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“...Es increíble

todo lo que 

podemos aguantar 

con tal de no 

perder a alguien…”

—¿Otra vez hablando solo?— Preguntó el recién llegado a espaldas de San, caminando despacio hacia él, trayendo una nueva copa llena y ofreciéndosela.

Le miro con una mirada indescifrable y aquella cara de niño bueno que tenía delante, le llevó a tomar un gran sorbo del nuevo trago.

—¿Otra vez acechándome por la espalda?— respondió enderezandose, caminando en círculo alrededor de él, observando.

Woo rio con gesto malicioso y se le acercó.

—¿Sabes? a veces me confundes… pasas de mirarme con cara de querer estrangularme a mirarme como ahora, con esos ojos encendidos y los labios brillantes que hasta parecen que fueran de amor— soltó riendo con fuerza, mientras tocaba con la yema del dedo los labios del contrario, que estaba quieto en su lugar procesando lo que acababa de oír.

Repentinamente comenzó a reír, llevando su mano hacia la nuca de Wooyoung, atrayéndolo hacia él y atrapando su boca en el proceso.

Ninguno hizo nada por romper aquel beso, más bien lo opuesto, porque un par de manos se instalaron en el pecho del más alto y él deslizó la tenía en su nuca para sujetarlo de la mandíbula, como temiendo que fuera a escapar.

Nada más lejos de la realidad, Woo tenía muy claro lo que quería y aunque no supiera si podría lograrlo o no, habitualmente encontraba la manera de salirse con la suya.

—¿Volvemos al hotel?— le susurro en medio de aquel cruce de lenguas.

San dudo, sopesando un poco la situación pero, sin saber si era por el alcohol o porque, asintió con la cabeza, dibujando una sonrisa enorme en la cara del contrario.

La llegada al hotel fue tranquila, no hubo besos en el coche ni tampoco en el ascensor, pero en cuanto abrieron la puerta de la habitación Wooyoung se abalanzó sobre su compañero, estampandolo contra la pared mientras a tropezones se quitaba el saco y desataba su corbata.

Se separó de golpe, respirando hondo, mientras que San le observaba despeinado y con la camisa a medio desprender, aún apoyado en la pared.

—Te espero en el jacuzzi— ordenó el chico rico mientras se perdía en la oscura habitación.

San de golpe cayó en cuenta de donde estaba, de lo que estaba haciendo y literalmente se aterrorizo.

Se metió en su baño y se miró al espejo.

No iba a mentir, estaba ansioso, caliente como hace tiempo no recordaba, pero asustado.

Cerró los ojos y no pudo ver en su mente más imágenes que los labios de Wooyoung y la piel de su cuello, mientras recordaba los pequeños jadeos que se le escapaban entre beso y beso.

“a la mierda” se dijo a sí mismo para darse valor “allá vamos” se repitio buscando entre la penumbra el camino hacia aquel jacuzzi.

Se acerco despacio, aun con toda su ropa puesta y apenas pudo soltar un “joder” en cuanto lo vio.

Woo estaba dentro de aquella bañera de burbujas con luz azul, el agua le llegaba hasta la cintura y tenía la cabeza recostada hacia atrás con los ojos cerrados.

¿Cuál es el precio de un corazón? Woosan SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora