XIII

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La noche transcurrió con normalidad, estando bastante cómodo por primera vez en años. No era la primera vez que pasaba la noche con un Omega aunque sí era la primera vez que duraba al lado de uno tanto tiempo. JungKook tras el acto solía pedirles que volvieran a sus dormitorios, o bien era él mismo quién se iba de sus propios aposentos.

Miró a JiMin unos segundos de más, notando cómo el rubio se removía hasta por fin parecer haber despertado de su próspero sueño. La mirada del menor se posó en cada esquina de la habitación queriendo recordar cómo había acabado ahí. A ver, recordaba haber estado hablando con JungKook, pero no el simple hecho de estar en la misma cama que él.

—Buenos días, terroncito de azúcar. —La voz áspera de Jungkook pronto se hizo notar, recostando todo su peso en su propio costado mientras admiraba la escena burlón, se veía jodidamente tan precioso.

-Buenos.. Dí... -No logró acabar la última palabra al ver al príncipe tan cerca, demasiado cerca y encima con escasa ropa. A ver, no iba a negar lo tan sexy que se veía sin camisa, pero por favor, su rostro suplicaba estar tranquilo por una vez. Sabia a ciencia cierta lo tan rojo que estaba ahora mismo. Eso por supuesto hizo reír a JungKook, quién pronto se había levantado para buscar una camisa cualquiera.

—Ayer te quedaste dormido después de salir del dormitorio, me dió cosa despertarte, así que te dejé dormir.. Además te lo debía. —Murmuró, colocándose la prenda y abotonando cada uno de los botones de forma determinada, plasmando sus luceros oscuros como la noche en JiMin. —Estuve dándole unas vueltas a un tema. Debo ir y hacer unas gestiones a la nación del Sur, y pues pensé en tí. ¿Quieres venir conmigo? Habrá playa, comida rica, y cosas bonitas. —Decía pensando en sus siguientes palabras, queriendo ver apetitoso el viaje que se merecía. JiMin dudó, nunca había salido de su pequeño pueblo, el viaje más largo que había realizado había sido ir a palacio.

Había oído rumores sobre la nación del Sur, un lugar hermoso para visitar lleno de flores únicas y gente amigable. Un sitio único. Él lo veía más que nada como una fantasía, la típica zona que su madre recalcaba en los tantos cuentos que disfrutaba de pequeño.

Le daba emoción ir, pero era raro. ¿Por qué él? A ver, es verdad que había formado lazos o amistad, pero habían más omegas en palacia esperando su atención. No me digas que estoy pensando en él y otro omega. No, no y no.

—Sé que es arriesgado y a lo mejor no es lo mejor al prácticamente no conocerme de nada, pero lo veo una buena oportunidad para ello. —Se acomodaba el flequillo desordenado, jugueteando con él hasta tenerlo perfecto.

El rubio volvió a dudar, no entendía el propósito real.

—Jimin. —JungKook le miró, manteniéndose sentado a su lado. —¿Entiendes por qué quiero que vayas? —El omega negó en un pequeño baile, a ver intuía, pero no deseaba hacerse falsas ilusiones. Cómo él había dicho, ambos no se conocían de nada para llegar a ése punto. —Me interesas, mi lobo te ha reclamado. —

𓂃命  El omega del rey " [ kookmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora