—Juliette... Siéntate a mi lado, querida —Sophie pronunció eso con un toque desvalido y elegante.
La pequeña estaba nerviosa, para ella Erik era simplemente Erik, su título parecía algo que debía estar escrito en algún documento heráldico al fondo de su escritorio de trabajo.
Sin embargo, la señora Bellerose le causaba mucho respeto, tenía ese porte aristocrático y afectado tan común en los de su clase.
La pequeña asintió con la cabeza sonriendo a duras penas y se sentó al lado de Sophie en el delicado sofá estilo Louis XVI.
Esta le acarició la cara y sonrió de vuelta, parecía sincera, pero ese gesto puso nerviosa a Juliette, era raro. A veces la señora Bellerose parecía una persona totalmente distinta.
Juliette jamás se lo dijo a Erik, pero siempre pensó que Sophie no estaba más cuerda que el borracho del pueblo que grita a altas horas de la noche o aquella cabra que tenía su tío Maurice, un día salió corriendo a dispuesta a lanzarse por un precipicio. Y lo logró.
—Eres una niña tan bonita, me alegro de que las cosas te vayan a ir bien —dijo Sophie con suavidad mientras se servía una taza de té para ella y otra para Juliette—. Anda toma un poco de té conmigo, es bonito tener compañía de vez en cuando.
Juliette asintió y volvió a sonreírle por cortesía, después tomó la tacita y bebió del amargo té.
—Philippe dijo que quería hablar conmigo señora. ¿Necesita algo de mi? —preguntó con delicadeza.
—Lo cierto es que sí. Como bien sabrás, cada semana tengo una conversación con mi hijo, el barón, para saber que las cosas van bien aquí, él se está ocupando de mucho, se le da bien llevar la gestión de todo esto, sabe dios que yo no podría ni gestionar la mitad. —se sinceró Sophie mientras añadía un terrón de azúcar a su té.
—Entiendo, señora.
— Y por supuesto me comentó cierto asunto que os implica a ti y a tu padre —dijo levantando las cejas y ladeando su cabeza—. Se que habéis recibido una oferta mejor de vida, por llamarlo de alguna forma. Y aunque estoy preocupada por quedarme sin sirvientes, espero de corazón que os vaya bien, de verdad, pequeña. Sin embargo...
— ¿Sin embargo, señora? —repitió con suavidad la niña, no entendía a qué venía tanto misterio.
—Mi hijo se ha acostumbrado a cierta relación contigo, me temo que tu partida le romperá aún más de lo que está —Sophie suspiró y giró su cuerpo tomando las manos de Juliette entre las suyas, el llanto comenzó a brotar de sus ojos.
Juliette no sabía como actuar, solo podía mirarla de vuelta con sus grandes ojos verdes y escuchar lo que tenía que decir.
—Más que una madre he sido como una de esas esculturas de ángeles de mármol que se encuentran en las criptas y los cementerios. Pensando más en los muertos que en los vivos —prosiguió Sophie con suavidad y tristeza—. Se lo que piensas de mi Juliette, es muy evidente que tengo buenos y malos días, en cambio el barón... Tal vez lo oculte mucho mejor que yo, pero se que también tiene días buenos y días malos. ¿Me comprendes? Es un niño... Es un niño muy frágil, y me temo que yo he sido muy mala madre para solucionar eso.
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MONSTRUO
RomanceEl reflejo de Erik Bellerose es el mundo, y el mundo le llamó monstruo. Incapaz de formar parte de la luz, un monstruo debe esconderse y actuar como tal. ¿Pero es él en realidad el monstruo en esta historia? Tal vez sí.