CAPITULO 2

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Solo quería material de referencia. Pensé que escuchar como una pareja solucionaba sus problemas amorosos me daría un buen punto de partida para empezar una nueva novela romántica. Seré sincera, esperaba un cuento de hadas en donde el amor verdadero triunfa al final. Talvez que Jacob profesara su amor por Esria, lo cual si sucedió, y que Esria le contestara con unas palabras melosas, confirmando que sentía lo mismo y que nunca se separaría de él. Esperaba azúcar y miel, cosas cursis, pero solo me dieron un limón agrio, insípido y melancólico.

El amor es un vaivén de emociones.

Trastrabillo y estoy a punto de caerme, pero Jacob logra sujetarme por la cintura y me ayuda a incorporarme. Por un momento parece amable, hasta que me empuja con rencor hacia un lado y después se limpia las manos en su pantalón. Lo miro no indignación por unos segundos hasta que recuerdo lo que hice y clavo mi mirada al suelo con un poco de culpa.

Aun así, no era necesaria tanta violencia.

- Eres Harmon Boo, ¿verdad? -pregunta, con irritación.

Asiento en respuesta y masajeo mis muñecas. Me jaló con mucha fuerza. Y aún puedo vislumbrar las marcas de sus dedos sobre mi piel.

Luego de que Jacob descubriera como metí mis narices en sus asuntos y escuché su conversación con Esria, le dio unos billetes al camarero y cogió mi brazo, tirando de mí en dirección de la entrada de la cafetería. Traté de gritar, pero me dio vergüenza hacerlo en un lugar público. Sia me vio desde la distancia y corrió hacia mí; sin embargo, el camarero la detuvo, porque nadie había pagado la cuenta.

Rayos, ¿no ves cómo están secuestrando a uno de tus clientes? Si sobrevivo a esto, me asegurare de darle 0 estrellas a su página oficial y postear una crítica constructiva del porque deben detener a un cliente que saca a rastras a otro cliente, en lugar de preocuparse por la cuenta.

- ¿Oíste todo?

Su pregunta suena mas a una afirmación que a pregunta. Levanto la mirada y logro captar la imagen de su rostro. No puedo ver muy bien sus ojos, ya que su cabello café ligeramente rizado lo cubre casi todo. Tiene un peinado extraño, su cabello esta más largo de lo normal y sus mechones alborotados le dan un aire rebelde.

- Nadie te ha dicho antes que es de mala educación oír conversaciones ajenas- Declara, mientras se cruza de brazos y me lanza una mirada intimidante

Por un demonio. No fui la única que escucho tu conversación

- Tampoco es de muy buena educación arrastrar a una chica en contra de su voluntad. -susurro con un hilo de voz débil.

Si logró intimidarme. Jacob ladea la cabeza como si estuviera pensando y capto su mirada. Tengo miedo de sus ojos negros como obsidianas que me miran como si quisiera desaparecerme de la faz dela tierra.

- ¿Cuál chica? Yo no veo ninguna chica- Recorre la pequeña plaza central con una mirada rápida, como si estuviera buscando algo, antes de clavar su mirada en mí y agregar- Solo veo a una fisgona. Una rata escurridiza.

Trago saliva y vuelvo a mirar al suelo. Jacob se acerca a mi oido y susurra unas palabras con una voz fría. Su dulce voz solo es para Esria.

- Ni pienses contárselo a nadie. Si lo haces...- pronuncia sus siguientes palabras con lentitud, como para que así las comprenda mejor y nunca se me olviden- te arrepentirás.

Se aleja y tira de mi mochila. Intento detenerlo, pero es más fuerte que yo y de un tirón me lo arrebata. Busca en los bolsillos y saca mi celular. Ahora me arrepiento de no haberle puesto contraseña. Mueve rápido los dedos, escribiendo algo y luego de un rato lo vuelve a meter en el bolsillo. Me lanza mi mochila y escupe sus últimas palabras antes de irse.

Rayos, no sé de romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora