15. 𝙻𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚝𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚕𝚘 𝚌𝚊𝚖𝚋𝚒ó 𝚝𝚘𝚍𝚘

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El señor Lambert iba y venía varias veces a la semana desde París para llevar hasta los pueblos de sus alrededores todos los pedidos que se precisaran

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El señor Lambert iba y venía varias veces a la semana desde París para llevar hasta los pueblos de sus alrededores todos los pedidos que se precisaran.

Cualquier producto que los comerciantes y los grandes señoríos, baronías, vizcondados o cualquier noble pidiera, él lo transportaba hasta ellos sin tener que moverse de sus tierras ajenas al tumultuoso París, así se ganaba la vida.

Después de su jornada ya a la vuelta de París por fin descansó, y por la mañana comenzaría su ruta. 

La segunda parada, no muy lejos de donde vivía él, puesto que tenía una casita a las afueras de Giverny, era la baronía de los Bellerose, y lo cierto es que quería seguir manteniendo a ese cliente, puesto que había pagado muy bien por sus servicios durante años. 

Los pedidos del barón Bellerose eran excéntricos y cultos, más de una vez había tenido que dar la vuelta a todo París para encontrar alguno de sus pedidos más extraños. 

Además de todo eso, Lambert, dado a que vivía a pocos minutos del pueblo, era el encargado de llevarle el correo. Que durante el pasado diciembre y ya entrado enero había sido bastante constante que en otras ocasiones.

Lambert llegó a la baronía Bellerose, y esperó a ser atendido. Poco después Philippe llegó y vio al hombre.

—Ya está haciendo la ronda eh, Lambert —saludó Philippe con camadería.

¡Estoy todo el día arriba y abajo! —contestó con algo de sorna mientras recopilaba los pedidos para esa casa—. A ver Philippe que tengo para el barón Bellerose, dejame ver, aquí los pedidos de comida del pueblo. Por otro lado, más y más libros de París. En este  paquete... partituras. Otro paquete más que era... ¡ah sí, más partituras! Y los planos arquitectónicos y acuarelas venidos directamente de Florencia. Este último ha sido dificil de encontrar, los arquitectos me miraban con curiosidad cuando fui a buscar esto a la escuela de artquitectura. 

Sin duda nuestro baron es singular, así como sus pedidos. De todos modos la última vez, el barón dijo que las partituras estaban repetidas ¿Está seguro que son novedades? —cuestionó Philippe algo preocupado pero sin perder la simpatía.

Les hice prometerme que eran novedades o si no a la próxima se la verían con una carta de puño y letra del barón Bellerose.

Philippe rió satisfecho.

¿Le ha dado tiempo a recoger el correo? Hace tiempo que no llega nada. —mencionó Philippe algo preocupado.

Lambert hizo una mueca extraña, como si le disgustara ese tema, o como si no quisiera ocuparse de eso, al fin y al cabo no era su trabajo y no le pagaban mucho por ese extra,  eso pensó Philippe.

¿Ya no se aloja con ustedes el hermano de la antigua baronesa? —preguntó curioso el comerciante.

No, y si ve a ese hombre por el pueblo, hágamelo saber de inmediato Lambert, se lo pido —le suplicó.

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