Necesito una esperanza. - T/N

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No puedo procesar fácilmente lo que está pasando a mi alrededor. ¿Los diez mandamientos estaban de nuevo aquí? Pero acababan de decir que respondían ante el poder de Caos. No, no puede ser. Mi amado Tristán... ¡no puede perecer ante seres repugnantes como ellos!

― Tranquila T/N, Tristán estará bien. ― insinuó Gelda amablemente.

― ¿Leíste mi mente sin permiso? ― pregunté molesta, a lo que Gelda se disculpó de inmediato.

― Lo siento, T/N. No lo hice para provocarte molestia, sin embargo; puedo notar el amor que derramas hacia Tristán.

― Sería capaz de entregar mi propia vida, a cambio de que Tristán esté a salvo.

Mi amor por Tristán me da la fuerza para cualquier cosa, desde la más mínima. E incluso sería capaz de adentrarme en la jungla y correr junto a los lobos; únicamente para llegar a él. He recorrido los caminos más oscuros, y algunas veces he caminado sola con la compañía de la luna... únicamente para llegar a él.

― No te preocupes T/N, pronto estarás reunida con Tristán en el otro mundo. ― amenazó Melascula.

No tuvimos la oportunidad de contraatacar, Gelda y yo caímos cerca del Bosque del Rey Hada. Llamé a Gelda en repetidas ocasiones, sin embargo no obtuve respuesta. Tenía que ingeniar un plan para salir librada de todo esto e ir a advertirle al Rey Meliodas.

― Melascula de la Fe, admiro con asombro que aún tienes la misma fuerza que hace 16 años durante la Guerra Santa, mientras eras parte de la élite del Rey Demonio. Sin embargo, no me postraré ante tu rey que es portador de la magia del Caos. Ustedes se interponen en mi camino y en mis convicciones. No debemos empezar una guerra absurda. ― finalicé esperanzada.

― ¡Tú no sabes nada, T/N! Ese bastardo traidor se encargó de manipular a toda una nación, haciéndoles creer que él es bueno, pero, únicamente está esperando la oportunidad perfecta para traicionarlos.

— Te pido Melascula que no hables así de mi tío Meliodas. Ríndete y te dejaré vivir, de lo contrario; no regresarás al reino eterno para contar lo sucedido. — mencionó una voz familiar.

— Tú... — balbuceó Melascula — esos ojos... esa apariencia... ese poder... ¿Quién eres tú, y porque siento dos fuentes de poder contrarias al igual que Tristán?

— Probablemente esto te refresque la memoria, hace 16 años tu reviviste a mi madre por medio de tu poder mágico. La trajiste a la vida usando el resentimiento que quedó en ella por haber dejado la vida tan pronto sin haber vivido su anhelo con mi padre. ¿A quién te recuerda? — balbuceó aquel joven.

— Esa niña hada... ¡vivió por mi demasiado tiempo gracias a la alma rencorosa que tenía! Y ese pecado capital, se encargó de extirpar seis de mis siete corazones... ambos se burlaron de mí y de mi mandamiento. ¡Tu eres prueba viviente de ese pecado! Ahora entiendo todo, eres el descendiente de Ban, el zorro de los Siete Pecados Capitales, y de esa Hadita medio muerta, que si no mal recuerdo era la Santa Doncella del Bosque del Rey Hada, quién portaba el pecado de la pereza y también formaba parte de los Siete Pecados. — finalizó molesta.

— Mi nombre es Lancelot, y soy quien terminará contigo Melascula. Por mi madre, por mi tío Meliodas y la tía Elizabeth. Has causado demasiado sufrimiento con ese poder maldito. ¡Hoy es el día en que terminará!

Lancelot, cuanto has crecido. ¿Lo habrá visto Tristán? Ha cambiado mucho desde la última vez que lo vi, fue hace dos años. Cuando Deathpierce intentó matar a la Reina Elizabeth, pero Lancelot y Tristán lo impidieron. Pero ahora la situación es crítica, solo espero que Tristán esté bien.

— ¡Tristán, te ordeno que te controles ahora! — exclamó Zeldris con apuro.

— No, no lo haré Zeldris — balbuceó Tristán — tengo que demostrarte a ti, a mi padre y a T/N que soy digno de pertenecer a mis tres razas. Sin embargo, es la única manera de hacerle creer al mundo que la raza demoniaca está de lado de los humanos. Y no permitiré que ningún mandamiento resentido con mi padre, dañe a mi familia y a la mujer que amo con todo mi corazón.

— Aw, moriré de la ternura. — dijo Galand burlón — son unas palabras conmovedoras su alteza. Pero debes de entender que no puedo permitir eso, Meliodas y esa Diosa pecadora Elizabeth tienen que pagar por sus pecados. Y tú, Zeldris de la Piedad, has traicionado los ideales de nuestro Rey Demonio.

— No, Galand. Yo lo lamento, pero debo informarte que el Rey Demonio ha perecido hace 16 años a causa de la mano de Meliodas, los Siete pecados capitales y mía. Por lo tanto, sus mandamientos han muerto con él. Y lo que es peor aún para ti, yo respondo ahora como el Rey Demonio, no como Zeldris de la piedad. — suspiró — ¡Atento, Tristán!

— ¡Sí! — respondió con entusiasmo.

— ¡Ira de Los Dioses!

Tristán sabía que "Ira de los Dioses" era un ataque poderoso, pero no tenían idea de si funcionaría contra el poder de Caos. Así que, usó la técnica que se le heredó por parte de Meliodas. "Contraataque" siempre sería una buena opción para Tristán, y con mayor razón estando en su estado demoníaco. Una, dos, tres; hasta cuatro veces haciendo el contraataque. Tristán sabía que no era igual de poderoso que Meliodas ni Zeldris, pero un poco de ayuda jamás estaría demás, ¿o sí?

we can't be friends [ Tristán Lionés y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora