Los besos que nos dimos (FallenWings)

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 Nuestro primer beso fue tan inocente que no sabíamos lo que iba a desencadenar.

No sé si te acordarás porque hace ya mucho tiempo, pero yo nunca podré olvidar nuestro primer beso. Es curioso porque aunque fue el primero realmente no significó nada para nosotras. Aún no éramos nada. No pensábamos que nunca pudiéramos ser nada y es por eso por lo que ese inocente primer contacto de nuestros labios parecía tan insignificante.

Lo recuerdo como si fuera ayer, habíamos vuelto de otro exterminio exitoso. Siempre celebrábamos nuestro éxito con una fiesta en el cuartel de las exorcistas. Era un día de celebración, el único día del año en el que podíamos dejar a un lado la rigidez de nuestra vida militar. El Cielo hacía la vista gorda y durante unas horas podíamos hacer lo que quisiéramos.

Tras un par de horas de fiesta desenfrenada, muchas chicas que ya llevaban unas copas de más habían empezado a jugar a la botella. Todas estaban sentadas en un círculo y cada vez se unían más. Desde una esquina, te vi bufar como siempre que se comportaban como adolescentes después del exterminio. Pero siempre has sido indulgente con todas, sobre todo en las fiestas.

Yo me uní rápidamente a ellas en cuanto empezaron a llamarme. No te lo había dicho nunca pero admitir que incentivé un poco a las chicas a que jugaran. Era divertido ver como se divertían por una vez al año.

Recuerdo que tú también te uniste a regañadientes. Varias chicas se armaron de valor para llamarte, una de ellas incluso te empujó un poco para que no te resistieras. Y te sentaste con nosotras en el círculo que rodeaba la primer botella de ron que se había vaciado aquella noche. Siempre has sido una buena líder y te gusta fomentar la hermandad entre las exorcistas.

—A ver quién tiene la suerte de besar a la teniente. —Recuerdo que una de las exorcistas estaba deseando que la botella eligiera a la afortunada que pudieras besar después de señalarte.

Siempre has sido la heroína del escuadrón y muchas disimulan muy mal el amor platónico que tienen por ti. Por eso muchas deseaban aunque fuera probar tus labios gracias a un simple juego.

Ninguna se esperó que el destino me eligiera a mí. Pero parecía que a ninguna le molestaba y para otras era justo el resultado que más esperaban nuestras compañeras. No las puedo culpar: la rígida teniente del ejército contra la prodigio descarriada. Éramos una pareja perfecta que podía despertar la vena morbosa de las exorcistas, así que, con una vida tan tranquila como la nuestra era normal que se emocionaran.

—¿Te da vergüenza, teniente? —te reté cuando vi que no hacías ningún movimiento.

Siempre te han encantado los retos y por eso esbozaste una sonrisa traviesa antes de acercarte a mí y besarme sin pensarlo para callar mi arrogante boca.

Fue muy rápido casi imperceptible con los vítores de nuestras compañeras de fondo, pero debo confesarte que ese pequeño roce de nuestros labios se quedó impregnado en mi tacto. A día de hoy, cuando lo recuerdo, sigo sintiendo el tacto fantasma de tus labios.

Creo que incluso me sonrojé pero el alcohol parecía haber disimulado mis emociones. No sé lo que sentiste tú, pero yo me quedé con ganas de más. Quería volver a sentir tus labios sobre los míos el tiempo suficiente como para grabar en mi memoria todas las sensaciones que me habías hecho sentir con ese primer beso.

Es por eso por lo que, tras armarme de valor no mucho tiempo después de aquella fiesta, te pedí nuestra primera cita. No pensé que aceptarías, pero siempre has sido una caja de sorpresas.

Una cita siguió a la otra, los besos que tanto deseaba se habían vuelto una agradable constante en mi vida y esa calidez que sentí en mis labios parecía no desaparecer nunca. Cuando amenazaba por desaparecer, parecía que tenías un instinto que te obligaba a volver a acariciar mis labios con los tuyos. Y así la calidez nunca se marchaba.

Tanto en el Cielo como en el Infierno (One-shots de Hazbin hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora