9

70 8 1
                                    

Shamira estaba sentada en un banco en su rincón favorito de la aldea, un hermoso jardín de flores que no era fácil de encontrar y perfecto para desconectar. Contemplaba el atardecer sumida en sus pensamientos, habían pasado dos meses y seguía queriendo dejar ese equipo. Estaba harta de todos, incluso de su sensei que tenía clara preferencia por Renga a pesar de que, en su opinión, fuera el más idiota. Miró la hora en su reloj de muñeca, se estaba haciendo tarde y hoy cenaba con sus padres así que se levantó, se desperezó y se encaminó por el sendero que salía del recinto. Un destello llamó su atención, se fijó bien y vio que tirado en el suelo había un colgante que parecía se le hubiese caído a alguien. Lo cogió para examinarlo, se trataba de un guardapelo. Era completamente dorado quizá hecho de oro, tenía unas sutiles filigranas en forma de rosas en las puertecitas y por detrás no tenía nada, así que decidió abrirlo. Las puertecitas se abrieron con facilidad y dentro se podía ver la foto de una joven pareja abrazada en ese mismo jardín; la chica de pelo castaño, cara risueña, mejillas sonrosadas y muy guapa estaba abrazando a un chico alto, de pelo muy largo de color marrón oscuro casi negro, semblante serio pero delicado y unos ojos muy peculiares. Ambos se miraban a los ojos y se podía sentir el infinito amor que se profesaban. En la cara interna de las puertecitas había una inscripción: "La vida avanza, y nosotros avanzamos con ella pero por mucho que avance, nuestros corazones seguirán unidos."

—¿De quién será? —dijo intrigada. Decidió llevárselo, quizá sus padres podrían reconocer a la pareja de la foto y así poder entregárselo a su dueño, allí tirado lo acabarían robando. Así que se encaminó, esta vez sí, hacia su casa.

Pasó por delante de la plaza donde se solía reunir con Inojin. Hacía varios días que no lo veía porque estaba de misión, aunque empezaba a preocuparse un poco. La verdad, lo echaba de menos: sus chistes, su risa, su picardía. En esos dos meses se habían vuelto más cercanos. A veces salían con los amigos del chico y todas las tardes que no tenían misión se juntaban para hablar, jugar al ajedrez o ese tipo de cosas. Cuando llegó a casa, sólo estaba Sasuke.

—Hola, papá —saludó al entrar en la cocina.

—Hola, Shamira. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias —dijo acercándose—. Papá...

—¿Sí?

—¿Sabes quienes son? —preguntó enseñándole el colgante. Su padre lo cogió para verlo más de cerca.

—Mmm... me suenan de algo pero no sé de qué, ese chico me resulta familiar, pregúntale a Naruto, él conoce más a la gente de aquí.

—Vale, gracias, papá. —Dicho esto, fue al comedor a poner la mesa—. ¿Cuándo llegará Naruto?

—En un rato ha tenido que por un imprevisto.

—Vaya, qué sorpresa —dijo suspirando. No era nada nuevo que Naruto llegara tarde—. Espero que no se retrase mucho.

Al cabo de quince minutos se oyó la puerta de entrada.

—¡Ya estoy en casa! —dijo el rubio entrando en la cocina—. ¿Cómo os ha ido el día? —preguntó acercándose primero a Sasuke para darle un beso y después a ella para darle unas palmaditas en la espalda.

—¿Se puede saber por qué has tardado tanto, Naruto? —preguntó Sasuke con la mano en la cintura—. Un poco más y cenamos frío.

—¡Ay, no me eches la bronca! —respondió el aludido sirviendo los platos—. Hemos tenido un problema con un equipo pero ya lo he arreglado.

—Me alegro —dijo Sasuke sentándose.

Mientras cenaban, Shamira observaba a sus padres que se comportaban como un matrimonio feliz. Era triste que esa familiaridad y naturalidad solo pudiera salir a relucir en las sombras cuando nadie miraba. Ella era el fruto de aquel amor prohibido. Cuánto desearía que sus padres pudieran mostrar su amor en público pero desgraciadamente no podían , en esa estúpida aldea nadie respetaba nada y si la gente descubriera que el Hokage era homosexual lo mandarían a la mierda. Cómo le gustaría a ella cambiar eso. Se levantó para ir a por un yogur cuando unos golpes en la ventana llamaron su atención. Naruto se acercó a abrir. Quien entró fue Kakashi, el sexto Hokage y una de las únicas personas que conocían "el secreto".

—Kakashi, qué sorpresa —dijo Sasuke a modo de saludo—. ¿Qué te trae por aquí?

—He venido a hablar con Naruto —dijo el ex-Hokage.

—Claro, dime —dijo el rubio.

—Es respecto al problema con el trío Ino-Shika-Cho. El grupo de chunin que enviamos no ha regresado, sólo ha vuelto uno de ellos con un mensaje.

—¿Cómo es posible? —siguieron hablando del problema, pero Shamira no escuchaba. El "trío Ino-Shika-Cho" era como se denominaba el equipo de Inojin. ¡¿Inojin estaba en problemas?! «Tranquilízate,» pensó. «También se llamaba así el equipo de su madre.»

—Shamira, hija ¿estás bien? —preguntó Sasuke—. Te has puesto pálida.

—Papá —preguntó nerviosa a Naruto—. ¿Quiénes... quiénes están en problemas?

—Shikadai Nara, Choucho Akimichi e Inojin Yam...

—¡¿Qué le ha pasado?! —preguntó interrumpiendo a su padre—. ¿Qué les ha pasado? —se corrigió.

—Nada, tranquilízate—dijo Naruto—. Sasuke, ¿puedes llevártela...?. —El moreno asintió y empujó a su hija fuera de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Ella, nerviosa, afinó el oído para escuchar.

—Piden un rescate por los tres —decía Kakashi—. Ahora vamos con el mensajero pero por lo que he entendido los han matado a todos menos a este para que nos traslade el mensaje.

—Vale, vamos a hablar con él —dijo el rubio.

—Creo que deberías dejar de escuchar —dijo Sasuke—. Se te está poniendo mala cara. Ven, vamos arriba. —Su padre la ayudó a subir y la sentó en la cama pero ella no se daba cuenta, solo podía pensar: «Han secuestrado a Inojin. Inojin está en peligro. Debo ir a salvarlo.»

—¡Shamira! ¡Reacciona!

—¡Ah! Sí, estoy bien —exclamó la chica. No era verdad; estaba muerta de preocupación por su mejor amigo, el único que se había interesado por ella cuando era una chica invisible. «Si no te escondieras, no serías tan invisible,» dijo su estúpida voz interna.

Tenía que centrarse. Ahora lo importante era rescatar a su amigo. Sería difícil dar esquinazo a su padre ya que con el Rinnegan podía encontrarla fácilmente. ¿Si dejaba una copia, su padre se daría cuenta? No lo sabía, pero valía la pena intentarlo.

—Papá, quiero estar sola, bajo en unos minutos —Sasuke asintió y salió de la habitación. Shamira sabía que su padre, aunque ausente, también era sobreprotector y como no bajase en tres minutos ya estaría preocupado.

Ejecutó el sello del jutsu de multiplicación e hizo una copia. El plan era sencillo: su copia se quedaría abajo, ya fuese tocando el piano o viendo la tele pero haciendo cualquier cosa que no llamara la atención de su padre. Cuando su copia salió por la puerta, ella se dispuso a saltar por la ventana. Una vez en la calle corrió hasta el despacho del Hokage.

El secreto mejor guardado                                             (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora