Veintiocho.

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La fiesta finalmente culminó. Había sido una velada exquisita llena de risas, tragos y diversión. Luan estuvo encantada, a pesar de varios de sus prejuicios; los conocidos de Dimitri eran muy amables y respetuosos. Estuvo sorprendida pero no le desagradaba. 

—Estoy cansada—exclamó, sintiendo sus músculos tensos y el dolor agudo en sus pies. Estaba desesperada por llegar a casa, quitarse todo lo que traía puesto y tirarse a su acogedora cama.

—Te llevo a casa—respondió el italiano para luego besar su frente y mejillas.

Ella aceptó la muestra de afecto con una pequeña sonrisa mientras cerraba los ojos. Amaba que él fuera así, tan afectuoso y dulce. Le encantaba sus muestras de cariño discretas. Como acariciar su cintura, besar su cuello o tomarla de las manos.

—No es necesario—recalcó mientras lo abrazaba, absorbiendo su colonia que tanto le gustaba—los niños deben de estar cansados y tú igual.

—Preferiría llevarte—la tomó de la cintura, mientras observaba a dirección de sus hijos quienes se encontraban tambaleando la cabeza por el sueño que los atacaba—pero sí, están cansados.

Luan rió suavemente y asintió.

—Le diré a Luciano que lleve a las chicas y a ti a casa.

—Jenny, Samantha y Leonardo ya se fueron.

—¿Se fueron? ¿En qué momento?—indagó él, con curiosidad. Y confundido—ni siquiera lo noté.

—Hace como una hora—dijo ella, recordó cuando los vio salir del salón con una inmensa sonrisa plasmadas en sus caras. 

Dimitri alzó las cejas y luego soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza. La mujer lo miró extrañada por su reciente alegría.

—¿Qué sucede?

—No sabía que a tus amigas les iba eso.

—¿Eso?—repitió la mujer cruzándose de brazos.

—Un trío, cariño.

La mandíbula de Luan casi cayó al piso, mientras por su cerebro pasaban un golpe de imágenes de aquellos tres juntos en una cama.

—¡¿Pero de qué hablas?!—chilló, poniéndose roja—claro que no.

Por supuesto que a sus amigas no les gustaba ese tipo de cosas. Claro que no, Samantha era bastante seria para prestarse a eso y Jenny, bueno...ella sí podría. Y si le rogaba a Samantha, tal vez la rubia aceptaría.

Oh.

Rayos.

—Ja...—exclamó, mientras abría los ojos como platos; cayendo en aquella conclusión. 

Dimitri la miró para luego besarle en los labios a modo de despedida. Luego de unos momentos, Luan se montó en el auto en compañía de Luciano quién manejaba. Pudo ver desde el cristal de la parte trasera al rubio despidiéndose con una mano mientras sonreía, inconscientemente ella lo hizo también. Encantada con aquel hombre. Aquella noche había sido maravillosa.

Luciano la observó por el espejo retrovisor notando su expresión alegre y como tarareaba una melodía. Aunque no sonrió, la miró con diversión para luego seguir conduciendo. Había un silencio cómodo rondando el auto.

De repente, el sonido de neumáticos chirriantes rompió el silencio, y un vehículo oscuro surgió de la oscuridad, acercándose rápidamente al auto de Luan. Antes de que pudieran reaccionar, el auto embistió el suyo desde atrás, enviándolos girando fuera de control hacia un callejón adyacente.

Dulce mafia|| Charlie Hunnam||Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora