UNA FAMILIA ALGO DISFUNCIONAL

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El temor que me invadió al ser dejado en aquel lugar se hizo realidad, llevaba en este lugar apestoso durante más de dos semanas... no supe cuántos días habían pasado, en este sitio pierdes la noción del tiempo, ¿sabes? Pero definitivamente habían pasado dos semanas. Este lugar había borrado la sonrisa en mi cara, mi humor había decaído y me había vuelto tan amargado como Sionis era de normal. "¿Por qué?" te preguntarás... Mi respuesta es, ¿CÓMO NO AMARGARME EN UN PUTO ASILO? 

Las terapias eran terribles, un hombre desagradable, con un aliento deplorable, se sentaba frente a mí y me pedía que yo le diera información de mi vida. Suena bastante normal, ¿no? Al fin y al cabo era una terapia, literalmente he descrito el significado de terapia. ¿Cuántas veces he dicho "terapia" en este único pensamiento?

Sin embargo no tardaron en detectar el claro problema que tenía con la alimentación, aunque ellos fueron los que lo denominaron problema, pues yo simplemente no tendía a comer. No se me generaba ese apetito, ¿qué quieren que le haga yo al respecto? Bueno, empezaron a obligarme a comer; pero a comer cantidades ingestas de comida. Literalmente estaba comiendo en días lo que yo comía en meses. Me sentía repugnantemente lleno, mis intestinos desacostumbrados a tener esa cantidad de comida circulando por ellos se retorcían constantemente, generando sonidos desagradables cada poco tiempo; consecuentes de la digestión en mi estómago. Algo que no experimentaba desde hacía décadas. Me sentía asqueado conmigo mismo, los médicos eran molestos... me trataban como a un niño pequeño, como si fuera una víctima, una víctima de mi enfermedad. Pero yo no estaba enfermo, para nada.

¿Yo una víctima? A esta gente se les olvida que prácticamente fui encerrado por dejar en estado post-lobotómico a unos cuanto políticos. Era una absoluta vergüenza tener encima a otros adultos, preocupados por mi estado anémico, era tanto la situación que no me permitían ir a solas al baño; por temor a que vomitase lo comido. ¿Pero por qué coño esta gente se piensa que tengo bulimia? Cada segundo que pasaba en el interior de Arkham tenía más y más ganas de liarme a apuñaladas con la gente que allí dentro residía. Este lugar limitaba tanto mis capacidades, que hasta mi personalidad extrovertida se vio afectada. Podría haber conseguido algunos amigos trastornados y peligrosos de este lugar, para en algún futuro usarlos para causar estragos por Gotham. Pero no, estaba tan sumamente aburrido y enfadado durante la mayor parte del día que era incapaz de hablarle bien a alguien. Sí, realmente fue una buena idea la de que los cubiertos sean de plástico, que alguien le de un ascenso a esa persona.

— Oh, guardián, ¿cuándo veré a Alicia? Mi paciencia flaquea en esta estancia, ¡y el eco del té marca su presencia, en un rincón donde se disipa la gracia! — 

Escuché no muy lejos de la mesa en la que tranquilamente barajaba mis cartas de póker. Ladeé mi cabeza suavemente, mirando al lugar del que procedía aquella voz, no encontrando a nadie hasta que miré un poco más hacia abajo. Allí estaba un hombrecillo, de como mucho un metro y medio de altura, que pese a sí cumplir con el código de vestimenta, portaba un sombrero verde de copa, del que colgaba un reloj de bolsillo. ¿Qué sentido tenía que eso estuviera allí? ¿Y por qué le dejaban llevar un sombrero? ¿POR QUÉ hablaba en verso?

— Jervis, aún no te has recuperado del último brote psicótico. No puedes irte de aquí. Además, ya sabes que Alicia no existe. —

— ¿¡Cómo puedes decir que Alicia es ficción!? Mis brotes no tienen de ella conexión. ¡Los fármacos que me dan son la razón, de estos delirios y mi confusión! — Exclamó con molestia el hombre más bajito, casi pataleando. Su forma de expresarse era cuánto menos peculiar, aunque no por ello resultaba desagradable. Si bien era raro encontrarte con una persona que utilizase un lenguaje así de sofisticado; excepcionando el hecho de que debías pararte a pensar en el significado de sus palabras, era bonito de escuchar. Como si tuvieras en frente un poema. Me sentí fácilmente fascinado por el hombre, que pese a su notoria falta de razón, llamaba la atención... ¡Vaya! Se me estaba pegando su forma de comunicarse y todo. Reí suavemente, por primera vez en literalmente una semana... Lo que llamó la atención de quienes allí se encontraban. Me acerqué a ellos.

𝐓𝐇𝐄𝐑𝐄'𝐒 𝐀𝐋𝐖𝐀𝐘𝐒 𝐀 𝐂𝐇𝐎𝐈𝐂𝐄. [BatJokes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora