3. Preparación de la cacería.

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Un rechinido había sido suficiente para despertar al alfa y al niño que hacían compañía a su hermano en esa etapa tan difícil, el omega por un lado seguía dormido abrazando a Joffrey como si fuera un peluche.
—¿De dónde vino ese sonido?
El pequeño Joffrey trataba de safarce de los brazos de Lucerys, algo inútil pues este había apretado más el abrazo para nada dispuesto a dejarlo ir.
—Ire a ver.
Jacaerys se levantó del lecho observando con ternura a sus hermanos abrazados o más bien por ver a Joffrey cautivo por los brazos de Lucerys recordando que en su propio celo, el primero, había hecho lo mismo con Lucerys ya que este no quería dejarlo solo durante la noche.
Caminó a dónde había escuchado el rechinido no esperaba ver a su tío Aemond apoyado detrás de la puerta del pasadiso, claramente no estaba feliz de ver al sujeto merodeando en la puerta de su hermano menor.
—¿Qué hace aquí, príncipe Aemond? No es una hora apropiada para estar fuera de sus aposentos y es aún más inapropiado que venga a esta puerta en específico.
La tensión era bastante sofocante entre ambos alfa, Jacaerys desconfiado y pensando en la posibilidad de que su tío estaba ahí para abusar de su hermano menor y Aemond pensando lo mismo aliviandose un poco de que su sobrino estuviera vestido y no hubiera otros olores en la habitación.
—Me equivoqué de puerta, aunque no debería darle explicaciones al esposo de mi hermano que en este momento debería estar complaciendolo en lugar de estar aquí en compañía de un Omega en celo.
La paciencia de Jacaerys disminuía cada vez más por las insinuaciones de su tío, unos comentarios más y estaría orgulloso de volarle algunos dientes de un solo golpe o mejor, dejarlo totalmente ciego si seguía con esa actitud.
—Por qué mejor no va con Aegon, seguramente el es quien se aprovecha de las omegas del castillo, seguramente cómo su madre les enseñó, descanse príncipe Aemond.
Sin esperar por una respuesta cerró la puerta asegurando la misma con un baúl cercano orgulloso por ver la sorpresa en su tío.
—¿Quien era?
Joffrey había logrado sacarse un poco del abrazo de su hermano mayor para poder respirar y preguntarle a Jacaerys.
—Un guardia perdido, no te preocupes.
Una vez volvió a la cama pudo desprender un poco de su aroma para disfrazar el de Lucerys, no dejaba de pensar en que Aemond estaba ahí para aprovecharse de su hermano, tendrían que dejar a más guardias de preferencia betas para cuidar a Lucerys y sin duda mandaría a entablillar la puerta por la que habiabqierido entrar Aemond.

Los rumores de esa mañana eran mucho menos que alentadoras, a la reina habían llegado los rumores de que se había visto a Aegon en la calle de la seda disfrutando de su luna de miel con una puta.
Por supuesto los rumores llegaron hasta su padre y no dudaba que seguro Rhaenyra iniciaría con los preparativos para deshacer esa boda así los dioses valiryos no lo permitieran, convencida de que esa unión no fue más que un error.
Para su suerte al momento de romper el ayuno Rhaenyra, su esposo y sus hijos más pequeños estaban en la mesa disfrutando de las tartas de limón que tanto amaban, un gusto que habian heredado de su madre sin duda, en cuanto a su lado de la mesa se encontraban Aemond y Helaena ambos mirando un punto fijo en la mesa sin probar bocado.
—Ya que los príncipes participaron ayer en el torneo supongo que hoy lo harán también en la cacería al igual que mañana.
Alicent estaba tan perdida en sus pensamientos que había olvidado escuchar los últimos minutos de conversación terminando con Daemon preguntando a la mano del Rey y la reina sobre los príncipes.
En su juventud Rhaenyra había salido a cazar con el resto de hombres y se esperaba algo similar con la princesa Helaena aunque está se encontraba observando a su hermana notando que su vientre estaba un poco más abultado, sin duda un nuevo sobrino.
—No creo que sea apropiado considerando su reciente unión y bueno la consumación del mismo.
Daemon disfrutaría con creces esa respuesta pues bien sabía que su hijo no había estado a solas con Aegon después de márcalo, algo con lo que son duda fastidiaría a ls basura Hightower.
—Tambien es bien sabido que el heredero Jacaerys solo marcó a Aegon cuál vaca en una granja y que no ha pasado ni un segundo con él así que esa excusa guárdala para cuando tengan hijos si es que llegan a intentar procrearlos.
Rhaenyra solo atino a beber un poco de té tratando de ocultar la risa por lo dicho la expresión de Otto y Alicent era un deleite al igual que ver a la servidumbre sudando y sonrojándose por no poder reir en voz alta temerosos de que volarán sus cabezas.
—Terminamos, y esperamos verlos en la cacería.
Rhaenyra tan tranquila como siempre cargó a uno de sus pequeños mientras Daemon cargaba al otro.
—Se están burlando de nosotros a viva voz y no podemos defendernos.
El comentario preocupado de Alicent llamó al fin la atención de su hija animandose a tomar un poco de té y unos bollos dulces que habían preparado las doncellas.
—Nigun hijo nacerá de ellos... No hasta...
—Solo come cariño.
Una de las razones por las que Helaena prefería no hablar con su madre ni contar con su presencia es porque siempre la callaba cuando decía cosas que no le parecían a la reina, jugaría su juego quedándose en silencio y tomando unos bollos de canela antes de irse del comedor sin decir palabra alguna.
—Ire a prepararme para la cacería.
Aemond había estado de un humor bastante irritable desde la noche gracias a sus sobrinos, ver a Lucerys sería imposible en esos días y más por la cacería.
Ninguno de los sangre Hightower se esperaba oír a cierto dragón pues en la ceremonia el hijo menor no se encontraba en Kingslanding, era una grata sorpresa tener a Daeron de regreso, aunque no tanto por el olor a azufre y dragón.

Dos alfas- JaegonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora