En los fríos y oscuros días de febrero de 1955, el Departamento de Detección de Doppelganger (D.D.D) operaba con una precisión mecánica en el oscuro conjunto de apartamentos. A través de las sombrías paredes, resonaban las reglas inflexibles que regían el funcionamiento del departamento, establecidas por la protección de la comunidad de los peligrosos seres que acechaban en las sombras.
La primera regla, inscrita en letras negras sobre un fondo blanco en el manual para los nuevos porteros, era clara y contundente: "Determinar si la persona que desea entrar a su edificio es o no un doppelganger". Esta sencilla instrucción capturó la esencia misma del trabajo del portero, una tarea llena de riesgo y responsabilidad. Con ello en mente, los porteros debían mantener una vigilancia constante y una mente aguda para detectar señales de mentira entre los residentes y visitantes del edificio.
La segunda regla, acompañada por ilustraciones detalladas de las formas en que los doppelgangers podían generar imperfecciones en su apariencia física, recordaba al portero la importancia de prestar atención a los detalles más pequeños. Desde un ligero titubeo en el habla hasta un gesto incongruente, cada pista puede ser crucial para detectar un impostor.
La tercera regla, escrita en negrita y subrayada en rojo, exigía que el portero completara la lista de verificación de cada vecino sin excepción. Cada nombre, cada número de piso, debía ser revisado y marcado según corresponda, sin dejar pasar ningún detalle que pudiera comprometer la seguridad del edificio. El incumplimiento de esta regla podría resultar en graves consecuencias tanto para el portero como para los residentes confiados a su cuidado.
La cuarta regla, impresa en una etiqueta roja brillante junto a la ventanilla de seguridad, recordaba al portero la importancia de observar atentamente a cada individuo que se acercara. Cualquier señal de comportamiento sospechoso o anomalía física debía ser investigada de inmediato, sin vacilación ni demora. La ventanilla de seguridad se convertía en el último bastión de defensa contra la infiltración de los doppelgangers en el edificio o de algún ataque contra el portero.
La quinta regla, representada por una serie de botones codificados en la consola de control, proporcionaba al portero las herramientas necesarias para tomar decisiones rápidas y precisas. Si se determinaba que un individuo no era un doppelganger, se le permitía el ingreso al edificio con un simple toque de botón. Si, por el contrario, se confirmaba la presencia de un impostor, el botón de emergencia debía ser accionado de inmediato, alertando al equipo de respuesta rápida del D.D.D y evitando así una potencial amenaza para la seguridad de los residentes.
La sexta y última regla, marcada en letras doradas sobre el teléfono de línea directa con el D.D.D, recordaba al portero la importancia de mantener una comunicación constante con el departamento central. Cualquier incidente o sospecha debía ser reportado inmediatamente, sin importar el momento o las circunstancias. La colaboración y el intercambio de información entre los porteros y los equipos de respuesta operativa eran fundamentales para garantizar la eficacia de las operaciones de DDD.
Nota adicional: Sobre todo, en el presente año (1960) se enfatiza que el portero no debe relacionarse con el lechero quien también es conocido por su nombre en inglés, milkman. Según registros, esta ha sido una nota dejada por porteros anteriores como una advertencia final.
"En sus ojos encuentras el amor que anhelas, pero también la oscuridad que te consume"
La razón detrás de esta advertencia se mantiene en secreto, pero el tono serio y grave con el que se presenta deja claro que se trata de una regla que no debe ser ignorada bajo ninguna circunstancia.
ESTÁS LEYENDO
Reflejos entre espejos | Francis Mosses (milkman)
Bilim KurguEn un tranquilo pueblo rural, donde las calles adoquinadas parecen susurrar secretos ancestrales, vive Francis Mosses, un apacible vendedor de leche. Sin embargo, la monotonía de su vida se ve sacudida cuando comienza a notar extrañas coincidencias:...