★彡『 1. EGOISTA. 』彡★

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𝐅𝐑𝐀𝐍𝐂𝐈𝐒 𝐌𝐎𝐒𝐒𝐄𝐒 𝐏𝐎𝐕;;

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Nadie entiende que mantiene mis ojos abiertos por la noche, insomnio crónico, un diagnóstico acertado si no fuese porque yo ya tenía la causa, gravada en el fondo de mi alma, y aquella causa tenía nombre y apellido.

- Angus Ciprianni. - uno de mis clientes frecuentes, cada día a la misma hora dejo una botella marcada de bonita caligrafía, la mejor que puedo hacer, aquel hombre atormenta mi cabeza, no me deja hacer mi trabajo en paz, me tiene enfermo, que asco, ese extravagante sonriente y perfecto hombre es mi única debilidad real, lo único que tumba mis murallas y me deja expuesto como un conejo frente al cañon de una escopeta, la escopeta de un cazador de pulso nervioso.

Un salto, un movimiento, un respiro, y es mi fin, necesito esto, mi trabajo, no hay nada más importante que mi reputación. Si la gente supiera que me gustan los caballeros... Que me gusta ese caballero, seré un demonio, un enfermo, un perturbado. Pero lo único que parece asustarme es que él-

- Francis! Que encantador verte esta mañana! - Robertsky Peachman, el menos favorecido de los dos hermanos me saluda con un tono aletargado, común de el. Es un hombre sensible aunque bruto, de un oficio que favorece su fuerza física, se conoce mucho de las personas al servirles, al ayudarles. Yo conozco a cada residente, sus problemas, preocupaciones y alegrías, de todos menos de Angus, se muestra extravagante, abierto, pero no se sabe nada de él.

- Robert, que sorpresa verlo tan temprano - respondo educado de vuelta, levanto mi gorra levemente antes de volverla a asentar, cubriendo mis cabellos y presionando algunos contra mi frente. Nunca me gustó la gorra del uniforme, pero tampoco me gusta mi cabello, es un dilema.

→ - realmente un deleite, aunque estos días no entrego leche en tu puerta, ¿Como está tu hermano? - pregunto para seguir con la cordialidad, aquello debe ser la insignia de mi persona. Aunque parece que todos me conocen por mis problemas de sueño y la aparente depresión que cargo encima, no soy depresivo, solo pensativo.

- no muy bien Francis, ya sabes, llegó a casa como si hubiese visto un fantasma hace apenas unos días, no habla de ello, pero pienso que fue... Fue una de esas cosas - claro, Albertsky no ha salido de aquella casa en una semana no creo que sea bueno para el encerrarse, cuatro paredes perjudican más que favorecer. Doy mis condolencias, aunque no se trata de un muerto, antes de tomar mi canasta y caminar al segundo piso, soy egoísta, y me doy golpes de pecho por ello, se que los hermanos Peachman deben de estar sufriendo, pero todo el conjunto de apartamentos lo hacemos, y soy creyente de que aquellas bestias no deben quitarnos la calma.

Así que lo único que queda que me quita la calma es el castaño. Tan perfectos ojos no deberían pertenecer a un varón...

Tan perfecto rostro no debería pertenecer a un varón, tan perfecta piel, tan perfecto cabello y porte, estoy enfermo, enfermo de amor por él. Camino por los pasillos con aquel intrusivo molesto pensamiento, soy egoísta tan egoísta, quiero dedicar mi momentánea alegría mañanera a el y solo a el, antes de que llegue la apatia nocturna y la cortesía seca, quiero amanecer a su lado, prepararle malteadas de desayuno y esperar por el como una ama de casa. Quiero ser una dama para ser su dama. Para ser su esposa, su único amor. Para ser la razón del brillo en sus ojos de la sonrisa en sus labios, del rápido latir de su corazón.

¿Es egoísta querer ser la razón de vivir del soltero del edificio? Estoy realmente enfermo

— Francis — siento el corazón saltarme y salir por mi garganta, el aroma a tabaco caro llena mis pulmones, y cuando volteo lo encuentro allí, Angus, con una sonrisa amplia cortada por sus anchas dulces mejillas adoro como aquel sombrero cae y tumba levemente su mirada perfecta.

— Angus, te supuse en el apartamento, tu pedido ya está allí... Afuera — exclamó aún sintiendo el corazón en la boca, y ¡Demonios! No puedo controlarme cerca de aquel varonil dulce aroma, oculto en el tabaco, poco puedo ver por las mañanas al hombre que me quita el sueño, solo y exclusivamente lo veo por las cálidas noches cuando el portero Kato lo hace esperar de más por su corta y torpe vista. Agradezco a Dios la miopía de ese pobre hombre.

— descuida, ya lo entrará alguno de los Peachman — contesta de forma cortes, sonrió, dedicarle mi mañana a este caballero, el cielo escucho mis plegarias, aprieto mi agarre en la canasta llena de botellas de vidrio

— ¿Que te trae por aquí está mañana? — intento alargar la interacción, debo hacerlo, poco puedo intercambiar palabra alguna con él. Y cuando lo hago se siente como una necesidad tan básica y primaria como respirar

— ah... Sera Eleanor quizás la que logró levantarme temprano, ya entenderás tu — susurra con una amplia sonrisa, su bigote se levanta levemente junto con su mirada... Eleanor?... Eleanor! Sucia mujer!

— excelente... — susurra con una amplia sonrisa, mi puño se cierne levemente en el aire aunque encuentra su camino rápidamente a la parte trasera de mi gorra, no, no entiendo, soy egoísta, demasiado egoísta para entender.

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(No planeo escribir capítulos muy largos lmao)

ᎷᎥᏝᏦᎷᏗᏁ! ᎷᎩ ᏕᏇᏋᏋᏖ ᏂᏋᏗᏒᏖ! 彡★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora