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La mañana era bastante fresca, me sentía tan ligera y en paz, me levanté y me estire, primero mis brazos hacia arriba y luego gire mi cuello a ambos lados escuchándolo crujir suavemente sintiendo una gran liberación, me sentía espectacular ese día.
Lo primero que hice fue dirigirme al baño donde primero hice mis necesidades, lavé mis dientes y con pequeños brincos me dirigí a mi bañera para comenzar a llenarla, mientras tanto salí para ir a mi armario y buscar algo más casual y cómodo que me ayudara con mis planes del día.
Escogí unos pantalones cargo color café y un top negro de manga larga, además de una botas de uso rudo que solía usar cuando iba a cazar; después de eso regresé para terminar de preparar mi bañera con aceites de jazmín.
Cuando estuvo listo me quité mi camisón y mis bragas metiéndome en el agua de inmediato. Fue tan relajante, me tomé mi debido tiempo enjabonando delicadamente y al finalizar me unte con otro poco de aceite de jazmín; me cambié y mi largo cabello lo peine en una trenza francesa para que fuera más cómodo, después de estar lista me dirigí a la cocina para prepararme un buen desayuno.
Saqué un poco de yogurt griego del refrigerador, lo puse en un tazón y le añadí algunas moras, frambuesas y chía; me preparé un té de canela con manzana, y una tostada con jamón y aguacate.
Un gran desayuno para un gran día, por fin mis ideas se habían asentado y estaba más segura de lo que debía escribir, la noche anterior después de estar en el sótano me aseguré de dejarle un mensaje de voz en su contestadora sobre que ya sabía que hacer, y aunque seguía sin responderme sabía que estaría satisfecho hasta que por fin pudiera preguntarme más detalles.
Al terminar de desayunar levanté mis trastes y los lavé con calma, no me sentía con prisa alguna pero si emocionada; me dirigí a mi biblioteca donde también solía tener algunas cosas que me solían servir para cazar, dónde mi prisionero también pareció buscar la mayor parte del tiempo, ya que las cosas que saque de la maleta que me había tomado la mayoría salieron de ahí, y por otra poesía tomé justamente esa mochila de lona que había querido ocupar para llevarse mis cosas.
Estaba por salir de la biblioteca cuando me detuve ante una vitrina que tenía ahí con distintos cuchillos que me servían para despellejar o preparar los distintos cortes de carne, en ese momento surgieron ideas completamente nuevas que nunca hubieras considerado en cualquier día pero en esa ocasión especial tan sólo de pensarlo me lleno de una satisfacción perversa.
Sin dudarlo tomé los que creí me serían más útiles para lo que planeaba, los metí en la mochila y cruzando la sala, casi por el lado donde estaba el balcón había otro pasillo que me llevaba a mi taller, por así decirlo, dónde solía realizar todo lo necesario con mis presas ya que además de ser la habitación más alejada de las demás también estaba condicionada para que los olores no pasaran a los demás compartimentos de la cabaña y en el piso solía tener drenaje que facilitaba la limpieza.
Ahí dejé la mochila y mis herramientas, para después con paso seguro y tratando de mantener mi seriedad lo mejor posible me dirigí hacia el sótano.
Por suerte el traga luz daba la suficiente luz natural para que no fuera necesario encender el interruptor, primero quise sólo concentrarme en mi tarea con el imbécil muerto así que no voltee a ver a mi prisionero.

-¿Qué haces? ¿Qué le vas a hacer?- escuché su voz ronca y profunda cuestionarme desde el otro lado de la habitación.

De mi taller se me había ocurrido traer unas cuerdas para ayudarme a hacer mi tarea así que comencé por girar su cuerpo boca arriba; inhale profundamente al ver qué una de las balas había formado un agujero donde había estado su ojo derecho, siendo ahora sólo una masa sanguinolenta que le deformaba gran parte de la cara y el otro había dado en su hombro izquierdo, ninguna de las balas había salido.

-Oye, ¿No me escuchaste?, dije: ¿Qué vas a hacerle?- dijo con tono preocupado pero no alzando la voz como la primera vez ni sonando mínimamente alterado, por lo que volví a ignorarlo.

Terminando de procesar esa imagen repugnante me dispuse a comenzar a amarrar sus pies, haciendo un nudo resistente que los mantenga unidos para luego subir a sus brazos y con el resto de la cuerda amarrarlos seguramente a sus costados, todo esto para que sus extremidades no fueran un problema al momento de llevarlo arriba.

El Paraíso de Ares en Venus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora