CAPITULO 5

357 34 2
                                    




NO EDITADO





El problema con mis visiones era que no podía hacer mucho para actuar sobre ellas con respecto a los demás. Las Grandes Casas no creerían que Paul Atreides representaba una amenaza solo porque yo lo dijese. Necesitaban tener pruebas de ello, ver lo peligroso que era, pero bien podría ser demasiado tarde para cuando llegase ese momento.

Por supuesto, yo me aseguraría de unir una fuerza lo suficientemente poderosa como para tener la posibilidad de derrotarlo, pero sabía que tendría que estar muy atenta y actuar en el momento oportuno. No podía empezar a unir gente en su contra cuando él ya fuese demasiado fuerte, y tampoco podía hacerlo cuando no había excusas para enfrentarlo.

Era bien sabido que algunas de las Bene Gesserit más poderosas, como las Reverendas Madres, tenían amplio entendimiento de la historia pasada y muchas veces podían ver fragmentos del futuro. Las visiones no llegaban a ellas si no que forzaban a sus mentes a acceder a ese conocimiento. Realmente eran muy pocas las que podían ver algo de utilidad. Las visiones solían ser confusas y cortas, pero estas resultaban ser suficiente para convencer a los hombres de la utilidad de la hermandad.

A pesar de que muchos me escucharían si yo afirmase haber visto un nuevo emperador todo poderoso que debía ser abatido, sabía que a muchos hombres les resultaba difícil creer en la amenaza hasta que estaba realmente frente a ellos. Probablemente muchos caerían en la complacencia de creer a Paul Atreides muerto después del ataque de los Harkonnen, pero yo temía que no resultase tan sencillo acabar con él.

Algunos insistirían en que el plan de las Bene Gesserit junto al Emperador y los Harkonnen no tenía nada de sencillo. Después de todo, era una trampa mortal perfectamente planeada y daría como resultado incontables muertes. Sin embargo, podía sentir el temor real del conocimiento de que mi alma gemela sería de los pocos sobrevivientes; de hecho, si alguien iba a escapar de ese destino sería él.

-Lady Amira Zartremen -saludó un hombre en uniforme militar inclinándose-, no esperábamos su visita.

-Lamento aparecer de improvisto, pero le agradezco por dejarme ingresar a Caladan.

-Jamás ofenderíamos a su señor padre -le sonrió, claramente cuestionando su repentina visita.

Lo cierto era que yo rara vez abandonaba mi hogar natal, y me había asegurado de evitar cualquier reunión a la que asistiesen los Atreides, las cuales eran muchas. Ellos no podían permitirse ofender a mi padre con la turbulencia política que atravesaban, y sabían que él no los atacaría, por lo que no les quedaba otra que darme la bienvenida.

Sabía que estaba corriendo un enorme riesgo con mi visita, pero no podía permitir que todos estos hombres muriesen. Los que habían acompañado a los Atreides a Arrakis lamentablemente terminarían siendo daños colaterales. Estos hombres no tenían por qué morir. Estaban lo suficientemente lejos de Paul Atreides para no representar una amenaza y no podrían intentar salir de Caladan sin ser atacados por los Harkonnen, por lo que no podrían ir en ayuda de los demás.

-Me temo que traigo malas noticias -admití, decidiendo no dar demasiadas vueltas con mi advertencia, después de todo necesitaba irme lo antes posible-. El Emperador y los Harkonnen se han unido en su contra. Hay un traidor entre ustedes que saboteará sus escudos y comunicaciones justo antes del ataque. Estoy segura de que ustedes están más que capacitados para encontrarlo.

-Por supuesto -respondió el soldado, y a pesar de su entrenamiento, le resultaba difícil mantener estoico su rostro-. Deberíamos comunicarnos con Arrakis lo antes posible -agregó consternado.

-Lamento decirle que eso no será posible -le respondí, esperando la posibilidad de que intentasen hacer eso-. Había otro traidor entre ustedes y ellos están completamente incomunicados. El ataque no tardará mucho en llegar, estoy segura de que su duque desearía que ustedes asegurasen Caladan. El destino de los hombres en Arrakis está sellado, lo he visto, pero el de ustedes todavía puede ser evitado -agregué sabiendo que el conocimiento del futuro lo ayudaría a moverse más rápido-. Me temo que deberán cerrar las fronteras por un tiempo, y sobrevivir con los recursos de Caladan, porque tan pronto dejen caer los escudos los atacarán.

Prophecy | Paul AtreidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora