9 - La trampa mortal

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En medio de la penumbra del pasadizo, Ludmila y Barbara avanzaban con cautela, seguidas de cerca por sus amigos. Sin embargo, en un giro inesperado de eventos, Jonas Sparks y los hermanos Jackson, en quienes habían confiado, los traicionaron.

De repente, Jonas emergió de las sombras, bloqueando su camino junto con los hermanos Jackson. En un instante, el ambiente tenso y peligroso se hizo evidente cuando los tres hombres sacaron cuchillos y los apuntaron hacia Ludmila y Barbara.

—¡No pueden ir más lejos! —gritó Sparks, con una mirada salvaje en sus ojos—. Sabemos lo que están buscando, y no vamos a dejar que lleguen a ninguna parte.

Ludmila y Barbara retrocedieron confundidas, sintiendo el frío filo de la amenaza en el aire. Estaban atrapadas, rodeadas por aquellos en quienes habían confiado.

El corazón de Ludmila latía con fuerza en su pecho, mientras intentaba pensar en una manera de escapar de esa situación desesperada.

—¿Por qué están haciendo esto? —preguntó Ludmila, tratando de mantener la calma a pesar de la creciente sensación de pánico que la invadía.

Los hombres intercambiaron miradas siniestras, sin ofrecer una respuesta satisfactoria. Estaba claro que tenían motivos ocultos y oscuros que estaban decididos a proteger a cualquier costo.

Mientras tanto, Ludmila y Barbara se miraron, compartiendo un entendimiento silencioso de que debían encontrar una forma de escapar antes de que fuera demasiado tarde.

Sin embargo, estaban en desventaja, rodeadas por hombres armados y sin una salida clara a la vista.

En ese momento, Ludmila se aferró a la esperanza de que sus amigos, fuera de la habitación, se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo y vinieran en su ayuda antes de que fuera demasiado tarde.

Con un valor desesperado, Timothy y Elaine escucharon los gritos de Jonas, descendiendo a través del pozo, adentrándose en las profundidades desconocidas del pasadizo subterráneo.

A medida que avanzaban, el sonido de la lucha se intensificaba, indicando que se estaban acercando a la habitación donde Ludmila y Barbara estaban siendo retenidas por Jonas Sparks y los hermanos Jackson.

Finalmente, llegaron a la habitación iluminada por una luz mortecina que se filtraba desde el exterior. Lo que vieron los dejó sin aliento:

Ludmila y Barbara estaban luchando con todas sus fuerzas contra Jonas, Samuel y Ronald Jackson, que blandían cuchillos amenazadores.

Sin dudarlo, Elaine y Timothy se lanzaron a la refriega, uniéndose a la batalla campal para desarmar a los hombres y liberar a sus amigas. La habitación se convirtió en un caos frenético de golpes, patadas y gritos, mientras luchaban por su libertad.

En medio del caos, Timothy recibió un golpe fatal en el abdomen, cayendo al suelo con un gemido de dolor.

Sin embargo, su sacrificio permitió que Ludmila, Barbara y Elaine pudieran desarmar a los hombres y abrirse paso hacia la salida.

Barbara temblaba de dolor y angustia mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. La horrible imagen de Timothy, su amado novio, yacía frente a ella, su cuerpo inerte en un charco de sangre.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal al recordar el momento en que fue acuchillado, el brillo de la hoja reflejando el terror en los ojos de Timothy.

Ludmila, sintiendo el desgarrador dolor de su amiga, se apresuró a su lado. Con manos temblorosas, la abrazó con fuerza, tratando de ofrecer algo de consuelo en medio de la desesperación.

—Barbara, estamos juntas en esto, vamos a salir de aquí —susurró, su voz—. Apenas un susurro en el aire cargado de tensión.

Barbara se aferró a Ludmila como si fuera su última tabla de salvación. A pesar del miedo que la consumía, se aferró a la esperanza de escapar de aquel terrible lugar.

Con el corazón palpitando con fuerza, siguieron adelante, cada paso lleno de intrepidez y temor.

Ludmila lideró a su grupo por el oscuro pasadizo, sin saber qué peligros acechaban en la oscuridad. Avanzaron con cautela, con cada movimiento, acercándolos un poco más hacia la libertad.

En el transcurso, encontró la trampilla por la que subieron la noche anterior.

Pero esta se encontraba bloqueada por un enorme pilón de concreto que ocultaba la salida, siendo que aquel lugar, se encontrara lleno de escombros, con las escaleras rotas y oxidadas, por lo que tuvieron que seguir adelante, con una ventaja inutilizada.

Finalmente, llegaron a una cueva oculta, iluminada débilmente por la luz que se filtraba desde el exterior.

Las estalactitas gigantes colgaban del techo, creando una atmósfera surrealista y ominosa.

Con el aliento agitado y los corazones palpitando con excitación y miedo, Ludmila, Barbara y Elaine se adentraron en la cueva, sin saber qué nuevos desafíos les esperaban en su búsqueda de la verdad y la justicia.

El sonido de sus propios latidos retumbaba en sus oídos mientras corrían dentro de la cueva, el refugio improvisado que les ofrecía la única posibilidad de salvación.

Cada sombra parecía cobrar vida, cada ruido los hacía detenerse y contener el aliento, temiendo ser descubiertos por sus perseguidores.

En un oasis en medio del caos que los rodeaba. Ludmila empujó a Barbara hacia adentro, instándola a entrar más al fondo mientras vigilaba el pasadizo en el que se encontraban, alerta ante cualquier señal de peligro.

Al estar más lejos, Barbara se dejó caer al suelo, sus sollozos resonaban en las paredes de la cueva. Ludmila se arrodilló a su lado, ofreciendo su apoyo silencioso mientras compartían un momento de dolor y de esperanza frágil.

En la oscuridad del lugar, rodeadas por la incertidumbre y el peligro, Barbara encontró un pequeño rayo de luz en la presencia reconfortante de Ludmila.

Juntas, enfrentarían los desafíos que se interponían en su camino, aferrándose a la esperanza de un mañana mejor, lejos del horror que habían dejado atrás.

Con un coraje renovado, los perseguidores los encontraron, pero Ludmila, Barbara y Elaine se defendieron valientemente, arrojándoles piedras y estalactitas que yacían en el suelo, hacia sus agresores.

El sonido de las rocas chocando con el suelo, resonaba en la cueva, creando un caos ensordecedor que ahuyentaba a los hombres que los perseguían.

Jonas Sparks y los hermanos Jackson retrocedieron ante el ataque repentino, sus rostros llenos de sorpresa y furia mientras eran repelidos por la lluvia de proyectiles.

Con un grito de frustración, se retiraron, desapareciendo en la oscuridad de la cueva mientras Ludmila y sus amigos respiraban aliviados.

Sin embargo, no tenían tiempo para celebrar su victoria. Con el corazón aún latiendo con fuerza por la adrenalina de la batalla, continuaron avanzando por la cueva, con la esperanza de encontrar una salida que los llevara de regreso a la seguridad del mundo exterior.

La luz se filtraba débilmente desde una abertura en la roca, guiándolos hacia adelante mientras sorteaban las estalactitas y las formaciones rocosas que bloqueaban su camino.

Cada paso era una lucha, pero estaban determinados a no rendirse hasta que estuvieran a salvo.

El grupo avanzaba con cautela por la oscura cueva, iluminando su camino con sus linternas y los celulares.

Cada paso resonaba en la caverna, creando un eco que parecía burlarse de su miedo palpable.

Elaine cambio de lugar, liderando el grupo, seguida de cerca por Barbara y Ludmila, con los ojos abiertos de par en par, alertas ante cualquier sonido o movimiento.

El aire estaba cargado de un olor rancio y húmedo, impregnado con el aroma de la muerte.

Sorpresivamente, Barbara tropezó con un hueso, el grupo se estremeció, consciente de que cada uno de esos restos representaba una vida perdida en las profundidades de la cueva.

Ludmila se aferraba con fuerza a su linterna, tratando de mantener la calma a pesar del miedo que amenazaba con abrumarla.

Cada sombra parecía cobrar vida ante sus ojos, cada susurro del viento resonaba en sus oídos como un susurro siniestro.

—Tenemos que seguir adelante —dijo Ludmila, tratando de infundir valentía en sus palabras—. No podemos permitir que el miedo nos paralice.

El grupo asintió en silencio, decidido a seguir adelante a pesar de la inquietante atmósfera que los rodeaba.

Con cada paso, se acercaban un poco más a la verdad oculta en las profundidades de la cueva, una verdad que estaba lejos de terminar. 

La Habitación del EcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora