Me tumbo en la cama y abro el diario rojo. Miyeon no me lo ha dicho, pero sé que le da rabia todo lo que ha pasado. Supongo que terminará fijándose en un chico nuevo. En Seúl, un buen escenario para enamorarse de la belleza masculina es en la Torre Namsan.
La pregunta vuelve a repetirse en mi cabeza: ¿Y si... llamo a Jungkook?
Sé que es una locura y que probablemente al final no lo haga, pero quiero fantasear con la idea de ser valiente. Enciendo el ordenador y me equivoco un par de veces al escribir mi contraseña. Los nervios, otra vez. La pantalla cambia y me muestra el escritorio con una foto de mi familia.
Sin saber por qué, me siento como un intruso entre mis padres y mi hermana, como si me hubiese añadido al grupo justo antes de tomar la foto. La expresión de mi padre, seria y forzada, parece esperar el momento en el que haga clic sobre el archivo para lanzarse sobre mí y estrangularme. Aun así, entro en los apuntes de la última clase. La tinta del bolígrafo resbala sobre el cuaderno para escribir su número en pequeñito, como si fuese un secreto. Quizá me quedo mirándolo demasiado tiempo.
¿Qué esperas? Deja de darle tantas vueltas y hazlo ya.
Todavía no.
¿Y ahora qué? ¿Te vas a echar para atrás?
No estoy seguro de que sea buena idea.
Tonterías, deberías llamarlo.
No, mejor le envío un wasap. Pero ¿en qué estoy pensando? ¿Me he vuelto loco? Si le digo algo, la cago. ¡Es una pésima idea! Se lo contará a sus amigos y mañana todo el mundo sabrá que soy gay.
Es un posible contratiempo, sí.
¿Y por qué no me has avisado?
Jimin, soy tu conciencia. Somos la misma persona. Encantada.
Vuelvo a encender el portátil, busco en la carpeta de los apuntes y clic en el enlace de la última clase. Voy bajando hasta llegar al final de la hoja y encuentro su número anotado. Antes de pinchar en la tecla, lo miro durante unos segundos.
Después, los números desaparecen y en su lugar solo queda un espacio blanco. ¡Lo he borrado! Me aseguro de tacharlo también en mi cuaderno, deslizando el boli por encima con movimientos rápidos y horizontales hasta cubrirlo de tinta azul.Me arrepiento inmediatamente. ¿Soy tonto? Pulso ctrl + z, pero como ya había guardado el documento no sucede nada. No aparecen números. Pruebo de nuevo. Por si acaso. Yo qué sé.
Al final cierro el ordenador y lo intento con el diario. Empiezo a descifrar los números bajo el tachón de tinta. Sé que el primero es un uno... Después viene un tres. ¿Es eso un ocho? Vale, no; al final va a ser un nueve. Es un nueve un poco raro, lo mismo es un ocho. Nueve, definitivamente. 659... Creo que después va un tres. Vale, estoy un ochenta por ciento seguro de haber anotado el número correctamente. Me siento como Sherlock Holmes en una versión más light. No puedo dejar de sonreír, celebrando mi pequeña victoria. Y en mitad de la euforia, un nuevo sonido me hace quedarme pálido:
—¿Sí?
Es su voz. La voz de Jungkook.Los ojos se me agrandan. Me doy cuenta de que sin querer le he llamado. LE HE LLAMADO. Me tapo la mano con la boca y cuelgo. El corazón me va a mil. Suelto el móvil sobre las sábanas, como si tuviese miedo a tocar la pantalla y volver a pinchar en su contacto. Cuando estoy nervioso, soy súper patoso. Jungkook no tarda en devolverme la llamada. ¿Por qué ha tenido que hacerlo? O sea, yo lo habría dejado pasar. Es lo que suele hacer la gente, ¿no? Me niego rotundamente a responder.
¿Eres imbécil? Haz el favor de coger ese móvil. Vamos, tú, sí, tú. Ya va por el tercer tono.
—¿Hola? —se le oye desde el otro lado.
—Hola...Jimin, ese «hola» de mierda te ha salido.
Estoy nervioso, cállate.—Tengo una llamada desde este número.
Lo sé, e imaginarte ahora al otro lado de la línea no ayuda a calmarme.
—Sí, eh... Esto... Me he confundido, lo siento.
—¿Eres Jimin?Silencio.
—¿Hola?
Se me cierra la garganta.
—No cuelgues.
No le cuelgues. Ni de broma.
—Me he confundido —repito, sintiéndome estúpido y decidido a cortar la llamada.
—Quedamos en una hora en plaza de Seúl.
—¿Qué?
ESTÁS LEYENDO
Los cuerpos de la habitación roja| Kookmin au ☆
RomanceMe llamo Jimin y tengo tres normas: Nadie puede descubrir mi secreto. Solo podemos 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳 dentro de la habitación roja. Y la más importante, no voy a enamorarme de él. ☆ ADAP del libro "los cuerpos de la habitación roja" de...