Después de lo que sucedió aquella mañana, en qué básicamente nos atacamos y molestamos mutuamente esperaba que ella me dejara de alimentar, tuve el miedo de que me dejara abandonado ahí otra vez, con la incomodidad de todas mis necesidades como sombras detrás mío.
Sin embargo, no me lo esperaba para nada, ella bajo a darme la comida y la cena, aunque no se atrevía a mirarme, en la comida recogió la bandeja olvidada y dejo otra y sin duda el platillo fue mucho menos elaborado pero no me quejé; ella se quedó sentada en las escaleras, sin mirarme sólo esperando a que terminara mis comidas y evitaba todo contacto conmigo, lo cual era enormemente incómodo.
Lo peor no sólo fue ese día, los días siguientes fueron iguales ella casi alejada de todo mientras yo comía en absoluto silencio, me sentía fatal algo no me cuadraba en eso y necesitaba, de verdad necesitaba su presencia más cerca porque aunque sea su mirada silenciosa me hacía sentir alguna especie de valor también el saberme parte de alguna observación o trabajo importante de su parte, pero esa indiferencia me parecía un castigo extraño.
Esa tarde, casi anocheciendo en el momento en que ella me traía la cena quise tratar de cambiar un poco, hacer avances o arreglar lo que sea que haya pasado, pero igualmente me parecía difícil porque toda la situación y contexto que nos rodeaba me hacía sentir un desprecio y deseos de brutalidad hacia ella por ser mi captora. Estaba sentado, pensando en qué hacer o qué decirle, tratando de ignorar también la incomodidad de la necesidad de ir al baño que no mentiré, en muchas ocasiones tuve que hacerme a una esquina o un lado para orinar pero prefiriendo restringirme que tener un problema mayor, en fin, ese no es el caso; estaba pensando en otras cosas, distraído viendo como borrar la distancia que ahora nos separaba cuando volví a escuchar el familiar sonido de la puerta de arriba abriéndose, sus pasos suaves casi imperceptibles bajando por las escaleras hasta que estuvo a mi vista, ya estaba vestida con su camisón victoriano y el cabello recogido en una trenza con la bandeja de mi cena en las manos.
Con la mirada agachada la dejo en la posición de siempre y se alejó hacia las escaleras, donde se sentó y esperó sin voltear a verme, fruncí el ceño no conforme con eso pero me estire y jale la bandeja cuidadosamente hacia mi.
Observé lo que había en esta, causando curiosidad en mi todo lo que vi. Parecían pimientos rellenos de alguna cosita curiosa, como bolitas, un vaso de leche y una taza de lo que parecía que debía ser té, gracias a eso, obtuve mi primera idea para tratar de arreglar todo con Venus.-Venus- la llamé y aunque no volteó pude notar cómo se tensaba desde donde estaba- Perdón que moleste pero, ¿Qué son estas cositas que hay aquí?- traté sin obtener mucho a cambio- ¿Hoy no me vas a explicar qué es lo que como? Extraño mucho tu voz- soné un poco más amigable mientras me inclinaba un poco hacia adelante para lograr que ella me viera.
Sin embargo se arrinconó aún más apretujandose en su lugar, igual que una niña berrinchuda que evadia mi mirada. Sin decir nada más suspiré con cansancio y con curiosidad empecé a pellizcar las bolitas que había en los pimientos, eran pequeñas y gelatinosas, debido a que no las conocía la verdad es que no me daban muchas ganas de probar eso, era raro.
Debí estar asi demasiado tiempo porque ignoré la comida y preferí tomarme solamente el vaso de leche poco a poco para saborearlo, era la primera vez que podía tenerlo en todo ese tiempo, me sabía tan fresca y fría que era una delicia en mi paladar, impresionante como algo tan simple y común empieza a tener otra importancia y un mejor sabor en situaciones desesperadas de escasez. Luego de terminar mi leche, pasé a mi té que ya no estaba tan caliente como cuando bajo la taza humeante, el líquido aún estaba algo tibio y era de un tono ligeramente marrón oscuro o como rojo, no podía distinguir de que era ya que me lo acerqué a la nariz pero sólo distinguí un suave olor que no pude identificar, al probarlo ligeramente y con cuidado por si es que estaba aún caliente también tenía un sabor muy suave.-Es té de pu-erh- dijo de la nada Venus sacándome un susto, haciéndome regar además algo del té en mi mano sólo sintiendo un leve calor en ella sin lastimarme realmente.
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El Paraíso de Ares en Venus
Mystery / ThrillerEs una escritora de varias novelas de terror psicológico y suspenso, vive completamente sola en una cabaña lujosa con sus mayores gustos a dos horas del pueblo más cercano, al cuál solo va por provisiones o cuando tiene reuniones especiales con su e...