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Checo

Me dolía el corazón mientras me acomodaba en la cama.

Todo en el mundo se sentía como si estuviera de lado y casi como si el oxígeno estuviera desapareciendo rápidamente. Llevaba toda la noche preguntándome si los humanos eran realmente tan compatibles con el aire de Mukhana como había pensado en un principio. 

Desde luego, no lo parecía, pero llevaba meses aquí sin ningún problema, así que la razón más obvia de mi dificultad para respirar era la cita con el médico que había tenido aquella tarde.

Los estudiantes habían estado allí de nuevo, y esta vez no había encontrado la manera de huir de ello. El examen, los ángulos en los que me habían hecho girar y las mediciones que me habían hecho tomar me habían hecho sentir como un espécimen en un laboratorio, no como un ser humano vivo y que respiraba, que intentaba seguir adelante... Respiré hondo.

Versta suspiró pesadamente a mi lado. Estaba sentado detrás de mí en la cama. Yo estaba sentado en el borde y no me había dado cuenta de que estaba aquí deprimido hasta que el sonido me sacó de mis pensamientos.

-Checo - dijo, y en cuanto oí su voz severa, se me pusieron los pelos de punta.

- ¿Qué? - espeté.

-Cuéntame qué ha pasado, - dijo con calma, sin morder el anzuelo.

Me mordí el labio.

¿Cómo iba a explicarle lo que sentía? Sobre todo, por aquello por lo que llevábamos meses discutiendo. Después de una cita y las constantes quejas de Versta  al respecto, le había prohibido venir a más. Eso había dado lugar a más discusiones. Y ahora yo quería prohibirme a mí mismo ir también.

-Me siento como... como si no pudiera respirar, - dije finalmente, eludiendo el tema.

Versta  se incorporó de inmediato. Su mano se posó un momento en mi espalda.

-Respirar de verdad, - murmuré, preguntándome si lo entendería. -Es como si no lo hiciera. -

Se quedó callado un momento y le devolví la mirada, encontrándolo con el ceño fruncido, pensativo.

-Estoy estresado, - le expliqué. -Y ansioso. -

- ¿Por el bebé? - adivinó.

Asentí distraídamente.

-Sí... básicamente. Una parte de mí espera que el médico llegue pronto para que pueda comprobarlo todo bien... El resto de mí no quiere volver a verlo ni a él ni a ninguno de ellos. -

La mirada de Versta se ensombreció.

- ¿A ellos? - preguntó. - ¿Qué ha hecho este médico? -

El sonido preocupado de su voz era una trampa total, pero caí en ella. Sabía que no debía decírselo. Se enfadaría, pero no pude evitarlo.

-Me hizo quitarme la ropa delante de un montón de gente, -dije en voz baja. -Estudiantes y otros profesionales, pero me examinaban y escribían notas y se quedaban embobados y... Es muy deshumanizante. Me hace sentir como un objeto o un experimento. -

A su favor, Versta  consiguió mantener una expresión casi inexpresiva, pero sus garras se clavaro nen las mantas, rasgándolas justo cuando se le curvó el labio.

-Omi, ¿por qué? ¿Por qué insistes en ver a los médicos humanos? - exigió de repente, con voz demasiado alta y dura. 

Nico le oiría.

-Sh, - murmuré, echando un vistazo mientras mis defensas se levantaban. 

Tenía una razón, una buena razón.

The Alien's Pregnant Omega IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora