Kevin (Chaggie)

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La paz que se había instalado momentáneamente en el Infierno había dado un respiro a todos los demonios que habían batallado por proteger sus almas de los exterminadores. Con el hotel ya renovado y con demonios haciendo cola para conseguir la redención, parecía que las cosas por fin iban por buen camino para el Hazbin Hotel.

Las primeras semanas fueron agotadoras pero ahora que todo estaba organizado, la princesa del Infierno por fin podía tomarse un merecido descanso. Hacía semanas que no salía del hotel y necesitaba tomar un poco el aire y salir de la rutina.

—Oye, Vaggie. —La princesa había ido a buscar a su novia a la recepción del hotel—. Voy a salir a dar una vuelta, ¿quieres venir?

Vaggie había descansado igual de poco que su novia y prueba de ello eran las grandes ojeras que ni el maquillaje podía disimular del todo.

—Claro —le respondió con una cálida sonrisa—. Espera que acabe una cosa y salimos.

Vaggie se dio prisa en terminar el papeleo para unirse a su novia lo antes posible. Ambas salieron agarradas de la mano para recorrer las calles de la Ciudad Pentagrama.

—¿Y dónde quieres que vayamos? —preguntó Vaggie que veía que su novia caminaba muy segura por la ciudad.

—A Canibal Town. Quiero agradecerle a Rosie su ayuda durante la batalla contra el Cielo.

—¿Estás segura de que estará todo bien? —preguntó Vaggie algo asustada—. Esos caníbales han probado la carne de ángel, no sé si se habrán quedado con las ganas... —comentó algo nerviosa.

—No te preocupes, Vaggie. —La princesa colocó su brazo alrededor de la cintura de su novia para tenerla más cerca—. No dejaré que se acerquen a mi ángel.

Vaggie se quedó callada de la vergüenza y continuó caminando con su novia hasta llegar a la animada Canibal Town. Era la primera vez que Vaggie llegaba a aquella parte de la ciudad y, al igual que le ocurrió a su novia, se sorprendió de lo agradable que eran el lugar y sus habitantes que saludaban con efusividad a la princesa cada vez que las veían.

La pareja pasó una agradable tarde tomando el té con Rosie. La caníbal no dejó de decir que Vaggie era una monada y que ella y Charlie hacían muy buena pareja. Ambas estaban ampliamente sonrojadas pero gracias a la Overlord pasaron una tarde de tranquilidad que tanto necesitaban.

Ya era la hora de volver y, mientras se despedían de Rosie en las puertas del emporio, Vaggie notó como alguien le tiraba un poco de la ropa para llamar su atención. El ángel se giró para ver a un joven caníbal que la miraba con fascinación. Y esa mirada se contagió en Vaggie que rápidamente lo reconoció. Había crecido en esos tres años, pero seguía siendo un niño, ese niño, el niño que salvó.

—Hola. —El ángel se agachó para quedar a su altura y lo saludó con calidez.

—¿Te acuerdas de mí? —preguntó el pequeño a lo que el ángel asintió sin quitar aquella sonrisa de su rostro.

—Nunca podría olvidarte pequeñín.

El pequeño caníbal estiró la mano para apartar el flequillo y acariciar el parque de Vaggie.

—¿Eso fue por mi culpa? —preguntó algo asustado.

—Claro que no. Fue culpa de un ángel malo. Tú no tuviste culpa de nada.

El pequeño volvió a sonreír.

—Pues te queda muy bien. Y el pelo largo también. Estás muy guapa señorita ángel.

El pequeño se había quedado embobado viendo a Vaggie y ella se estaba empezando a sentir algo avergonzada por la situación. Pero la cálida actitud del joven caníbal no hacía más que enternecer su corazón.

—Me llamo Vaggie.

—Y yo Kevin. Oye, Vaggie —preguntó algo inseguro—, ¿vas a venir más por aquí?

—Si tú me invitas vendré todo lo que necesites y estás más que bienvenido a venir a verme al hotel.

El pequeño estaba muy ilusionado con la invitación. Le hubiera gustado quedarse más tiempo hablando con Vaggie pero su madre lo estaba llamando para que regresara a casa. El pequeño se despidió de Vaggie con una fuerte abrazo que ella respondió con la misma efusividad.

Cuando había perdido de vista al pequeño Kevin, Vaggie se acordó de que su novia seguía a su lado. Charlie no cabía en sí de alegría. Ver esa faceta tan tierna de Vaggie le derretía el corazón. ¡La quería muchísimo!

—¿Y quién es tu amiguito? —Cuando ya estaban de camino a casa, Charlie se atrevió a preguntar.

Por primera vez desde que dejó de ser exorcista, Vaggie le contó a Charlie su historia. Cómo dejó escapar al pequeño Kevin, cómo Lute la dejó malherida con la esperanza de que iba a morir, cómo fue rescatada por el ser más bueno de la creación: su amada princesa.

Charlie estaba conmocionada. Era la primera vez que Vaggie le contaba su historia con total sinceridad. Pero a pesar de lo horrorizada que estaba, notaba que Vaggie hablaba con calidez. Ella no se arrepentía de la decisión que había tomado. Se sentía orgullosa de haber salvado a aquel caníbal.

—Si no fuera por él, no hubiera descubierto que mi verdadero propósito estaba aquí abajo ayudando a redimir pecadores. Y, sobre todo, no te hubiera conocido.

Ambas se quedaron mirando mutuamente hasta que la distancia entre ellas desapareció por completo en un tierno beso lleno de amor. Ese amor que habían compartido durante tres años y que, a pesar de las dificultades, querían seguir compartiendo por toda la eternidad.

Tanto en el Cielo como en el Infierno (One-shots de Hazbin hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora