Forgiven

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AQUÍ ESTA SU ACTUALIZACIÓN, INSACIABLES ( los amo)
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—De hecho quería darte una pequeña lección.— dijo Seungmin con sonrisa pícara mientras comenzaba un lento y tortuoso vaivén sobre la entrepierna del mayor.

—N-no hagas eso, Seungmin.

—No te pregunté, solo te estaba avisando.—dijo Seungmin mientras aumentaba un poco la velocidad en su vaivén.

—Pero...

—De hecho si iba a preguntarte algo.

—D-dime.— el vaivén de Seungmin había aumentado lo suficiente como para ponerlo loco.

—¿Te sentiste importante por haberme follado? Digo, porque parece que disfrutaste tu supuesta victoria.

Seungmin podía observar como Chan quería hablar, pero debido a la excitación sus palabras no salían y sus ojos por más que hacía el intento de mantenerlos abiertos se cerraban un poco.

Como tal imagen causó satisfacción en Seungmin, quiso ir más allá. Comenzó a dar saltos para nada suaves sobre la erección del rubio. Estaba tan dura que sentía como se encajaba en su trasero.

—Siento que estoy siendo muy amable contigo.— dijo Seungmin para luego ponerse de pie.

—¿Por qué te quitas?, ¿Qué pasó?

—Ve a tu cuarto y espérame ahí.—ordenó Seungmin.

La orden del más pequeño fue acatada rápidamente por el rubio quien no dudó ni dos veces en irse a su habitación.

Mientras tanto el castaño se metió al baño para comenzar a vestirse. Quería venganza, y que mejor que una que le diera la satisfacción de la venganza y satisfacción sexual. Porque si, Seungmin era un completo fetichista.

Cuando terminó de ponerse la lencería que tenía en su mochila se divisó en el espejo, se veía espectacular.

¿De dónde y en qué momento había conseguido lencería? Fácil, Kim Seungmin hacía de las suyas cada que quería, tenía a todos a sus pies y eso le hacía fácil la mitad de su vida.

Salió del baño con su mochila y se dirigió al cuarto de Chan.

Al entrar a ese cuarto, técnicamente Chan se lo besó, se lo comió, se lo folló, todo. Las piernas de Seungmin eran la maldita gloria, quería llenarlas de marcas, quería marcar todo en Seungmin, que supieran que ese cuerpo ya tenía un dueño: Christopher Bang Chan. Bueno, aún no era su dueño pero pronto lo sería.

Chan se levantó de la cama para ir directo a Seungmin pero éste lo detuvo.

—¿Recuerdas lo de darte una lección?.— vio como el rubio asintió.— Pues la vas a tener. Acuéstate en la cama, quiero que quedes justo en medio.—ordenó.

Mientras Chan hacía lo que Seungmin había ordenado, él se dirigía a su mochila. De esta sacó unas tiras, parecían como unas cintas, eran largas y de color negro.

Las cintas tenían en las puntas unas abrochaderas, como para sujetar las manos.

(No sé cómo describirlas pero son como arneses creo)

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