𝙲𝚊𝚙. 𝚇𝙸𝚅

601 61 1
                                    

Lisa huyó del bar con lágrimas acumulándose en sus ojos.

—No de nuevo. —apartó bruscamente una lágrima de su mejilla mientras seguía caminando.— ¿Por qué siempre pasa esto? 

El progreso que había tenido estos días se vino abajo por completo, hoy le quedaba totalmente confirmado que las personas a su alrededor siempre iban a huir de ella, de la manera que fuera, y esta vez había sido la peor, ¿qué tan mala persona se veía para que Laura pensara que iba a matarla? 

La castaña sentía el corazón roto, se sentía incapaz de ser amada y empezaba a aceptar que lo mejor era mantenerse lejos de todos para no hacer más daño a nadie. 

El bar se encontraba un poco apartado de la ciudad, quedaba justo en la parte alta, en una pequeña colina donde no muy lejos había un gran mirador que le permitía una vista completa de la ciudad, Lisa subía las pequeñas escaleras hasta llegar a aquel mirador, por la hora no había nadie, se acercó hasta estar en frente de las barandas de seguridad para que nadie cayera por la gran distancia que tenia el mirador con el césped debajo de el.

Lisa contempló la vista con los ojos cansados e hinchados, la ciudad era tan grande y llena de personas, pero parecía que ahí fuera nadie podría estar junto a ella sin hacerse daño. Cayó de rodillas en el frío concreto con las manos en las barandas, aún mirando la boiota vista que la tranquilizaba un poco.

—Por poco pensé que ibas a saltar. —Lisa escuchó la voz de una chica aproximarse, sus tacones resonaban en medio del silencio.— Espero no lo estés pensando.

Lisa giró un poco su cabeza para mirarla, la chica vestía similar a ella, calculó rápidamente que era igual de alta, pálida y llamativa por su cabello color zanahoria, en su mano traía un cigarro, al que le daba una calada y luego liberaba el humo mirando hacia el cielo. La chica le tendió la mano para ayudarle a levantarse, Lisa miró su mano y luego a los ojos de la chica, negó con una mueca triste.

—Vete, lo mejor es que te vayas antes de terminar loca o odiarme por alguna razón. —La ahuyentó con su mano y luego volvió su vista a la ciudad, escuchó una pequeña risa proveniente de la extraña.—

—Veo que tuviste una mala noche. —La chica hizo caso omiso y se acercó más a ella, poniéndose de cuclillas a su lado observando la vista.— Todos nos hemos sentido así, no te preocupes, las cosas mejoran.

Lisa bufó, sintió un nudo en su garganta y miró con ojos llorosos a la chica a su lado.

—No, nunca mejora. —Su voz se rompió un poco.— Todos siempre vienen a decirme que las cosas mejoran, que es solo un mal día y no una mala vida, pero nunca pasa nada bueno, nunca.

Soltó un sollozo al terminar de decir aquella, la chica a su lado juntó sus cejas un poco preocupada por su llanto tan lleno de tristeza.

—Yo... Lo siento. —La pelinaranja no sabía que más decir, Lisa negó y volvió su vista al paisaje aún llorando.— Sé que no me conoces, pero te aseguro que he estado en la misma situación y sé como te sientes, también sé que siempre me siento mejor cuando me desahogo con alguien. ¿Qué te parece si me cuentas lo que pasó? Tal vez pueda ayudarte, o solo escucharte, será un placer.

Lisa lloró más fuerte pero empezó a contarle todo a aquella extraña, estaba tan al limite que no le importaba estarle contando hasta que había comido ayer a esa chica con tal de quitarse un peso de encima. La pelinaranja estuvo sentada a su lado escuchando todo con atención, Lisa hablaba y aveces se detenía para llorar un poco siendo consolada con un apretón de mano por ella, cuando la castaña terminó de hablar hubo un pequeño silencio.

Cupido me odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora