando TaeHyung solía encontrarse molesto por alguna impertinencia, tendía a soltar sus palabras sin medirse o siquiera anunciar que estaba pronto a acabar. Pero no hubo nada de eso, sólo se le veía ahí, sentado en la punta de la cama matrimonial con el ceño fruncido y su persona totalmente sumergida en quién sabe que clase de pensamientos.

—¿Te molestó que haya venido, TaeTae?

La expresión del castaño se suavizó de inmediato ante tales palabras y ni siquiera calculó el grado de cariño que expresó a través de su mirada, haciendo preocupar a JiMin; sin embargo no dijo nada, no hasta que TaeHyung tomó una de sus manos y se acostó en la cama en posición fetal, viéndolo.

—¿Cómo podría, hyung? Quédate todo el tiempo que quieras, hasta que me largue de éste lugar si es posible.

Era magnifica la forma en que la esencia de TaeHyung cambiaba tan repentinamente con la presciencia de una persona; cualquiera que lo viera actuar así, podría asegurar que era todo falso y simple juego, cosa que él no temería en asegurar aunque no fuese cierto. Pero ahí estaba JiMin, tan conocedor del gigantesco amor que TaeHyung tenía para entregar, pero aún así sorprendido.

—¿Realmente estás bien, TaeHyung? —apretó su mano con afecto sobresaliente, intentando transmitir todo el cariño que resguardaba su persona y, acariciando rápidamente su cabello esponjoso, se acostó junto a él.

Frente a frente, le observó reír despacio, sin una pizca de diversión o felicidad.

—Supongo que sólo extraño un poco a HoSeok.

JiMin asintió, sin estar realmente convencido del todo, pues por lo que sabía y había observado, la relación de ambos muchachos no era verdaderamente unida o afectuosa. Sólo esperaba con vehemencia que se tratase de aquello y no, del efecto que pudo surgir a través de la presencia de la nana de TaeHyung y su aparente relación con el señor Jeon.

—Me quedaré contigo, Tae.

Million Dollar Man •• KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora