Daidalos

125 13 12
                                    

Aclaración: los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Masami Kurumada y Toei Animación Studios.

—¡June! ¡June!

June salta fuera de su cama. La voz de Shaun proviene del baño, parece desesperada. Rápidamente se dirige hacia donde está ella.
—Shaun ¿Estás bien? ¿Qué sucede?  ¿Qué tienes?
Shaun voltea a mirarla. Sus grandes ojos son  presa del miedo y pronto comienzan a llenarse de lágrimas
—Mira— le dice Shaun,  señalando con el dedo índice hacia el escusado.
June se acerca con cuidado, contagiada por el miedo de su amiga. Espera ver algo realmente espantoso, pero al mirar se da cuenta de que no hay nada excepto que el agua estaba teñida de rojo
—¿Estás sangrando?
Shaun asiente, sus ojos no dejan de mirar a June con insistencia, esperando a que ella le ayude a comprender lo que sucede
—¿Crees que me haya pasado algo durante el entrenamiento? Me duele el estómago —Shaun se llevó la mano al vientre — ¡¿Me voy a morir?!
June ahoga la risa que amenaza con salir. Cree que reírse es algo cruel sabiendo lo asustada que está su compañera, incluso su tez, ya de por sí clara, está aún más pálida
— Tranquila, no te vas a morir.
Antes de que June pueda explicarle, la voz de Daidalos se escucha desde la puerta de la habitación que ambas comparten.
June se aproxima a la puerta de baño pensando en lo molesto que su maestro está por el ruido que han estado haciendo, pero al asomarse por la puerta y verlo parado afuera, se percata que su rostro más bien luce preocupado.
—Maestro Daidalos
—June ¿Que es todo este alboroto? ¿Dónde está Shaun?
—Ella está aquí, conmigo. Venga maestro.
Daidalos duda por un momento, pero rápidamente intuye que June no le permitiría entrar sin antes asegurarse de que la privacidad de Shaun está a salvo.
El maestro entra al baño y lo primero que ve es a la más joven de sus discípulas cerca de la taza de baño observando dentro de esta. La niña parece bastante asustada, apenas nota su presencia.
Daidalos  Había escuchado los gritos de Shaun hasta su habitación, era extraño, la niña no solía hacer ruido y mucho menos a una hora tan temprana: las seis de la mañana.
June entra detrás y rápidamente le explica a su maestro
—Maestro, parece que Shaun está sangrando
Daidalos suspira internamente, sabe que ese día llegaría. Se acerca a la más joven y le coloca una mano en el hombro para llamar su atención
—Shaun
—Maestro…yo …¿Me voy a morir? — pregunta.
Ella parece angustiada, Daidalos no sabe que ideas pasan por su cabeza pero intuye que son exageradas debido a la ignorancia del asunto.
—No Shaun, no te vas a morir
El maestro trata de esbozar una sonrisa para calmarla y eso aparece funcionar parcialmente, pero sabe que eso no basta para calmar a su joven alumna. Se agacha para quedar a su altura.
— Esto es algo que les pasa a todas las niñas.
June asiente y agrega algo más:
—Asi es, a mi también me sucedió y se repetirá cada mes hasta que por fin tengas arrugas y te hagas viejita.
Daidalos sonríe por las ocurrencias de su otra alumna, son certeras, pero no adecuadas.
—No exactamente. Lo cierto es que a partir de ahora, tendrás que contar los días. Desde que te empieza a suceder esto, hasta que aparezca de nuevo el próximo mes. Así podrás saber cuando se acerca tu próximo periodo y evitarás accidentes como ese.
Daidalos señala el pantaloncillo manchado de su alumna, luego se incorpora y abre uno de los gabinetes del baño.
Shaun observa atentamente a su maestro extraer un paquete pequeño que anteriormente ha visto pero que no sintió curiosidad por revisar su contenido.
—Toma. Esto te ayudará a no ensuciar tu ropa. — Shaun toma el paquete y Daidalos se dirige a su otra alumna— June, explícale a Shaun cómo debe usarlo
—Sí maestro.
El maestro sale del cuarto de baño y espera sentado en una de las camas. Es ahí donde se percata de las pequeñas gotas marrones que hay en la cama de Shaun.
El caballero suspira, aunque sabe cómo quitar las manchas de sangre de las telas, debe enseñarle a Shaun a hacerlo.
Agradece a Marín internamente el haberle explicado a él y a June todo lo relacionado al periodo. Siendo sincero consigo mismo, la primera vez que le ocurrió eso a June, él también se había puesto nervioso. Era la primera vez que tenía a una niña como alumna y , aunque conocía las diferencias biológicas de las mujeres, no conocía los detalles respecto a los síntomas. Por ello cuando June llegó, tiempo atrás, corriendo y diciendo que  le dolía el estómago y había evacuado sangre, se preocupó bastante.
—Listo maestro Daidalos — dice June, saliendo del baño junto con Shaun
—¿Ya estás mejor?— pregunta Daidalos a la más joven.
Shaun asiente, ya tiene un conjunto de ropa diferente y parece más tranquila y cómoda.
—Muy bien, alistense. Después de desayunar continuaremos entrenando.
Ambas jovencitas asienten  y luego el maestro Daidalos sale de la habitación. En el trayecto hacia la cocina, Daidalos piensa en lo mucho que ha cambiado su vida ahora que tiene  a dos niñas como aprendices.
Su trabajo consiste en entrenarlas, pero lo cierto es que les ha tomado cariño ¿Cómo no hacerlo cuando las ha criado y educado durante todo ese tiempo? Ellas eran prácticamente sus hijas.
Aunque los caballeros no tienen vidas muy largas y tampoco se les permite desposar a una mujer para formar una familia, Daidalos se permite disfrutar de la convivencia con esas dos muchachitas. Les ha tomado el mismo cariño que Athena a la humanidad
—Athena…
Daidalos no puede evitar sentir culpa. Athena les pide a todas sus caballeros femeninas usar una máscara, pero Shaun y June  han prescindido de ella. Lo hacen porque además de ser molesta, deben pasar desapercibidas. Viven en una isla, las personas no saben que ellos son caballeros y si debe ser, por lo tanto no pueden pasearse con ella en las calles.
Daidalos les ha explicado que, aunque solo están ellos tres, deben acostumbrarse a usarla porque el día en el que se vuelvan caballeros deberán usarla siempre.
Sus pensamientos lo llevan ahora a pensar en el patriarca y su decisión de asesinarla. Se supone que el propósito de los caballeros es proteger a Athena. Aún cuando la armadura de la copa hubiese profetizado un destino cruel para la humanidad ¿No debían los caballeros de Athena poner su fe y esperanzas en ella?
Daidalos frunció el ceño y apretó los puños. Si el patriarca pensaba que asesinar a su diosa era la mejor opción, entonces no seguiría sus órdenes. Athena era la única que debía escoger su destino y aún cuando el santuario le diera la espalda, él se encargaría de que su diosa tuviera caballeros que la protegieran y la acompañaran.
Pondría sus esperanzas en las nuevas generaciones. Pondría sus esperanzas en sus dos alumnas.

Shaun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora