Aquí les traigo un par de capítulos, además de que arregle los primeros, espero que estén disfrutando de la lectura adaptada a Buddie.
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Evan se levantó la mañana del domingo en su horario habitual, se duchó y se vistió antes de ir a comprobar a Grace.
La cuna del bebé estaba vacía. Vacía. Mierda. No había manera de que pudiese haber trepado para escaparse. Todavía era muy pequeña.
Bajó las escaleras de dos en dos, pero todo estaba tranquilo. Cocina, tranquila. Sala de estar, tranquila. Estudio, tranquilo. Mierda. Corrió de nuevo a las escaleras y comprobó el cuarto de Cristopher. La cama también estaba vacía.
Mierda.
Una revisión rápida del cuarto de baño confirmó que los niños estaban definitivamente desaparecidos en combate.
Se dirigió a la puerta de Eddie y llamó, sin esperar una respuesta, antes de abrir la puerta, su corazón latía alrededor de cinco mil pulsaciones por minuto.
Los niños estaban en los brazos de su papá, Cris tirado a un lado, Grace acunada en el ancho pecho, con una mano en su trasero cubierto por un pañal.
Oh, maldita sea. Era una lindura. Le hubiera gustado tener una cámara, porque apostaría que a Eddie le encantaría tener una foto de esto. Miró un momento más, disfrutando de la hermosa imagen y luego retrocedió lentamente.
Podía hacer un poco de bacón y café y ver la mala televisión de los domingos por la mañana.
Acababa de terminar con el café cuando oyó chillidos provenientes del piso de arriba, luego un rugido bajo y a Grace riéndose. Ahora bien, los ruidos eran buenos. Eddie podría estar un poco agobiado, pero tenía buenos instintos, instintos paternos. Esos niños iban a estar bien porque su padre los amaba y quería hacer lo correcto.
―¡Papi Eddie! ―La voz de Robin sonó―. ¡Papi!
―¡Voy por ti, Cris! ¡Voy a morderte los dedos de los pies!
Se escuchó el grito feliz de Cristopher.
―¡Vamos, Gracie! ¡Vamos a por tu hermano!
Buck se echó a reír y revisó el bacón, colocando suficiente para Eddie y Cristopher, también, ya que estaban presentes ahora.
Los tres jugueteaban, los brazos de Eddie estaban ocupados mientras bajaba las escaleras. ―¡Buenos días!
Se río y asintió. ―Sí, lo son.
―Voy a preparar el desayuno, si lo deseas. ¡Prepararé asquerosos y desabridos huevos!
―¡Papi Eddie! ¡NO!
Los ojos de Edmundo brillaban. Era increíble lo que un par de noches de sueño podían hacer por un hombre.
Evan se mordió los labios para no reírse. ―Asquerosos y desabridos huevos, ¿eh? ―Realmente estaba deseando conseguir una comida preparada por un verdadero chef.
