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—¿Te... atreviste?—preguntó despacio, al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.

Aunque sintió cierto peso en la conciencia, su voz interior le dijo que no flaqueara.

Levantó la barbilla, desafiante, y lo miró a los ojos.

Si le pegaba, valdría la pena. ¡Mejor ser golpeado que quedar como un débil incapaz de defenderse! O seguir siendo tratado como un cualquiera.

—¡Sí!—respondió rápido y con tono seco, manteniéndose firme ante su marido.

Jaekyung apretó los labios y se dio la vuelta para salir de la habitación.

Él no era ni sería nunca un abusador, pero Dan era... ¡Era difícil! No deseaba seguir discutiendo.

—Si quieres quedarte con hambre,
¡que así sea!—le gritó.

El ruido de la puerta al cerrarse le hizo estremecerse y dio un respingo involuntario.

'¡Al menos ya se fue!'—pensó, y se dejó caer en la cama, con los brazos sobre la cabeza.

Al cabo de unos instantes se levantó y recogió el libro que se encontraba torcido en el piso.

—¡Lo siento librito!—canturreó a voz alta pasando la mano por la cubierta como si acariciara el objeto.

A él realmente le encantaba leer

Sunja le acercó una bandeja con comida, pero mientras se la entregaba, echó un vistazo al pasillo, lo cual encendió sus sospechas.

Algo estaba mal.

—Señora Sunja, ¿Trajo esto a escondidas de mi marido?

—Sí, señor. Vamos, tome la bandeja.—le alentó mientras se la entregaba, y el chico la sostuvo.

—No quiero que se meta en problemas por mi culpa—susurró, a lo que Sunja respondió con una hermosa sonrisa.

—No se preocupe. El señor Jaekyung es un poco gruñón, pero no me hará nada si se entera. Excepto quizá discutir—finalizó encogiéndose de hombros como si no fuera tan importante.

Dan movió la cabeza de un lado a otro y sonrió.

—Muchas gracias y buenas noches, Señora Park—Soltó con amabilidad, sin perder la sonrisa de los labios.

Tenía la certeza de que al menos una persona de allí sería buena con él.

—De nada, señor. Y..., por favor, tenga paciencia con él. Se acostumbrará a usted.

Dan negó con la cabeza al mismo tiempo que cerraba la puerta tras de sí. Quería decir que Jaekyung no tenía que acostumbrarse a nada, ya que fue él quien acordó el matrimonio. Él, en cambio, no tuvo elección. Este era otro punto que le hacía estar resentido con su marido.

De repente, Dan sacudió la cabeza intentando disipar esos pensamientos

Ve a comer. La hora de comer es sagrada—pensó.

Se lavó las manos, dio gracias por los alimentos y comió.

En su cuarto, Jaekyung estaba de pésimo humor. Todavía estaba sentado en la cama con la toalla alrededor de la cintura.

¡Ese muchacho es un insolente!—refunfuño para sí mismo y se acostó.

Le era imposible aceptar el hecho de que él lo había rechazado después de toda la pasión que le demostró antes.

¡Pero por supuesto, no le pagaste! —discutió consigo mismo; sin embargo, una voz en su interior le recordó que Dan no había aceptado nada de él antes.

Un Matrimonio por Conveniencia | JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora