Para una adolescente como Novalie Montage es un sueño conocer al idolo del que está enamorada, pero no contaba con que su enamoramiento platónico por Tom Kaulitz llegara a ser una realidad, una cruda realidad que le hizo cambiar de opinión de todas...
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—Señorita Montage. —llamaron detrás de mi.
Maldición, era la profesora Wagner.
Me dí la vuelta y vi a la protagonista de todas mis pesadillas, una señora de cuarenta y tantos con su fingida sonrisa amable y su cabello bien arreglado, su perfume olía a metros de distancia y hacía que me diera dolor de cabeza, tenía su uniforme bien planchado y los labios de un Fucsia que odiaba.
—Señorita, Wagner. —saludé.
—¿Quién es el caballero, Novalie? —preguntó mirando a Tom de arriba a bajo y hasta le apareció una sonrisa pícara en su rostro al ver lo bueno que estaba el hombre frente a mi.
Vieja morbosa pensé.
—El... El es...—
—Su primo. —me interrumpió Tom.
—¿Su primo? —preguntó la bruja Wagner.
—¡Si! El es mi primo. —sonreí.
—Mmm hace mucho que no veo a tu familia, Novalie. —entrecerró los ojos.— ¿Es tu primo materno o paterno?
—Amm el...pa—
—Materno. —volvio a interrumpirme.— Soy hijo de una hermana de su madre. —me señalo.— Mi padre es alemán por esa la razón de cómo hablo. —sonrio y vi como Wagner le sonrió de vuelta con coquetería.
—Es un gusto señor... —dejo la palabra en el aire para que el lo contestara.
—Tom.
—Tom. —repitió la profesora.— ¿Y que haces por aquí, Tom?
—Oh, vengo a recoger a mi prima. —respondio relajado apoyandose en las rejas.
—¿Tan temprano? Pero si aún no ha acabado la jornada. —miró su reloj.
—Lo sé, pero me envía su padre, tenemos un tema familiar un poco complicado y esta furioso e intranquilo que me mandó a mi. —le dijo el exagerando gestos y la profesora lo miró con extrañeza.— Sí desea puede hablar con él, pero créame que no es una buena idea, esta insoportable.
Wagner soltó una pequeña risita.
—Conozco al señor Montage. —aseguró— Y sé lo impaciente que es, así que apúrense, yo tengo clase en este momento.
La profesora llamó al guardia quien abrió las puertas.
—Muchísimo gusto señorita...
—Marie. —respondió esa bruja mirandolo con ojos de enamorada.
—Un gusto, Marie. —él le sonrió de lado.— Ahora me tengo que llevar a esta señorita a casa o mi tío se pondrá histérico. Espero volvernos a ver. —tomó mi mano y yo agarre con más fuerza mi bolso que cruzaba por mi pecho.
