Parte VI: ¿Qué más quieres de mí?

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Calma... Eso que tan difícil nos resulta encontrar en la vida es lo único por lo que rogaba María Teresa Lascurain a las dos y diez de la mañana y cuando la luna apenas era visible entre las nubes que habían quedado como resaca de la gran tormenta. Aún a esa hora la rubia no sabía a ciencia exacta si el sol finalmente saldría en su vida o la tormenta se instauraria para siempre.

Fer estaba viva y era lo único que sabía, ni más ni menos que eso y para ella definitivamente no era información suficiente siquiera para dejar de pensar una y otra vez que el mundo se le estaba yendo al carajo. Cuando ya no pudo más con sus pensamientos que parecían no querer dejarla en paz, levanto la vista esperando que al menos el reloj marcará las seis de la mañana pero las agujas del mismo parecían haberse quedado congeladas o aletargadas porque no eran más que las dos y media de la mañana. Fue en ese momento que supo que esa noche sería realmente eterna.

Miro su celular en busca de algún mensaje de Héctor o de su hermana pero el dentista no había dado señales de vida desde el momento en que se había ido junto a las muchachas. Reviso el chat para ver si al menos había leído su mensaje, el mensaje que había enviado horas antes cuando la morocha habia salido de la operación pero no, las tildes seguían negras e intactas.

Suspiro frustrada porque no entendía nada de eso, si ella fuera el hombre no podría siquiera irse del hospital sin saber nada de su esposa. Bueno, si Fernanda fuera su esposa ella no se le separaria por un segundo porque la morocha parecía ser hipnótica. Tenía un poder sobre sus intensiones que siempre lograba ponerle el mundo de cabezas con solo una mirada. "Por eso si ella fuera..." Empezó nuevamente su mente hasta que sacudió la cabeza intentando sacar esos pensamientos que no sabía de dónde había sacado.

Tenía que ser producto del sueño en su sistema nervioso o culpa del café que quizás estaba rancio y la estaba haciendo pensar en cualquier cosa. Sonrió negando cuando se dio cuenta de que por un segundo considero el hecho de  ser la esposa de su mejor amiga y quiso golpearse mentalmente por pensar tonterías... "Aparte..." Comenzo su mente nuevamente "Si fuera el caso, serias la última persona en la que Fer se fijase" completo la idea su inconsciente y asintió negada a la posibilidad de que la morocha sintiera algo por ella.

Suspiro por tercera vez consecutiva en el mismo minuto antes de ponerse de pie para tirar el vasito descartable en el que se había servido ya su tercer café de la jornada. O Fernanda se mejoraba pronto o tendría una sobredosis de cafeína que no la dejaría dormir por semanas enteras reflexionó antes de soltar el vasito de tergopol blanco que golpeó contra un borde del cesto y le mancho apenas las manos.

Maldijo en voz alta aunque no le gustaba maldecir porque su padre siempre les había enseñado a ella y a sus hermanos que no debían maldecir y miró la mancha en la manga derecha de su saquito clarito. En contacto con la superficie ya había dejado de ser negro para teñirse de un bordo muy intenso y sus ojos se cristalizaron cuando su pesadilla se repitió en su mente.

Tenía las manos llenas de sangre, de la sangre de Fernanda que parecía correr libre entre sus dedos y chorrear desde sus palmas hasta sus antebrazos en pequeñas gotas que le hacían cosquillas y que le calentaban la piel que dejaban atrás. Se restregó las manos intentado sacarse el líquido rojizo que parecía no acabarse y el recuerdo del último aliento de la morocha golpeando contra su rostro cargado de lágrimas de pérdida volvió a ella.

Mayte sin dudas hubiera preferido salir de ese maldito sueño o realidad distorsionada o dónde diablos la habían mandado antes de tener que ver cómo finalmente la sangre dejaba de correr por sobre sus manos que intentaban sin éxito detener la hemorragia del pecho de la morocha. Antes de que Fernanda le susurrara el último "Mimai" medio inentendible y cargado del último aliento de alguien, de la última ráfaga de dióxido de carbono que Fernanda iba a exhalar entre sus brazos.

No me arranques de ti-MayferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora