Rayos, no sé de romance

CAPÍTULO 08

- ¿Segura que no vas a ir? - preguntó Sia, desanimada.

- No iré, Sia- respondí y agarré un pañuelo para sonarme la nariz- Estoy con gripe... ¿Quieres que esparza el virus en la fiesta?

- A quien le importa si esparces el virus– pensó sus siguientes palabras- solo mantente alejada de mí unos metros en la fiesta. Ya sabes, por las dudas.

- Oh, claro. Si usted así los desea- dije sarcástica.

Ese día que fui al almacén por un paraguas y, de casualidad, salvé a Jacob de pasar una noche encerrado, me resfrié. Pensé que solo era calor lo que sentía, pero no. Era fiebre. Después de que Jacob se quejara adolorido por sus pies acalambrados, llegó Sia junto al conserje. Ella había ido a buscarme al ver que no llegaba. Vio mi mochila en la oficina del conserje y sacó sus propias conclusiones. Lo bueno es que el conserje aún no se había ido de la universidad; así que, no fue tan difícil para ella traerlo hasta la cancha de baloncesto para que abriera la puerta.

Cuando se abrió la puerta, me sentí como si fuera salvada y pude ver a Sia con un nuevo resplandor dorado. Juro que la vi más deslumbrante que nunca. Talvez fue porque la cancha estaba quedándose a oscuras o porque me sentí muy agradecida de que alguien hubiera abierto la puerta. No me agradaba mucho la idea de pasar una noche en la cancha. Corrí hacia Sia con los brazos abiertos y me aferré a ella. Sia se sintió confundida un rato y luego llevó una mano a mi frente. Estaba ardiendo.

No me suelo enfermar con facilidad. Durante el año solo me da una gripe fuerte una vez al año, y es en diciembre. Sin embargo, contra todo pronóstico, ese día me enfermé. Jacob no había notado mi estado; así que, cuando me vio sonreír como tonta en los brazos de Sia, se burló de mí. Le saqué la lengua y continúe abrazando a Sia.

Jacob quería decir algo más, pero Sia me saco muy rápido de ahí. La lluvia ya había cesado y podíamos irnos a casa.

Menuda, mierda. Tantos problemas por nada.

Cuando llegamos a casa, Sia me entregó a mi hermana Angel y se despidió con un poco de culpa. Creo que muy en el fondo pensaba que ella era la culpable de mi resfriado. Angel me miró con disgusto, luego me obligó a ponerme ropa, porque yo quería dormir desnuda, y me cubrió con las sábanas. Mas tarde mamá hizo un caldo caliente y Angel me pasó un te hirviendo con unas pastillas para aliviar el dolor de garganta y la tos.

Tuve que faltar a clase al día siguiente, porque me sentía terrible. Sia me pasó sus apuntes para ponerme al día y agradecí a Dios de que fuera viernes. Tendría sábado y domingo para recuperarme.

- Bueno, de todas formas, no iré- declaré- Aun me duele la garganta.

- Está bien, Harmon. Cuídate. Será la próxima- aceptó Sia y colgó la llamada.

Suspiré con pesar. No me importaba la fiesta, pero planeaba salir al centro comercial el domingo y con esta gripe iba a ser imposible que mamá me dejara ir. Mamá es enfermera y tiene muchos conocimientos médicos. Cuida a sus pacientes con fervor y no los abandona hasta que estén completamente recuperados. Me gusta esa faceta de ella, porque se nota que ama lo que hace.

Como lo pensé, pasé el resto del fin de semana en cama, comiendo cosas calientes y mirando películas románticas en mi laptop. Ya había terminado de ver el Cd de "la forma del agua" que había comprado la semana pasada y me gustó mucho. Como dijo aquel chico pervertido de la tienda de CD era un verdadero testimonio de amor. Intenté descargar algunas películas románticas, pero me di por vencida después de dos intentos. Era un poco difícil encontrar películas en alta definición si no estaba suscrita a alguna página. La mayoría de ellas cobraban un monto por inscribirse y este se pagaba a través una tarjeta de crédito. No tenía una tarjeta y mamá no me prestaría la suya. No me quedaba otra opción más que volver a conseguir mis películas en CD. Era más rápido y menos complicado. Odiaba tener que seguir viendo películas en YouTube. La calidad era horrible y no soportaba los anuncios.