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Marginados, eso somos: una sombra del pasado que nuestra sociedad intenta exterminar a toda costa. Un recordatorio de que no tienen el control total en el mundo que crearon y se esfuerzan por mantener en pie, sin importar cuántas vidas arrasen en el proceso.
Nuestros orígenes son solo un recuerdo de lo que la Luna edificó para nosotros, una simple imagen borrosa de lo que una vez fue perfecto. La ambición y la codicia egoísta destruyeron por completo nuestro paraíso y lo convirtieron en un infierno de avances que solo arrancaron nuestra humanidad, durmieron nuestros instintos, despreciaron nuestras tradiciones más sagradas y las quemaron en el fuego de lo artificial y lo sintético.
Decidieron que el espíritu sagrado que nos otorgó la Luna era un estorbo y lo convirtieron en una sombra durmiente, un simple título que llevar sin sentir por una implantación artificial; algo que se hace desde el nacimiento para evitar que crezca, sin dar la oportunidad de elegir. Llenaron a la civilización de elementos sintéticos, incluso en su propio ser, con aromas artificiales desagradables y nada reconfortantes como solían ser los de nuestros ancestros.
Aun así, seguimos en pie: pocos pero fuertes. Nos ocultamos entre su imperio, a simple vista pero lejos de la luz. Nos mantenemos invisibles; inventamos nuestros propios métodos para hacernos pasar por uno de ellos, disfrazando nuestro aroma y controlando nuestro espíritu. Logramos engañarlos. Cuando nos descubren, huimos, pero también luchamos desde las sombras para acabar con su dictadura.
Ahora quieren quitarme mi tesoro más preciado; quieren separarnos y evitar que hagamos crecer a nuestra especie. Quieren quitar ese dulce aroma de su ser. Es la gota que ha colmado esta copa: su sentencia de muerte. Porque no permitiré que eso pase y los haré caer tan fuerte que no podrán levantarse jamás. Con tal de mantener el brillo en sus ojos y esa marca que los une a mí, haré lo que sea por proteger a mi familia y recuperar nuestros orígenes. Destruiré a quien sea para lograrlo.
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