Prólogo

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« 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄 »

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¡Plas, plas! Los sonoros aplausos reverberaban por el recinto deportivo. La luminosidad que inundaba a los infantes y a sus respectivos progenitores contrastaba de manera radical con la penumbrosa esquina en la que Lucy trataba de aliviar su aflicción, sin embargo, el ruido derivado de la celebración se lo impedía.

—¿¡No hay otro lugar para celebrar el puto cumpleaños o qué!? —el mentón de la blonda se elevó, dejando al descubierto la cascada de lágrimas que recorría sus pómulos.

Los adultos acabaron enviándole a la salida del lugar, ocasionando que sus niveles de desconsuelo se acrecentaran peligrosamente. ¿Qué esperaba obtener con esa queja malintencionada? Nada en especial, aunque un trozo de pastel de chocolate le habría venido bien para calmarse. Ese grupo de matones carecía de empatía.

Habían transcurrido varias horas desde el altercado causante de su estado actual y no había avanzado en lo más mínimo. Es más, percibía un espantoso picor en el rostro; su piel sufriría las consecuencias directas del llanto. Genial. Nuevas imperfecciones.

—No puedo más —susurró para sí misma en un tono de voz fatigante, empujando la maleta rosada que había logrado llenar de prendas de ropa y objetos aleatorios antes de huir sin un rumbo fijo.

Un nuevo suspiro escapó de sus cerezos. El grandioso sol se hallaba en la cúspide, iluminando cada uno de los rincones del maltrecho barrio. Lucy sabía que la claridad acabaría disipándose tarde o temprano, pero se permitió disfrutar de ella durante varios segundos mientras reorganizaba sus ideas. ¿Cuál debía ser su próximo movimiento? Aprovechar el día y encontrar un lugar en el que dormir o, por el contrario, acabar a la intemperie envuelta en desesperanza. Siendo realista, prefería ahogar sus penas entre cuatro paredes.

No obstante, sus esfuerzos resultaron en fracaso al cabo de varias horas; los pocos apartamentos visitados ofrecían unas condiciones insalubres e inhumanas. Estaba desesperada, pero no dispuesta a contraer enfermedades y, en el peor de los casos, sufrir un ataque violento por parte de animales salvajes con rabia. Tomó asiento en los escalones inferiores de uno de los tantos edificios que decoraban las calles, hundiendo la faz entre las palmas de las manos para contener un grito de profunda exasperación. El atardecer caería en breves al igual que las temperaturas y continuaba sin soluciones. Lucy elevó el rostro con delicadeza, vislumbrando un cartón que se asomaba junto a ella. ¿Ese sería su futuro? Claro, teniendo en cuenta que lograría hacerse con un cartón, pues seguramente no tendría tanta fortuna.

Cuando había dado su objetivo por perdido, una brisa de aire ocasionó que un colorido panfleto se estampase contra sus vaqueros de tonalidad oscura. Lo recogió con evidente fatiga, cohibiendo un sollozo que amenazaba con hacer acto de presencia.

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Sus párpados vacilaron ante el contenido del anuncio. Los creadores del mismo lo habían colgado sin siquiera borrar las manchas que habían dejado sobre el arrugado y maltratado trozo de papel.

—¿Debería...? —murmuró en una exhalación, comenzando a percibir los efectos de la llegada de la noche sobre su piel descubierta.

No parecía fiable. Tampoco parecía que tuviera unas condiciones realmente buenas. Sin embargo, no tenía otra opción.

No podía ser tan malo, ¿verdad?

No podía ser tan malo, ¿verdad?

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𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐀 𝐆𝐈𝐑𝐋 ━━ ; fairy tailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora