Capítulo 1: El inicio del fin

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El dulce aroma a almendra se mezclaba con el petricor, una cambia formas de lobo caminaba entre el musgo y las rocas del bosque, sumida en completa calma.
Se detuvo ante un hermoso riachuelo y sumergió su nariz, resoplando con ternura dentro del agua, moviendo su cola con gracia.

"¡Omega, hay alguien más en el bosque!" La voz de su alfa detuvo abruptamente sus jugueteos. El terror que su pareja sentía inundó completamente su mente, pero antes de que pudiera reaccionar, un agudo dolor se clavó en su espalda.
—Maldito monstruo.— El repudio en aquella voz gruesa llegó hasta lo profundo de su ser, al igual la daga plata que la estaba hiriendo. Sentía como poco a poco su pelaje se mojaba en rojo, su olor se volvía amargo, llegando a tener un deje a podrido.
Ella lo sabía, sentía cómo su lobo era lentamente envenenado, el dolor recorrió su columna, indescriptible.

¡Eunwoo!

Gritó en su interior, pero su alfa no respondió. El hilo de conexión con su pareja rompiéndose ante sus ojos. ¿Era así perder a tu animal interior?
—Solo cede al veneno, animalito.— no podía emitir ningún sonido, pero un aullido desgarrador escapó de su garganta al sentir como la daga se clavó nuevamente en lo más profundo de su columna.

Ceder, ceder, ceder.

Intentó cambiar a su forma humana para detener el dolor, pero fue tan agresivo que todo comenzó a dar vueltas.
El mareo se detuvo abruptamente, su vista borrosa tratando de enfocar en una dirección.

Una orquídea...

Con un último intento de retener un recuerdo hermoso, admiró la belleza que exhibía, sus coloridos pétalos resaltando ante la oscuridad que invadía su visión, guardando en su memoria sus detalles antes de que su corazón dejara de latir...

Con un último intento de retener un recuerdo hermoso, admiró la belleza que exhibía, sus coloridos pétalos resaltando ante la oscuridad que invadía su visión, guardando en su memoria sus detalles antes de que su corazón dejara de latir

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Kim Seokjin jugaba junto al trono de su padre, sus oscuros cabellos caían de manera rebelde sobre el puente de su nariz. Entre sus regordetes dedos, un bello dragón de madera era sacudido fuertemente, mientras algunas bolas de colores tiradas por todos lados le quitaban la seriedad al ambiente. Su mirada se posó en una de color rojo, y entre pasos torpes, trató de alcanzarla. Sin embargo, la bola únicamente rodó los tres grandes escalones que llevaban al trono de su padre. Escuchó la risa de su madre, Seol In-ah, un sonido que contenía un deje de ternura y burla. Un puchero se formó en sus gruesos y pequeños labios. En el momento en que decidió bajar por su pelota, la puerta de abrió de manera abrupta, y ciertos gritos de espanto puro se escucharon detrás de la ella.

Kim Min-kyu, un alfa pura sangre y rey de la tierra de lighthaven, observó cómo Cha Eunwoo entraba a la habitación con un cuerpo sin vida en sus brazos, su aspecto destrozado mientras sus prendas portaban rastros de tierra y sangre. Los ojos del monarca se abrieron en demasía al notar una daga de plata colgar del cuerpo de la chica.

—Omega, saca a Seokjin por favor.— Ordenó el rey con severidad. La mujer no dudó en acercarse a su petrificado niño, cargarlo en sus brazos y salir rápidamente de allí.

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