Re

302 18 5
                                    

Segunda noche que llegaba a aquél restaurante, al igual que ayer, se encontraba un poco nervioso, era un lugar tan elegante, la gente era de clase alta, la mayoría de clientes le intimidaban.
Había notado ya el tipo de personas que eran y evidentemente no les interesaba su talento en el piano, aunque sorprendentemente, a Martin no le importaba demasiado, lo importante para él era que al menos le pagaban, poco, pero le pagaban.

Así que se sentó delante del piano y cerró sus ojos algunos segundos para dedicarle toda su concentración a lo que empezaría a hacer ahora.
Bajó su mano hacía las teclas, y algunos segundos antes de abrir los ojos, ya había empezado a deslizar su mano por varias notas.

No tenía que prestarle demasiada atención, sus manos lo hacían automáticamente, bajaba la mirada muy poco para corroborar que lo estaba haciéndo bien pero sabía que era así, no fallaba nunca, tenía demasiada experiencia para eso.
Llegaba un punto en el que simplemente disfrutaba de lo que escuchaba sin fijarse en que era él el que provocaba el sonido, incluso se sentía en una nube, dónde toda la gente que estaba al rededor desaparecía.

Terminó de tocar, cerró sus ojos cómo entrando en una calma incluso aunque ya estaba en paz, respiró hondo.
A diferencia de ayer, no recibió ni un solo aplauso, no le llamó mucho la atención, exceptuando por una persona a la que no pudo evitar mirar.

Aún en su asiento, miró hacía su izquierda, directamente hacía la barra dónde vendían alcohol, y lo vió nuevamente ahí.
Al igual que ayer, el chico se encontraba detrás de la barra, sirviendo una bebida mientras hablaba con un cliente.
Ahí entendió la razón por la que no le había aplaudido hoy, aunque no era la gran cosa, pero había sido un detalle que a Martin no se le había olvidado desde ayer.

Y no era consciente, pero Juanjo había escuchado cada pieza, había estado muy atento a lo que le había alegrado el día anterior y sin duda no esperaba volver a escuchar hoy.
Aunque intentó disimular más que el día anterior, incluyendo el hecho de que ahora si tenía más clientes en los que estaba obligado a fijarse, en vez de centrar el 100% de su atención en lo que deseaba.

Teniendo en cuenta que había terminado su repertorio de hoy, se levantó del asiento, agarró su bolso y se dirigió hacía la puerta de salida.
Se iría sin mirar atrás si no fuera porque sintió una mano apoyada en su hombro. Se dió la vuelta.

— Toma, se te cayó del bolso. - Tenía al chico de frente, sosteniendo sus llaves en sus manos. Nunca lo había visto tan de cerca y estuvo algunos segundos analizando, hasta que su mente volvió a aterrizar y reaccionó.

— Gracias. - Tomó sus llaves de las manos del otro, rozandolas suavemente, era la primera vez que tenía contacto con él, sentía unos nervios recorrer todo su cuerpo, sin razón aparente.

Juanjo había dudado mucho en sí acercarse, aplaudir, hablarle, y lo de las llaves le cayó como anillo al dedo, era perfecta excusa para acercarse y obviamente la aprovechó.
Aunque no había hablado nada más, quizás hubiera preferido sacarle un tema de conversación, saber su nombre, lo que sea, pero las palabras no salían de su boca desde que había visto los ojos del chico tan de cerca mirándole directamente a él.
Y era muy tarde para agarrar valor pues apenas el menor obtuvo sus llaves y agradeció, se dió la vuelta saliendo por la puerta que tenía en frente, prácticamente escapando de lo que podría convertirse en una situación incómoda ya que la tensión entre ambos en unos pocos segundos era notable.
Salió sin despedirse, lo cual Juanjo estaba a punto de hacer antes de que la puerta se cierre cortando sus palabras.

Un poco muy avergonzado, Juanjo volvió a su puesto de trabajo, queriendo desaparecer por el arrepentimiento que sentía de sus acciones y lo cobarde que había sido.

La Melodía / JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora