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Querido Finn:

Creo que he escrito esta carta más veces de las que puedo contar y cada una de ellas de una manera diferente, tratando de hacerla tan personal y mía como fuera posible. El papelero del pasillo está casi desbordado en hojas arrugadas con garabatos irregulares (son palabras, debo aclararlo pues mi letra es casi ilegible justo ahora) y mi muñeca duele tremendamente por el exceso de tiempo escribiendo. Sin embargo, aquí estoy, escribiéndola por centésima vez sin tener la completa certeza de que la leerás, aunque no me importa porque vales la pena.

Debo confesar que hoy te he observado desde lejos, como de costumbre.

Te he visto reír y juguetear con tus amigos, también vi como le coqueteabas y le sonreías... a ella. Puedo decir orgullosamente que no me molestó en absoluto verlos juntos y acaramelados, pero... sí me molestó que ella no te mirara como tú la miras. Sé que le quieres y que te importa, por esa razón decidí seguirla después de la escuela. Ya sé, me leo como una psicópata, no te juzgaría si así lo crees, es bastante raro hasta para mí.

Me temo que descubrí algo que no te va a gustar (créeme que a mí tampoco me gustó), y de verdad lamento no poder decírtelo mediante esta carta. Todavía me queda algo de integridad y sé que no me corresponde ser la emisora de este fatídico suceso. Aunque lo que sí puedo hacer es ayudarte a descubrirlo, porque mereces saberlo.

Afuera de la casona
agitando pompones crees que está
Cuando en realidad, la muy boba,
Está apuñalándote desde atrás.
A las 6 en punto deberás llegar
Detrás de las gradas los encontrarás.

Siempre he adorado los acertijos y es probable que a ti también, este en particular es muy sencillo y espero que te ayude y abra tus ojos, esos lindos ojos negros. O café oscuro, es difícil distinguirlo desde la distancia.

Cómo me encantaría observarlos de cerca, es una lástima que sea tan tímida.

Estoy divagando, pero es imposible no hacerlo cuando se trata de ti. He imaginado la forma en que nos conozcamos mil y un veces, de mil y un maneras, y aún así no encuentro una que haga a mi corazón valiente para que me dé fuerzas y así saludarte para que tú me correspondas aunque sea con un asentimiento de cabeza. Muy enredado, ya sé.

Lamento si la letra está dispareja, pero es que me he reído. ¡Y me he vuelto a reír justo ahora! Algo bastante raro en mí este último tiempo.

¿Que por qué me río?

Pues pensé en mi reacción al verte asentir hacia mí. Sería algo ridículo, porque estaría tremendamente feliz. Seguramente piensas que soy otra adolescente loca que está enamorada de ti... pero no. No estoy enamorada de ti, Elliot.

No aun, al menos. Soy algo rara, sí, pero sé que necesito conocerte más para llevar mis sentimientos más allá.

Sinceramente,

-A.


¡Ta dá!

Bai.
Por si no es claro, el nombre del chico es Finn Elliot.

Anonymous. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora