4. Cacería.

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Aegon no era fanático de despertar ahogándose, de hecho nadie lo sería nunca y mucho menos si después de no ahogarse el dolor de cabeza y los efectos del alcohol continúan.
Al ver a Jacaerys, Ser Arryk y una doncella no pudo disimular su enojo poniéndose de pie solo por unos segundos pues el mareo había ganado esa batalla tumbandolo en el suelo, Ser Arryk estaba a punto de ayudar al igual que la doncella pues era parte de su trabajo.
—Muchas gracias a ambos, desde ahora me ocuparé de él, pueden volver a sus actividades, Ser Arryk por favor ayude a su hermano Ser Erryk con la guardia a los aposentos del príncipe Lucerys.
Jacaerys no esperaba ni una respuesta antes de escoltar a ambos hacia la puerta, volteó nuevamente hacia el ebrio Hightower viendolo despierto pero fuera de sus sentidos.
—Se que ya te lo han dicho antes pero eres una vergüenza y un asco, ve a darte un baño en una hora partirán los carruajes para la cacería.
—¿Esperas que te obedezca después de casi ahogarme? Oh noble caballero, bastardo.
No salía más que el odio por el menor o tal vez era despecho, con los borrachos nunca se sabe.
—No, no lo espero, lo harás, obedeceras a este bastardo si no quieres ser colgado y arrastrado como un cerdo durante la cacería, ¿queda claro?
Podría decirse que el odio era mutuo pues enterarse que su esposo había pasado la noche en la calle de la seda era algo que manchaba su orgullo, tal vez a Aegon le importaba menos que nada ser visto como un cerdo en lugar de un hombre pero a Jacaerys no, tendría que por desgracia prestar más atención en ese borracho para recuperar un poco de ese honor que había perdido al contraer nupcuias con él.
Sin duda hubiera preferido mil veces casarse con Helaena o con cualquiera incluso el propio Lucerys que tener que soportar a Aegon por lo que quedará de vida, cada minuto hacia más tentadora la frase del septon, hasta que la muerte los separe.

El viaje hacia el bosque había sido más que molesto para los recién casados, Aegon seguía con la misma expresión de odio hacia el menor aunque copa tras copa su expresión de ablandaba a la par que la expresión de Jacaerys se enfurecía, había ordenado a las doncellas que no le dieran más vino a su esposo y por supuesto habían obedecido pues conocían muy bien como se comportaba el hijo de lla reina.
En otros carruajes se podían escuchar quejas de la reina no solo porque su hijo mayor estuviera ebrio sino también porque las pequeñas monstruos de Daemon habían conseguido con éxito convencer a su hija Helaena de participar en la cacería y de ir juntas en un carruaje lejos de la vista y oídos de la reina.

Daemon estaba más que orgulloso de ver a sus hijas con una armadura cómoda para la cacería recordando con amor y tristeza a su amada Laena, pensaba que había vuelto en el cuerpo de sus hijas por el gran parecido tanto físico como sentimental, su corazón bondadoso y ese espíritu guerrero.
En el fondo de su corazón se lamentaba haber permitido que participarán en la cacería temiendo que se hicieran daño o los animales lo hicieran pero confiaba en ellas y sentía pena por las criaturas que cazaran, aunque no había estado muy complacido con la noticia de que irían con su sobrina Helaena debía dejar que sus hijas tomarán decisiones propias y si no cumplían su cometido ya les serviría de lección en un futuro.
En esa cacería participaría solo pues sus hijos irían con distintos equipos y Rhaenyra por desgracia no podría jugar, había escuchado sus hazañas en el segundo año del nombre de su sobrino Aegon, un jabalí había Sido su presa y moría de ganas de ver a su esposa cazando.
—¿Que presa te gustaría mi futura Reyna?
La pregunta le vino sin aviso a Rhaenyra que veía a lo lejos el camino, preocupada por la salud de su segundo hijo, aunque sabía que lo había dejado en buenas manos al cuidado de Ser Erryk, el maestro Gerardis y una donsella de confianza.
—Creo que... Si logras cazar hasta a un conejo me veré más que complacida.
—¿No se te antoja nada? ¿Ni por el bebé?
—Si es por el bebé me gustaría una tarta de manzana. Si logras cazar de esas estaré muy feliz.
El repentino humor sarcástico de su esposa había provocado una sonrisa en sus labios, ya no haría más preguntas por esos minutos tal vez una cabrao un ciervo le gustaría a su esposa y si encontraba manzanas recogería algunas para su tan preciada tarta. Aunque era un pedido muy extraño ya que era la tarta menos preferida de su dulce Reyna.

La cacería para el principe heredero no había salido como esperaba, había planeado tal vez pasear con su esposo sin prisa alguna tal vez para conocerse un poco mejor pero en cuanto vieron distintas presas se separaron, luego de un rato de corretear a un jabalí lo perdió de vista si no es que se rindió, estaba cansado, preocupado y molesto, la razón de su molesta había corrido en otra dirección y si lo pensaba mejor esa situación era más que liberadora, no iba a soportar con Aegon más tiempo, había intentado deshacer su olor a borracho mientras se bañaba pero cada intento fue un fracaso, todo el camino fue una tortura por el mismo olor asi que ahora estaba más tranquilo pero aún seguía la preocupación por su hermano y las palabras de la corte cuando anunciaron su boda, en algún momento deberían tomar un Omega para crear herederos.
Apenas se dio cuenta de lo amplio que era el bosque, no había visto a nadie en mucho tiempo, mucho menos al jabalí, animal que había quedado el olvido cuando divisó un par de ciervos, estaba a punto de atacar aunque de detuvo a pensar en la época del año, tal vez ese par estaban esperando un nuevo cervato así que solo arrojó una piedra para espantarlos momento justo pues sus hermanas y tía aparecieron de pronto con intenciones de cazar al par.
—¿Estas en tus cabales?
—¿Si sabes que es una cacería?
Las preguntas de sus hermanas le sacaron una sonrisa y unas cuantas palabras humorísticas hacia su corazón de ave por dejar ir al par de ciervos.
Se dedicaron unos minutos más de charla antes de terminar con mutuos deseos de suerte, Helaena se había divertido bastante con el par de hermanas,  habían recolectado algunos frascos con insectos que asqueaban a Rhaena y que Baela aprovechaba para molestarla, el trío de princesas siguió su rumbo dejando nuevamente en soledad a Jacaerys que aprovechó para ir en dirección contraria encontrando nuevamente al jabalí aunque tal vez fuera otro, sin dudar más y tratando de no aullentar al animal le dio un golpe certero con una lanza acabando con la vida del animal, lo ato con unas cuerdas y arrastró el cadáver hasta la salida del bosque entregando al jabalí con un par de doncellas y un par de guardias que amablemente le informaron donde se encontraba su esposo, al parecer simplemente había entrado y salido del bosque solo para embriagarse,  camino hacia la tienda donde el ebrio debía encontrarse sintiendo de lejos el olor a vino y un olor más, demasiado dulce para ser el de su esposo.
Un ataque de ira era lo que había sentido al entrar a la tienda, no porque ese aroma dulce fuera de una omega con claros signos de excitacion, tal vez su celo haciendo de las suyas, no, lo que provocó su enojo fue escucharla rogar al príncipe que la soltara, la doncella no hacia más que llorar y pedir clemencia, algo que su esposo ignoraba por completo.
Algo que soportaba menos que el alcohol era que algún alfa se aprovechara de betas u omegas más débiles y en clara desventaja.
Tomó la daga que siempre llevaba en su bolsillo y lo arrojó al cuerpo de Aegon provocando una herida en su pierna izquierda, al escuchar sus quejidos se acercó y alejo violentamente al alfa de la omega, por suerte no había hecho más que despojarse de sus prendas, no había hecho nada más, cubrió a la doncella con su capa y la guió a la salida junto con otras doncellas para que la aislaran y cuidarán mientras él se encargaba de corregir a su esposo.
Si bien era cierto que las feromonas omega en el momento de su celo los afectaba estos no perdían por completo sus facultades solo por dichas fenómenos, podían controlarse y no aprovecharse, y más aún si ya tenías pareja, pensando en eso y que Aegon había sido marcado no sentía más que rabia contra él pues había decidido aprovecharse de la omega y dados los rumores sobre el príncipe no era la primera vez que hacía algo asi, pero Jacaerys se aseguraría de que fuera la última.

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¿Ya les he dicho que odio a Aegon? Tranquilos no lo matarán,  aún no, pero prepárense para verlo herido.

Y si me calendario no me falla:

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Dos alfas- JaegonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora