18

251 26 18
                                    

“...Es la calma que precede a la tormenta.

Como el que se santigua cuando va a la guerra…”

Por fin San tocó el timbre de su casa, emocionado y ansioso por ver las caras de las personas que más amaba.

Jongho abrió la puerta arrojándose a sus brazos, gritando 

—¡Papá! ¡ha vuelto papá!—  siendo levantado por este y llenado de besos cariñosos entre risas.

—Cuánto te extrañé mi vida, no sabes como te eche de menos— le susurraba mientras entraban dentro de casa, sintiéndose por fin pleno.

Dejó las enormes bolsas que traía en el sofá para sujetar con más fuerza a su hijo, mientras se acercaba a besar a Karina que lo esperaba emocionada.

—¡¡Mamá mira!! ¡papá trajo montones de regalos!— gritaba nervioso, removiéndose para que lo dejaran en el suelo e ir a abrir todos aquellos paquetes.

San le extendió aquella gran caja que tenía la consola, sacando su teléfono para hacer un video de aquel momento que recordaría para siempre, quizás, porque sería el último regalo de verdad que le podría comprar.

El grito de Jongho los dejó con los oídos tapados, mientras tiraba el papel que lo envolvía destrozado hacia todas partes como una lluvia de colores.

No se demoró ni un momento en volver a abrazarlo y agradecerle por aquello, mientras corría a conectar todo en el televisor, saltando.

San le entregó las bolsas a Karina, que abrió despacio una a una, observando con detenimiento todo lo que contenían.

No reconoció qué fue lo que le supo amargo, pero al ver todas esas cosas ella lo entendió… ella fue capaz de percibir en la mirada de su marido que, lo que tanto temía, había pasado.

Tragó y sonrió, convencida de que aquella afirmación se iría con ella a la tumba, por el bien de su familia, por la vida de su hijo.

Unos días después, mirando las noticias después de cenar, su marido vio algo que le llamó la atención.

La foto del hombre amigo de Wooyoung, que había conocido en la fiesta, apareció en toda la pantalla de la televisión.

Subió el volumen llamando a Karina para que también lo viera.

—Este chico, era un invitado de la boda a la que fuimos— le explicó esperando que el noticiero desarrollara un poco más y entender porqué salía aquella imagen.

Joven millonario pierde la vida en un viaje por las islas maldivas, cayendo su coche al mar tras salirse de la carretera por un acantilado, la policia asegura que se trata de un suicidio…”

—Vaya— exclamó ella —Se ve que los ricos también tienen problemas— afirmó mirando a su marido que seguía con la vista fija en el televisor.

—Tendré que llamar a Wooyoung para darle nuestras condolencias, estará muy triste— soltó cogiendo su teléfono y marcando el número que rápidamente fue contestado.

—Yo… lo sentimos mucho Woo, sé que era tu amigo, de verdad que lo sentimos, si necesitas algo ya sabes— le dijo con tranquilidad.

—Gracias, lo tendré en cuenta— fue la respuesta que recibió, quedándose sorprendido porque el contrario colgó la llamada así de golpe.

—Déjalo, estará agobiado— le sugirió su esposa y él asintió con la cabeza, apagando todo para irse a dormir.

Jongho aquella noche vino a hurtadillas a meterse en la cama del matrimonio, aferrándose a los brazos de su padre al que había extrañado tanto.

¿Cuál es el precio de un corazón? Woosan SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora