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La verdad es que el señor del fuego Sozin derroto al ejército de nómadas aire, hace 100 años.

Eso es lo que dicen los libros de historia de la nación del fuego. Mismos libros que el tutor de Ashbel le hizo memorizar y gracias a eso, ahora está aquí, de camino al Templo Aire del Sur.

Aunque no se supone que una chica de 13 años explore sola un templo abandonado, su hermano la dejo plantada y, como estaba cerca de Las Montañas de Patola y no quería volver a casa tan pronto, decidió ir a explorar. 

Ashbel nunca había visto ningún templo de los nómadas aire, dado que no la dejaban salir mucho, pero sabía dónde estaban. Y gracias a que era casi de noche, pudo orientarse con las estrellas. O eso esperaba. Aunque, con su humor actual, tampoco le molestaría perderse por un tiempo.

Camino, comió fruta de los árboles, escalo y voló con ayuda de su fuego control. Esa fue su rutina por horas, ya que, aunque estaba cerca, subir la montaña hasta el templo era bastante tardado y cansado. A mitad del camino sus piernas comenzaron a doler y su respiración se volvió agitada. No es que estuviera fuera de forma, ¡claro que no! Pero subir la montaña hasta el templo estaba resultando ser más duro de lo que esperaba.

Tal vez Ashbel no se hubiera esforzado tanto por llegar al templo si lo que la motivaba fuera la simple curiosidad, pero eso no era así. Lo que realmente la motivaba era responder ciertas preguntas sobre el ejército nómada, preguntas como: ¿Que armas usaban? ¿Cuáles tácticas de batalla usaron? o ¿Como eran sus armaduras? Esas preguntas nunca se las supieron responder, sin importar a quien le preguntara, nadie sabía. Por eso estaba decidida a responderlas por su cuenta cuando llegara al templo.


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Llego al templo al amanecer. Sus piernas dolían, su ropa estaba empapada de sudor y, por la altura, le costaba respirar. Sin embargo, estaba feliz; tan feliz que ni el cansancio ni el frio del suelo, en el cual se acostó, le quito su sonrisa.

Explorar, llevar su cuerpo al límite y arriesgar su vida siempre le da una sensación de liberad que la relaja y le permitía olvidar. Olvidar los problemas de su rota familia, las expectativas de su nación y la decepción en los ojos de su padre por no ser como su hermana, por no ser una maestra fuego prodigio.

Por eso estaba feliz, por alejarse de todo y olvidar por un momento su situación. Estaba tan relajada que ni siquiera se dio cuenta cuando se quedó dormida.

Lo que si noto fue la abrupta manera en que despertó. Y eso fue cuando un lémur de grandes orejas y ojos saltones le cayó encima, justo en el estómago. La brusca llegada del lémur la dejó sin aire por unos instantes y ocasiono que se sentara de inmediato agarrándose el estómago. Cuando logró recuperar el aliento, se encontró con la mirada curiosa del pequeño peludo.

Fuego y Amor || Aang x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora