Rhaegor, King With No Crown

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Rhaegor lloraba mientras estaba a lomos de Calix que rugía por sentir el dolor de su jinete. Durante el tiempo en que surcaban el cielo dragón y jinete, no paro de llover porque tal parecía que los dioses sentían su dolor y derramaban lágrimas con. Rhaegor se preguntó por qué, ¿Porqué los dioses no se apiadaron de tan dulce mujer que sólo quería una familia llena de amor y armonía? Quizá sea el hecho de que si nacías en una casa de dragones tu felicidad jamás estaría llena de paz, pero ¿Porqué ella? Su prima favorita, la que tanto quería, la que fue como su hermana, incluso más que Rhaenyra alguna vez lo fue. Él no conocía a los hijos de Rhaenyra y solo escuchaba de ellos por Rhaenys, su hermana lo quería, el sabía, pero ella no quería que el la desprecíara por sus decisiones cosa que nunca haría, el no era quien para juzgar sus decisiones pero ella no parecía verlo. Con Laena era diferente él no conoció a sus hijas por que no se le dio la oportunidad pero Laena siempre le habló de su sueño de ser madre y de morir como una jinete de dragon, calcinada.

Todo el viaje a el hogar de los Velaryon se la paso llorando y solo se calmó cuando pudo descargar todo su sufrimiento. Calix era parte de su alma y lo conocía tan bien que con tan sólo abrazar al gigantesco dragón todo mejoraba, según su perspectiva.

Viajo con un bolso no muy grande que llevaba sus utensilios esenciales para su cuidado personal, y viajo aproximadamente una semana para llegar a el lugar, ya qué por no haber viajado antes al lugar tuvo que guiarse de un mapa empapado por la lluvia.

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Mientras todos se preparaban en Marcaderiva para el funeral de la hija de los señores Velaryon, un rugido se oyó en todo lo alto haciendo temblar a algunos y sorprendiendo a la mayoría. Cuando levantaron la cabeza un enorme dragón blanco puro los sobre voló, otro rugido se oyó pero este parecía de dolor en vez de presentación como el de antes. Rhaenys y Corlys se miraron con una pequeña sonrisa, Rhaegor los consideraba parte de su familia después de todo estaban seguros de que no faltaría al funeral de Laena a quien consideraba su querida hermana.

Ambos señores de Marcaderiva se acercaron rápidamente al claro donde el gran dragón aterrizado seguidos por algunos ojos curiosos, que incluían a la familia real. Rhaenyra al darse cuenta de quién era se acercó junto a los dos Velaryon dejando a sus dos curiosos hijos con su marido que tenía una sonrisa de nostalgia y dolor.

El jinete platinado bajo de el dragón y se abalanzó a los brazos de ambos señores, el era un poco más alto que ambos pero lucia mucho más joven. Los abrazo con fuerza mientras ambos le agradecían por venir, Corlys se separó del abrazo y dejó que Rhaenys llenará de besos la cara de Rhaegor como se había acostumbrado.

-Hermano- dijo Rhaenyra con una pequeña sonrisa y lágrimas en los ojos.

Rhaegor se separó de Rhaenys y se acercó a su hermana mayor con una sonrisa triste -Qué bueno es ver que estas bien, Nyra- respondió mientras la abrazaba.

Cuando se separó sintió un peso en su cintura, miró hacía abajo y noto a las pequeñas Rhaena y Baela que lo abrazaban mientras lloraban -¡Tío!- gritaron llorando por la perdida de su madre. Él las abrazo con cariño y les susurro palabras de cariño y aliento.

Cuando se pudo separar de ellas, camino con Rhaenys, Corlys, Rhaena y Baela (las últimas dos no se quisieron separar) para empezar la ceremonia de entierro. Mientras el caminaba, muchas persona, por no decir todos, se quedaron embobados observándolo, algunos incluso se atrevieron a aspiras sus feromonas y se sorprendieron al darse cuenta de que era un alfa dominante. Rhaegor se concentró en la ceremonia al igual que todos los que lo conocían, mientras tanto el resto sólo lo miraba como si fuera la cosa más atractiva y deliciosa que habían visto en sus vidas, lo cual no era exageración, Rhaegor era una bendición a los ojos que lo vieran, sus rasgos valyrios mezclados con los rasgos delicados y únicos de los Vidont lo hacía único en su clase. Incluso había omegas que se estaban mojando al verlo y la mayoría tenía un sonrojo notable.