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Seonghwa odiaba con toda su alma el fútbol, desde que era niño, nunca entendió porqué su madre lo había inscrito en esas clases. Desde que había hecho ganar al equipo su entrenador lo había empezado a entrenar para que alcance el nivel de todos los demás luego de casi ocho años que estaba ahí sin hacer absolutamente nada. Todos estaban felices por eso menos él que siempre le rogaba a su madre para dejar de ir, no quería ver más a Yunho ni al resto del equipo, quería quedarse tranquilo en casa.

—Seonghwa ¡Baja ahora mismo!—le gritó su madre desde abajo, estaba molesta y ese día no tenía paciencia.

—¡No! ¡No voy a ir!

—Amor, déjalo—pidió su esposo cansado.

Ella lo ignoró y subió hasta la habitación de Seonghwa, su hijo estaba escondido detrás del armario entre este y el escritorio, ya conocía ese escondite a la perfección.

—Sal de ahí ahora mismo.

—¡No!

—Vas a ir quieras o no.

—¡No voy a ir!—pateó el escritorio y la mujer se sintió aún más ofendida.

—¡Seonghwa!

Por más que llorase y rogara su madre lo estaba llevando a la práctica y las amenazas con abrir la puerta del auto y salir no sirvieron, ella las ignoró y siguió con su camino hasta la cancha. En el auto ella lo regañó y le dijo que llorar era inútil, que debía ir quisiera o no a las prácticas y que no le interesaba cuanto llorase o cuando rechistara, porque hasta que él no sea mayor de edad todas las decisiones las iba a tomar ella.

—¡Pero no me gusta!—repitió por milésima vez cansado de repetir lo mismo.

—¡No me interesa!

Al llegar a la cancha Yunho lo recibió pero Seonghwa ni siquiera lo miró, eso llamó la atención del chico que intentó preguntarle como estaba gracias a que se le notaba que estuvo llorando. Yunho se veía genuinamente preocupado pero a Seonghwa no le interesaba, para él más bien era molesto, tan molesto que lo irritaba.

—¿Quieres algo de tomar? No lo sé, agua o algún té—le preguntó, habían abierto la cantina.

Seonghwa ni siquiera se preocupó por responder, solo se quedó en la misma posición de antes, cabizbajo abrazándose a sí mismo.

—¿Por qué estás así? Hwa, te conozco desde que tenemos ocho años y nunca has estado así...me acuerdo que hablabas mucho y en un momento dejaste de hacerlo, ahora esto ¿Qué te está pasando? ¿Estás bien? No me ignores...Seonghwa, todos nosotros te queremos mucho, debes confiar en nosotros y aunque sea hablarnos, se siente feo cuando te hablo y no me respondes—le explicó con un poco de molestia, se sentía como si le estuviera hablando a la pared— entiendo, te molesto ¿No es así? Se te nota en la cara, si no quieres estar conmigo me lo puedes decir ¿Quieres que me vaya?

Seonghwa no respondió y Yunho suspiró tomando eso como un sí. Lo despeinó y lo dejó solo sentado en uno de los bancos.

Cuando volvió a casa se tiró en su cama y se cubrió con todas sus cobijas hasta la cabeza y abrazó uno de sus peluches. Ese día en específico no estaba bien, Hongjoong en la escuela le había hablado mucho de ese chico y eso no le gustaba, luego había ido a su cita con el psiquiatra y Yeosang era tan molesto que no pudo soportar estar la hora entera con él y tuvo que salir, luego su madre y el fútbol. Lo que más lo hizo sentir mal fue lo de Hongjoong, Hongjoong ya no le daba la misma atención de antes y ahora solo era ese chico, todo era sobre esa persona y no le gustaba, lo hacía sentir que ya no era importante para su amigo. Estaba tan cansado que no pudo contener su llanto, lloró hasta que se cansó y sintió que no podía respirar, se sentía como un estorbo en todos lados, una molestia para todos.

—La cena ya está lista—Mingi entró a su habitación encendiendo la luz— despiertate dormilón, es hora de comer—se acercó a él y lo movió— tu papá hizo tu comida favorita, levántate.

Mingi golpeó sus mejillas y Seonghwa volteó a verlo molesto, el golpe había dolido.

—Levántate.

—No tengo hambre—negó cubriéndose más.

—Arriba, levántate—lo desarropó y se quedó callado, no dijo ninguna palabra más— voy a llamar a mamá—dijo sintiendo que había visto suficiente.

—¡No!—exclamó ansioso.

—Seonghwa, te estás lastimando de nuevo—lo miró angustiado— ¿Eres consciente de la gravedad de esto? ¿De como esto solo te pone peor?

—Déjame en paz.

—No voy a dejarte porque sé que si te dejo vas a seguir haciéndolo.

Al darse cuenta de que ninguno de sus hijos bajaba, la pareja subió y los encontraron en la situación que menos esperaron, no querían decir que era normal pero lo sospechaban.

Obligaron a Seonghwa a quitarse la ropa y los tres suspiraron un poco tranquilos pero no del todo al darse cuenta de que solo se había lastimado en una sola zona.

Los tres habían perdido el apetito y para sentirse más tranquilos habían decidido que lo mejor era darle algo para que duerma.

Durante la noche la mujer se sentía intranquila y su esposo se dió cuenta, ella daba vueltas y parecía no poder dormirse, estaba inquieta.

—Amor ¿Qué pasa?—preguntó su marido cansado.

—No lo entiendo.

—¿Qué no entiendes?

—No entiendo que estoy haciendo mal como madre, no entiendo en que estoy fallando para que Seonghwa esté así—se expresó rompiendo en llanto— yo he hecho todo lo posible para que esté bien, no lo entiendo.

—No has hecho nada malo cielo, esto no está en tus manos...sabes que Hwa es diferente, el percibe las cosas de manera distinta y con eso ya debería ser suficiente para que entiendas que no es tu culpa. Sabes que él siente las cosas de manera distinta, él irá a su ritmo, no estará bien de un día a otro mágicamente, tranquila.

—No sabes cuanto deseo que mi hijo esté bien, que mis hijos estén bien—sollozó— ya no sé como ayudar a Seonghwa, ya he hecho todo lo posible y nada funciona, estoy cansada amor, ya no sé qué hacer.

MUTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora