Quince.

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No tenía palabras para describir como se había sentido junto a ella. Todo había sido calma, palabras cálidas, risas y conversaciones sin negocios. Jamás había visto aquel lado de ella. No había tenido la guardia en alto, no lo miró con el ceño fruncido ni le soltó insultos.

El mismo italiano no era consciente que dentro de él aun existía aquel Dimitri que podía relajarse alrededor de alguien sin esperar que lo traicionara. Con Luan, aquella noche, pudo hacerlo.

—Tenemos que hablar—pronunció con las manos en los bolsillos.

—No hay nada que hablar—respondió Leonardo, tirado en el piso con una botella de whisky en su mano—¿No lo entiendes Dimitri?

—Lo entiendo—afirmó el rubio—pero debes detenerte.

Leonardo seguía en crisis, Dimitri fue a visitarlo, era necesario. Su amigo estaba cayendo en un abismo sin fondo. Toda su habitación olía a alcohol, las ventanas estaban cubiertas por las cortinas y aquel hombre parecía un desastre tirado en el suelo.

—Tienes responsabilidades, Leonardo. Hay negocios que atender y necesito a mi consigliere—le recordó—sobrio—agregó—esa mujer no te quitará a Dylan.

—Si puede.

—No puede, ¿Recuerdas? Tenemos a los mejores abogados del país bajo nuestra nómina. Una llamada, una sola llamada necesito hacer para que esa mujer te deje en paz o desaparezca.

—No mataré a la madre de mi hijo—gruñó Leonardo desde el piso mirando al rubio—no puedo.

—¿No puedes o no quieres?—
Leonardo evitó su mirada en silencio, apretando la botella en su mano.

—¿La sigues queriendo después de lo que hizo?—lo miró sin comprender—¿Después de lo qué te hizo?

—No es eso—negó una y otra vez con la cabeza—yo no puedo matarla. No porque la ame, sino porque no tengo el valor, Dimitri. No a ella.

¿Por qué se sorprendió? Leonardo no era como él, él no podía mandar al infierno a su ex esposa como si nada.

—Bien—el rubio asintió, sin mirar a su amigo—si aún tienes ganas de pertenecer a esto—le dijo, herido y apretando su puño—a esta familia, ya sabes dónde encontrarme. No puedo creer que la misma mujer, te arruine dos veces.

Habían pasado por tantas cosas juntos, se conocían desde niños. Sus padres fueron grandes amigos y eso los llevó a seguir sus pasos. Dimitri siempre había sabido que Alexa, la ex esposa de su amigo era la mujer más repugnante e interesada del mundo. Cuando Leonardo le había propuesto matrimonio, el rubio le había pedido que lo pensara dos veces antes de cometer tal acto.

Aquel día tuvieron la discusión más intensa en sus veinte y tantos años de amistad.

Hace diez años.

—¡Estás a punto de cometer una locura!—le gritó colérico.

—No la conoces como yo lo hago Dimitri, ella no es así—le reclamó el de ojos marrones—ella me ama, yo lo sé.

—¡Y una mierda!—escupió, dando vueltas por la habitación como si de un animal se tratase—¡Quiere tu dinero, tu estatus, tu posición en la Sicilia! ¡Te está usando!—le explicó, desesperado porque su amigo entendiera. Había tenido la oportunidad de ver los verdaderos colores de aquella mujer.

—¡Ya basta! ¡Se supone que eres mi mejor amigo! ¡¿Acaso no te importa mi felicidad?! ¡Yo la amo!

—¡Bravo Leonardo!—le aplaudió sarcástico, rojo de la ira.

Dulce mafia|| Charlie Hunnam||Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora