Sasuke se veía bien, más que bien, mientras Sakura con cuidado cortaba sus manzanas y con una brillante sonrisa se las extendía.
El Uchiha las aceptaba, mientras parecía hablar con ella.
Un par de ojos azules observaba toda la interacción, sentía...
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Dos años después.
—¡Naruto, dame eso!
—¡No, está loco si creé que le entregaría a Gama-chan!
—Es para mí investigación, Naruto, se un buen alumno.
—Investigación, sí, seguro —refunfuñó el de ojos azules.
Estaban llegando a una nueva aldea. Aldea de la lluvia, si el rubio habría escuchado bien.
Ya dos años sin pisar Konoha, dos años sin ver a su amigo cabeza de piña (aún se ríe por el nuevo apodo que le encontró a su mejor amigo), quería ver también a Kakashi, a su abuela, Shizune.
Pero había alguien que seguía persistente en todos sus pensamientos, él.
«Él, él, él»
Su mente se llena de recuerdos de mechones ébanos, ojos tan oscuros como la noche. No importaba todo lo que había pasado, el tiempo que había corrido, seguía pensándolo, seguía en su corazón. Y sabe que quizás jamás se borre de ahí.
—Tierra a Naruto, ¿alguien ahí? —Jiraiya estaba agitando la mano en frente de sus ojos.
Se había quedado sentado mirando a la nada, el sabio pervertido le había empezado a decir que dejara de hablarle al viento.
Pero el viento escuchaba y no juzgaba.
—Sí, aquí estoy sabio pervertido —respondió y vio el pequeño monedero en sus manos y suspiró—, te voy a hacer pagar con intereses cuando saques tu libro. —Con una sonrisa se lo lanzó al mayor.
Quien lo atrapó en el aire y le dedicó una gran sonrisa y se dirigió casi corriendo a la aldea. Negó con una sonrisa en su cara.
Se dirigió a la posada, ya había guardado las monedas para las dos noches que iban a pasar. Se tomó el camino con calma. Los dos años le habían sentado bien. Se veía más saludable, comía más y equilibrado. Pero seguía siendo bastante flaco, así que se resignó.
Había ganado algo de musculatura, su piel se había vuelto más dorada. Y eso le gustaba, hacía contraste en los lugares que visitaba.
La gente en algunas ocasiones lo volteaba a ver.
Unos minutos dentro del pueblo y había notado que habían muchas tiendas de medicina. Eso le resultó interesante pero no extraño.
Las otras aldeas que visitaron tenían algo que las diferenciaba, la venta de flores, la de frutas, siempre había algo que las hacía diferentes y eso le encantaba.
Justamente en la de flores había encontrado muchos datos para cuidar sus plantas. Eso lo llevaba a recordar a Sol, ojalá Shikamaru la tenga saludable.
Llegó a la pequeña posada y registro sus habitaciones, guardo las cosas. Dispuesto a volver a salir, quería ir al bosque y seguir entrenando.
Le gustaba estar solo, pasar tiempo meditando o simplemente hacer nada.