la cantidad de comentarios es equivalente a la velocidad a la cual escribo el próximo one-shot, girlies
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Juanjo sabe que se va a arrepentir mañana. Especialmente, cuando aparezcan por la puerta de su habitación a maquillarle dentro de seis horas. Pero no puede evitar la emoción en su estómago cuando se mira al espejo.
Lleva unos vaqueros anchos, parecidos a los que había utilizado durante la sesión de por la mañana, y una camisa negra de seda, con más botones abiertos de los que se consideraría aceptable. Los vaqueros se ajustan a su cadera a la perfección, de la misma manera en la cual la caída de la camisa es lo suficientemente pronunciada como para resultar insinuante.
Está guapo.
No va a plantearse el porqué ha puesto un especial esfuerzo en arreglarse para una cena informal con sus compañeros de trabajo.
"Tienes unos huevos..." Dice Álvaro, apoyado en el marco de la puerta de la habitación.
Paul había insistido en arrastrar a su novio en el viaje a Estados Unidos. Juanjo le había dicho al sevillano que no hacía falta, pero en el fondo agradece que el chico hubiera accedido a venir. Siempre es una tranquilidad tener a tu mejor amigo cerca.
"¿Por?" Pregunta Juanjo, intentando fingir una inocencia que tanto Álvaro como él saben que no posee.
"Ya me ha dicho mi chico que estás intentando ligar con el fotógrafo." Contesta, sentándose en su cama. "Pero vamos, que si te abrochas un botón menos es como ir sin camisa por la calle, eh."
"No estoy intentando ligar con el fotógrafo." Responde el maño, girándose para mirar directamente a su amigo. "Creo sinceramente que está haciéndolo él por los dos."
Álvaro suelta una carcajada, a la cual se une Juanjo rápidamente.
"Anda que... Putos maricones." Dice el sevillano, levantándose de la cama y caminando hacia la puerta de la habitación, haciendo que el cantante le siga. "¿Al menos está bueno?"
"No te jode... Ya verás ahora."
Ambos ponen rumbo al vestíbulo del hotel, donde están esperando el resto de personas. Juanjo no está muy seguro de dónde se supone que van a cenar exactamente. Pero, como todo en los últimos meses, se deja arrastrar por la organización de los demás. Cuando llegan al lobby principal del hotel, Bea y Paul están de pie cerca de la salida, hablando animadamente con la periodista, Violeta. No hay rastro de Martin por ninguna parte.
"¡Álvaro! Ven, te presento a Violeta, es la periodista encargada de la sesión para Rolling Stone, que también es de Granada." Dice Paul, haciendo un gesto a su novio para que se acerque a ellos. Cuando el sevillano los alcanza, pasa su brazo por la cintura del productor, dando un beso en su mejilla a modo de saludo.
"De Motril, en realidad." Dice la pelirroja, sonriendo ante el gesto de cariño entre los chicos. "A ver si llega Martin de una vez y tiramos..."
Justo cuando la chica termina la frase, el vasco entra por la puerta del hotel. Lleva unos pantalones de vestir, grises, tan grandes que se sostienen en su cadera sólo por el cinturón. La parte de arriba es un top básico blanco, ajustado perfectamente a su pecho. Se le ve el ombligo al caminar.
A Juanjo, realmente, nunca le ha importado la profesionalidad.
El chico debe de notar cómo se lo come con los ojos, puesto que sus mejillas se encienden al momento. Aún así, por la sonrisa ladina que le dedica, sabe que el repaso no le ha molestado.
"¡Perdón! Cuando he llegado a casa mi compañera de piso estaba duchándose y he tenido que esperar un rato a que terminara... Bueno, ¿vamos?" Exclama el chico al llegar. Se coloca casi instintivamente al lado de Juanjo. "Encantado, soy Martin."
