Los años seguían su implacable marcha, llevándose consigo más vidas y dejando tras de sí un rastro de dolor y desolación. Tres años habían pasado desde aquella fatídica noche en la que un omega con aroma a orquídea había perdido la vida a manos de un quiróptero, pero la guerra aún no había comenzado. La logística del ataque seguía en curso, y la extinción parecía estar cada vez más cerca para los lobos.
Jaesung, la mano derecha del rey, se acercó con urgencia, implorando al rey que iniciara el ataque. Habían pasado dos años desde la muerte de su esposa e hija, un golpe devastador que aún resonaba fuertemente en su corazón.
—¡Solo quedan 100 omegas en todo el reino, mi señor, es momento de acabar con esto! —exclamó Jaesung, con voz cargada de dolor y determinación.
El rey Min-kyu escuchó atentamente las palabras de Jaesung, pero su respuesta fue firme y reflexiva.
—¡Es imposible iniciarla ahora! —respondió el rey, con voz grave—. Los alfas están destrozados, la pérdida de todos los omegas ha causado una gran depresión por la cantidad de lazos rotos. Si atacamos en este momento, solo perderé a mis soldados en vano y los cientos de omegas fallecidos jamás obtendrán justicia. Necesito tiempo, a mi pueblo solo le quedan alfas autodestructivos, debo encontrar la manera de poder sanar tantos corazones.
Jaesung, frustrado, no aceptaba la respuesta del rey.
—¡Pero mi señor, la especie va a desaparecer si no actuamos ahora! —exclamó Jaesung, al borde de la desesperación.
El rey Min-kyu suspiró, sintiendo la presión de la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que debía ser firme en su decisión, aunque fuera difícil.
—Jaesung, entiendo tu preocupación, pero debemos actuar con cautela y sabiduría. La precipitación solo nos llevará a más dolor y sufrimiento. Necesitamos un plan sólido si queremos tener alguna posibilidad de éxito en esta guerra —dijo el rey, tratando de calmar al lobo interno de su consejero.
Pero Jaesung no estaba dispuesto a aceptar la respuesta del rey. En un acto de desafío, cambió de forma y se abalanzó sobre él, intentando imponerse con rasguños feroces. El rey, viéndose obligado a transformarse, destruyó sus vestimentas de seda, mostrando un lobo gigante de color azabache que agarró del cuello al consejero, sin llegar a marcarlo, exigiéndole sumisión.
—¡Jaesung, detente! ¡No puedes actuar así! —exclamó Min-kyu, con firmeza en su voz, logrando comunicarse a través del lazo de la manada.
El lobo marrón forcejeó, mirando al otro con sus ojos ámbar llenos de furia.
—¡No entiendes, Min-kyu! ¡No podemos esperar más, debemos actuar ahora antes de que sea demasiado tarde! — Gritó con voz temblorosa, su lobo dando un aullido potente.
El rey suspiró, comprendiendo la desesperación de su consejero. Pero sabía que ceder a la presión no sería la solución.
—Jaesung, te lo ruego, debemos esperar. No podemos arriesgar más vidas en un ataque precipitado. Confía en mí, encontraremos una solución, pero necesito tiempo para hacerlo —
Jaesung, luchando internamente con sus emociones. Finalmente, demostró sumisión ante el líder. No tenía otra opción; sabía que al demostrar más objeción en contra del monarca sería su fin.
—Está bien, Min-kyu. Confiaré en ti. Pero quiero que sepas que arriesgas demasiado con esto. —
El rey asintió. Soltó a lobo marrón y se postró ante él, a pesar de las palabras, seguía transmitiendo un aura de dominancia hacia el otro alfa.
—Encontraré una solución a esta crisis, lo prometo por la madre luna. —
In-ah caminaba de la mano junto con Seokjin, ambos sumidos en sus propios pensamientos. Para ella, era un intento desesperado por olvidar las amenazas que acechaban a los pocos que quedaban de su casta, mientras que para él, todo era un mundo de belleza e inocencia infantil, ignorante de los oscuros hechos que rodeaban su vida.El sendero por donde iban se extendía a lo largo del patio del castillo, con imponentes muros que los protegían del exterior. A su lado, dos enormes betas los custodiaban. La reina detuvo su andar abruptamente. Sus ojos enfocando hacia un sitio en específico y su cuerpo dando un ligero tambaleo.
—Por favor, déjenos solos. Necesito hablar con Seokjin.— ordenó a ambos guardias.
—Pero su majestad, el rey fue claro, no podemos dejarla sol..— La omega interrumpió sus palabras con un gesto firme.
—Sé lo que mi marido ha dicho, asumiré las consecuencias. Ahora, retírense.—
Los guardias se miraron entre sí, visiblemente incómodos, pero finalmente obedecieron y se retiraron a una distancia prudente.
In-ah se inclinó a la altura de su hijo, lo tomó del rostro, obligándolo a enfrentarla. Jin no supo descifrar lo que la mirada de su madre reflejaba.
—Nini-ah— el pequeño de 8 años otorgó toda su atención a su madre.
In-ah tomó una profunda inspiración antes de comenzar a hablar, sus palabras cargadas de nostalgia y amor por Lighthaven, el lugar donde se había enamorado de su alfa.
—Hijo mío, debes comprender el valor de Lighthaven, es más que un reino, es nuestro hogar, el lugar donde construimos nuestra familia y nuestras vidas. Aquí, en estas tierras, encontré el amor de mi vida. Está lleno de historia, de magia y de belleza. Es nuestro deber protegerlo, amarlo y darle nuestra lealtad, con lo que sucede en estos momentos es importante que siempre tengas a tu gente como prioridad. Debes proteger todo aquello que representa con todo lo que tienes.
Jin sintió el peso de las palabras de su madre, logrando descifrar que su mirada denotaba amor y tristeza, no entendía del todo la situación crítica por la que pasaba su hogar en estos momentos, pero sabía que debía honrar el legado de su familia y proteger el reino que tanto amaban.
Me eché dos capítulos en una sentada, sip. Espero que alguien lea la historia y le guste. Veamos hasta donde llega la inspiración de esta noche porque siento que tengo demasiada 🔥
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The orchid war
FanficKim Seokjin, un rey con deberes que superan sus deseos, se encuentra en el dilema de marcar al último omega con vida. Sin embargo, la llegada de Jeon Jeongguk, un soldado apresado que ofrece protección, cambia su perspectiva. Este amor prohibido des...