XXVII

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Querido Finn:

Hasta hace apenas unas horas no me había dado cuenta de lo mucho que quiero tenerte cerca. De lo mucho que ansío que pases frente a mí para tener una idea clara de cuál es el perfume que usas, de lo mucho que me gustaría ver tus sonrisas de cerca y de lo feliz que estaría al escuchar el sonido nítido de tus carcajadas contagiosas. De lo mucho que deseo conocerte y hablarte, de lo increíblemente mucho que me gustaría escuchar tu voz para dejar de imaginarla (más seguido, porque ya la escuché y me sentí en el paraíso). Los fines de semana se me hacen eternos porque no te veo, y tampoco puedo estar mucho tiempo con mi abuela pues tengo que trabajar.

Cielos, sin tan solo pudiera tenerte cerca...

Mi estómago se siente raro al solo imaginarlo. La sensación cálida en mi cuerpo y los revoltijos en el estómago se han vuelto más frecuentes; cuando te pienso, te veo, te escribo... ya casi se han vuelto parte de mí. Por un momento he pensado que estoy enferma y me asusté porque no podría ir a trabajar, luego lo pensé mejor y me asusté aún más al llegar a esa conclusión.

No sé qué significa todo lo que siento y el único lugar donde podía encontrarlo era en Internet. Sabes que no soy buena con esto de los sentimientos, lo que me hace una idiota. Busqué con estas palabras exactas: ¿Qué significan los revoltijos en el estómago y sensación de calidez en todo el cuerpo al ver a una persona?

Y por más increíble e irreal que suene, millones de resultados salieron en apenas un par de milésimas de segundos. Como buena cavernicola básica que soy, opté por cliquear el primer resultado llegando así a una página llamada Find Your Test. Como lo decía el nombre, era una página donde habían millones de tests para diferentes cosas, una de ellas era la que yo estaba buscando. El test consistía en 15 preguntas obvias y mediocres con cuatro alternativas cada una; elegí las que eran más correctas o las que más se acercaban a mi caso y ansiosamente llevé la flechita al botón rojo que decía Resultado del test. Esperé unos segundos con los ojos cerrados con fuerza hasta que sentí que el brillo de la pantalla había cambiado, tomé una respiración profunda y abrí los ojos parpadeando rápidamente hasta dejar de ver borroso. Mi mirada se paseó por la pantalla hasta llegar al resultado y quedarme estática. Mi respiración se había cortado y comenzaba a quedarme sin aire, mis ojos no dejaban de repasar con insistencia las palabras y me alarmé y volví a hacer el test, obteniendo el mismo resultado.

Frente a mis ojos en letras mayúsculas, rosadas y cursivas brillaba un parpadeante: ¡ESTÁS ENAMORÁNDOTE!

Era obvio, me dije en ese momento, reprendiéndome a mí misma. No es que no supiera que iba a pasar, lo sabía. Sabía que escribirte e interesarme aún más en ti me traería consecuencias, sin embargo, en ese momento y aún sigo queriendo lo que sea que venga contigo. No me importó aunque sabía que no me haría bien.

Soy una masoquista, Elliot.

Es vergonzoso admitir que tuve que hacer un test en Internet para por fin aceptar algo que tenía más que claro, pero la cobardía y el miedo eran mucho más fuertes que yo e impedían que viera las cosas con claridad.

No sé si fueron cada una de las historias que tu madre me contaba de ti, o de las muchas veces que te vi sonreír. Algo increíblemente fuerte y atrayente obliga a mi corazón a acelerarse y brincar cada vez que te veo a lo lejos. Un montón de saltamontes gigantes y radioactivos brincando a sus anchas en mi estómago... ¿o eran mariposas?

En fin, se nota lo poco que manejo este tema del amor, pues nunca antes me he enamorado de alguien. Y a pesar de que no estoy realmente contenta de haberme enamorado de un imposible (que no sabe quien soy) sé perfectamente que de poder elegir a alguien de quien enamorarme, te elegiría a ti. Una y otra vez. Quizá suene raro y en extremo cursi, pero eres alguien que los demás no pueden evitar querer. Y yo no soy la excepción. No tuviste que esforzarte, ¡ni siquiera tuviste que hablarme! Ya me tenías completamente y no me había dado cuenta. Apesar de las mariposas en el estómago.

Prefiero llamarles saltamontes, me gustan mucho más.

Así que, Finn Elliot, ahora puedes decir con completa certeza que soy otra adolescente locamente enamorada de ti. Otra porque siempre he sido parte del montón. Siempre he sido otra de algo y estoy bien con eso.

No sé qué pensarás de mí luego de esta confesión y no puedo evitar sentirme nerviosa. Pero quiero creer que nada cambiará, no tiene que cambiar nada. Yo sigo bajo mi viejo roble escribiendo para ti y tú... pues, en lo tuyo, creo. He escrito esta carta admitiendo mi amor por ti solo porque mereces saberlo. No hay mucho que hacer sobre eso, después de todo, tú no sabes quién soy. Además, no importa que sepas cosas tan personales acerca de mí, sé que no vas a juzgarme.

Lo sé, Elliot. Por alguna razón me enamoré de ti como una idiota, y no fue exactamente por tu maravilloso aspecto físico. O, bueno, quizás sí tuvo que ver algo, un mínimo, casi inexistente porcentaje.

Ahora... lo otro es que me denuncies al fin. Ya sabes, por lo de loca y psicótica.

¡Por favor no me denuncies! Ten un poco de piedad, Elliot, acabo de hacer mi confesión más confesiosa de todas. No lo arruines.

Como sea, feliz día del admirador secreto, Finn. Sé que hoy no se celebra nada, así que me tomé la libertad de hacerlo el día del Admirador Secreto. Merezco algo de crédito.

Ah, como sea.

Sinceramente tuya,

-A.

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⏰ Última actualización: Nov 04, 2018 ⏰

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Anonymous. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora